jueves, 31 de marzo de 2005

Un paréntesis para meditar

Jesus de Medinaceli



Este paréntesis de la Semana Santa me hace cada año meditar sobre la fe en general y sobre mi propia fe en particular.

La belleza de las procesiones que salen en cualquier rincón de nuestra geografía durante estos días, el silencio profundo, la devoción de muchos la curiosidad también de otros, la contemplación como espectadores o la participación como cristianos de los que llenan las calles flanqueando las aceras mientras los pasos se suceden entre tambores o bandas, en medio de las luces de los cirios y faroles, no deja cada año de sorprenderme, de remover por dentro ese anhelo que tenemos los seres humanos a lo largo de la historia de alcanzar la trascendencia de nuestro propio "yo".

No es en la Pasión ni siquiera en la Muerte donde Cristo da la talla de Dios, porque, aun siendo éstas grandes pruebas para cualquier persona que decide morir por lo que predica, no dejarían de ser "posibles" para cualquiera, ya fuera un "loco" que afirmaba perdonar a quien le mataba, ya fuera un "revolucionario" que prometía un mundo mejor para quien dejara todo y le siguiera, ya fuera el adalid del "amor universal".

Lo que le da la talla de Dios a Cristo es vencer a la muerte tres días después de haberla sufrido, demostrarnos que la Vida puede existir aun habiendo muerto. Ahí está la piedra angular de la fe, en ese Cristo es en el que creo, aunque al que padeció y murió por mí, le amo del mismo modo que El me amaba cuando en su Cruz, al perdonar a los que allí estaban, también me estaba perdonando a mí.

Me conmueve pensar que por medio de su Resurrección se hace posible mi trascendencia después de la vida, de esta vida que El sabe que tanto quiero.

domingo, 20 de marzo de 2005

Mi padre y su filosofía

Mi padre y su filosofía
Todos los padres tienen para los hijos una especie de libro secreto donde, al parecer, han ido anotando todas las enseñanzas a lo largo de sus años para poder un día traspasarlas a sus hijos.
Mi padre tiene también el suyo. Libro que yo no he visto ni he tenido en mis manos, pero que sin duda existe, porque me ha dado tantas pruebas de ello que me basta con recordar cualquier momento de mi vida para encontrar alli mismo un ejemplo de alguna de las valiosas experiencias y consejos que guarda.
Su filosofía es sencilla, yo diría que de sentido común, nada complicada, su filosofía es como él.
Mi padre es el ejemplo claro de lo que podríamos llamar "vive y deja vivir", ejemplo de generosidad, no he visto un corazón más generoso, si pudiera darnos todo, nos lo daría.
Cuando yo era niña admiraba a mi padre porque era tan alto que me parecía el ser más fuerte e invencible que había en la tierra, ahora le veo desde la perspectiva de mi altura y, aún así, me sigue pareciendo alto. Creo que lo que le hace ser grande a mis ojos es el amor por la libertad que nos ha inculcado a lo largo de nuestra vida.
En realidad le fui descubriendo con los años, porque en cada edad tenemos un concepto diferente de lo que es un padre y lo que significa el nuestro en nuestra existencia.
Hoy creo que tengo la verdadera medida de lo que es para mí el mío y lo que ha significado en mi vida, hoy sé quien es mi padre gracias a los acontecimientos de mi propio caminar, y del apoyo que he tenido por su parte, claro que junto a mi madre, de la que también hablaré en otro post.

jueves, 17 de marzo de 2005

Entre almendros y naranjos.



Ya huele la primavera hoy, así, casi de pronto!

En mi barrio hay naranjos que están empezando a desperezarse, a quitarse el peso del invierno y la helada. También los almendros están ya en flor.

Siempre me asombra ese pequeño milagro de cada año. Es grande y hermoso contemplar como, trás esa capa cadavérica de sequedad y baldía existencia, llega un día, un día apenas, que surje el renacimiento de la vida, y la rama aquella que parecía muerta, está ahí, diciéndonos: Eh!! que estoy viva, que aún conservo intacta mi capacidad para dar flores, para expandir la belleza que llevo dentro, para que germine mi sueño anual de ser otra vez fuente, de belleza, de ánimo, de ejemplo... Si yo puedo renacer cada primavera, tú también puedes hacerlo.

miércoles, 16 de marzo de 2005

La sonrisa de mi hijo



Cuando viene del colegio, parece que hubiera librado la batalla diaría en la guerra de "Crecer en sabiduría y....vitalidad". Como heridas simbólicas de su heroico esfuerzo, una rodillera rota, el cordón de un zapato desabrochado y los puños de la camisa blanca tan negros, que se hace difícil saber si tenían el mismo tono que el resto de la misma.

Tiene una pasión desbordante por el futbol, y cree a pies juntillas que será un galáctico de lujo, entre los galácticos... que, dicho sea de paso, cuando él tenga la edad de serlo, ésos a los que admira tanto, estarán retirados en sus casas, leyendo el marca o tal vez aprendiendo a bailar la samba en una academia para miembros relevantes de la tercera edad.

Pero cada día que viene con su mochila a cuestas, con sus sueños, y contando el gol maravilloso que ha metido de tacón... cada día que me muestra su sonrisa, tiznada de sudor y polvo del balón, fruto de limpiarse una y otra vez con las manos sucias.

Cada día, esa sonrisa me parece nueva, estrenada, deslumbrante, milagrosa..... porque recuerdo cuando nació y era tan sólo un ovillo envuelto en faldones blancos, y sus manitas agarraban mi dedo aferrándose a la vida y respondiendo con sólo ese gesto a todas mis oraciones rogando a Dios que naciera sano, fuerte, el día que supe que estaba esperando un hijo.

La sonrisa de mi hijo es la respuesta de por qué cada día que despierto tengo motivos para levantarme y luchar.

Gracias, Fonchi.
Mamá

lunes, 14 de marzo de 2005

Porque me siento bien!

Y no hay un motivo, tan solo saber que estoy bien, que hay gente a la que quiero y que me quiere. Porque me sonríen, porque me llaman por teléfono, porque me abren la puerta del portal... Y alguien dice: Buenos días!!

Porque un día no es tan sólo un día, un día son veinticuatro horas y muchos, muchos momentos en los que sentirse especial, feliz, triste, horrible, maravillosa, delgada, gorda, alta, baja.... VIVA, al fin y al cabo.