sábado, 29 de octubre de 2005

Mis amigas




Siempre se ha dicho que la familia no puede elegirla uno, pero los amigos sí. Ya he hablado de mi familia aquí, de lo mucho que significan para mí, tanto mis padres y hermanos como mis hijos. Pero también mis amigas forman parte de mi vida.

Yo no pude elegir amigas mejores de las que tengo. Creo que a lo largo de la vida, uno toma como referencia de sus vivencias personales, de los lugares donde vive, de los hechos trascendentes que le pasan, a los amigos con los cuales, en ese momento, compartió la alegría, la decepción, la tristeza o la exaltación de las cosas que marcan tu viaje por este camino vital.

Hoy no sólo quiero hablar de mis amigas, sino que también quiero agradecer desde aquí, el apoyo, el cariño, la sonrisa, la palabra, el abrazo… Tantas cosas que me dieron, me dan y me seguirán dando ellas, mis amigas:

Marián, Isabel, Marga, Visi y Manoli, gracias! Porque cuando os he necesitado estabais ahí, porque la amistad no sólo es pasar unas risas cuando los dioses de las circunstancias nos son propicios, sino que también es arrimar el hombro cuando una de nosotras necesita de las demás, cuando la vida le pone obstáculos y tropieza con ellos, siempre estáis ahí, con la mano extendida, dispuestas para motivar, esperanzar y sacar del bache, a cualquiera de nosotras.

A veces niñas y a veces con la serena madurez de nuestra realidad, en cualquier circunstancia, me habéis hecho vivir épocas de alegre plenitud, retardada adolescencia, en algún instante, rescatada del recuerdo, con vuestras bromas, con vuestra compañía, y, repito, con ese abrazo cálido que tan hondo llega.

Siempre he pensado en vosotras como en esa isla donde uno se acomoda y sabe que puede tanto reir como llorar, bailar como sentarse a charlar, una isla donde están a buen recaudo los sentimientos.

De Isabel aprendí que uno ha de perseguir la felicidad aunque eso no suponga únicamente alargar la mano y tocarla, sino a veces escalar duras y abruptas montañas para llegar a la cima. También de ella he aprendido que la edad es únicamente una cifra que para nada representa toda la riqueza interior y la capacidad de entusiasmo que encierra el corazón. Su serenidad, que aporta al grupo un poso de permanencia, de durabilidad, y, ahora que por fin ha terminado su carrera de Derecho, le diría lo mismo que le dije el día de su graduación, que ese pergamino que expresa el haber superado los años de estudio con éxito, solamente dice una muy pequeñita parte de lo que ella vale, porque nos ha demostrado que es mucho más, que en lo que importa verdaderamente, no dan pergaminos ni títulos que lo demuestren, sino que el premio es el fruto de ese desvelo por el bien y la felicidad de los nuestros. El mejor título es el que ella posee: Nunca está ni estará sola, tiene todo un ejército de amigos que la quieren.

De Marga, su actitud acogedora, que hace de su casa un lugar de encuentro, donde todo el mundo cabe, donde tantas veces y tan buenos momentos hemos vivido compartiendo sus exquisitos platos. Siempre he pensado que detrás de la profesional competente, late una excelente cocinera, que haría las delicias de cualquier sibarita y amante de las buenas viandas. Marga tiene esa mezcla de la madurez adquirida y que conlleva responsabilidad en algunas facetas de su vida, con la búsqueda constante de ese lugar donde pueda anidar su alma, libre, sin prejuicios, en estado puro, y le diría que, al fin y al cabo, eso es lo que todas y todos buscamos.

Visi es la luchadora del grupo, la que nunca tira la toalla, tanto en el trabajo como en la diversión, ni en los peores momentos se ha rendido, ni en los mejores ha abandonado la primera, ni la segunda… Ni el esfuerzo, ni la marcha, ni el día, ni la noche, tienen pared ni techo para ella. Lo mismo que se amolda a cualquier trabajo, resiste hasta el final cuando hay alguna celebración. Eso es lo que he aprendido de ella, la resistencia, la corredora de fondo, hormiguita que poco a poco, diariamente, lucha por mantenerse a flote; y también la otra, la que a veces me hace preguntarme ¿de dónde saca tanta energía?.

Manoli también es un ejemplo de superación constante, junto a ella hemos vivido momentos muy duros, de esos en los que uno piensa que hay que ser muy fuerte para poder salir de ellos, pero ella nos ha demostrado que sí que se puede, y, salvo en lo de dejar de fumar, que sus decenas de chicles de nicotina le cuesta, ha demostrado que puede ponerle esperanza a la vida, que puede disfrutar de lo logrado, y que uno es feliz también cuando sus hijos lo son. Eso no quita para que algún día, esa media naranja que estoy segura Dios le tiene reservada en algún lado, salga a su encuentro cuando menos se lo espere.

A Marián, la he dejado para la última porque es la que diariamente me soporta, la que me escucha, el hombro donde he llorado y también la que ha escuchado mis íntimas alegrías, las más profundas. Podría decir tantas cosas de ella que necesitaría varios blogs. Marián es el encanto de las conversaciones compartidas junto al mar, las confesiones con una taza de café delante, el apoyo constante en mis momentos más débiles, y la presencia física de alguien que realmente te pone su hombro tanto para ayudarte como para descansar, como para reir o para llorar. En definitiva, es la que más cerca está de mí, la que mejor, quizás, me conoce, porque ni ella ni yo tenemos apenas secretos que no hayamos compartido.

El ratón de biblioteca, como yo la llamo, es la artífice de que mi vida profesional se encauce de momento hacia esa meta que quiero conseguir, aprobar las oposiciones, para las que ella misma me prepara. Hace muchos años que la conozco y aún siendo siempre la misma, nunca ha sido igual. Su vida como la mía ha pasado por momentos también difíciles, pero en su caso, por desgracia, ha tenido que superar cosas muy duras. Marián me ha enseñado la fortaleza del espíritu, la constancia en el trabajo y en el estudio, la metamorfosis que, a veces, uno tiene que experimentar para renovarse y seguir al pie del cañón. Ha sido la compañera ideal de días de fiesta y también la interlocutora perfecta en nuestras largas jornadas de “filosofías caseras”, donde desgranamos muchas veces los sentimientos a modo de cuentas de rosario. No puedo olvidar nuestro verano en la playa, que, junto con Tita, también querida amiga mía, dábamos largos paseos por la orilla abriendo nuestro corazón e intercambiábamos desazones y pesares, placeres y alegrías. Los famosos fines de semana en Madrid, donde salían a relucir reminiscencias de la adolescencia perdida y nos sentíamos las tres como colegialas de excursión en donde todo nos parecía un regalo, las cenas en la terraza de Tita, las salidas en la noche madrileña, y los bailes al son del radio casette haciendo boberías, como si fuéramos niñas. Aquello que nunca tuve, lo viví con vosotras y espero seguir viviéndolo después de haber instituido el dia del DDT (Día del Desmelene Total), como fecha obligada para quedar en Madrid un fin de semana al año, que tampoco es tanto, pero que nos insufla oxígeno suficiente para poder luego sobrevivir en este mundo de locos.

Estas son mis amigas, pero quiero decir que aunque sí son todas las que están, no están todas las que son, porque tengo la suerte de poseer a mi alrededor más personas, amigos y amigas, que me regalan cada día el don amado de la amistad. Ya hablaré de algunos de ellos más adelante.

A vosotras, gracias, por hacer que mi vida esté llena de momentos especiales.