martes, 3 de octubre de 2006

Hambre, silencio y miedo



El fallecimiento a causa del hambre del pequeño Aarón en Pontevedra ha destapado una trágica historia de penurias y silencios. La Voz Digital


Hasta aquí la noticia, un niño muere de hambre en pleno siglo XXI, en nuestro país. Me impresiona, me hace reflexionar, me duele...

Cuando nos lanzamos a apadrinar niños en Xococ (Guatemala), por poner un ejemplo, cuando sostenemos comedores en Bolivia, o construimos escuelas en Sudán con los donativos de gentes generosas y altruistas, cuando las Ongs nos dan todo tipo de facilidades para ejercitar tan magnífica labor, pudiendo hacerlo incluso por Internet, cuando además de todos estos hechos, loables y merecedores de mi reconocimiento, también hay gente que salva ballenas y defiende los derechos de los animales, también muy loable, y poco a poco nos vamos mentalizando de que el secreto de la felicidad está en compartir, ya sea amor, tiempo o dinero, que, dicho sea de paso, es lo más cómodo y práctico...

Me encuentro con esta noticia que me descoloca de tal manera, que hace que algo se rebele en mi interior para hacerme sentir culpable, como creo que deberíamos sentirnos todos, porque el niño que ha muerto no vivía en Zimbabwe, sino en Ponteareas (Pontevedra), y vivía a cinco metros de un restaurante, paradójico, ¿no? Nos era tan cercano, que me hace pensar si no habrá alguien también en su situación cerca de mi casa y yo sin enterarme, o cerca de la vuestra. En fin, esto quizás nos haga mirar al próximo o prójimo con otros ojos. Quizás estamos demasiado imbuidos en el engranaje de la ciudad, y en medio del anonimato, nos olvidamos que existen “pobres vergonzantes”, esos que tratan por todos los medios de esconder tras la puerta de su casa sus penurias, utilizando el escudo del silencio para amordazar la realidad.

En medio de todo esto, las declaraciones de la madre del niño fallecido y de la niña que está en grave estado también de desnutrición, que decía:
Reconozco que siempre estuve ciegamente enamorada de mi pareja, pero lo que está claro es que ahora, que voy despertando a la realidad, no puedo verlo ni en pintura; yo no quería decir nada de lo que nos estaba ocurriendo por miedo a que me quitasen a mis criaturas
Parece ser que la madre está pendiente de una evaluación psiquiátrica. No puedo ni quiero juzgar a nadie, tal vez sea ese el motivo por el cual la mujer no vió que sus hijos y ella misma se morían de hambre, porque sería tan triste un amor que ciega a una madre en detrimento de la vida de sus hijos...

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