domingo, 7 de octubre de 2007

LIBERANDO CARICIAS


Esta mañana mi corazón se ha despertado mimoso, ávido de caricias, de la caricia táctil, del contacto piel con piel, del abrazo cálido de aquellos a los que quiero. El primero en notarlo ha sido mi hijo, que es el que tengo más cerca y el que me soporta diariamente; le he sorprendido con un desayuno especial, un “buenos días” demasiado azucarado, como el café que he tomado, y una lluvia de besos y cosquillas que ha terminado por enfurecerle, lógico, porque el pobrecillo acababa de despertarse.

Sin embargo, como siempre he pensado que la piel tiene memoria, todas las noches, al acostarle, dedico unos minutos a rascarle suavemente la espalda, pasarle la mano por sus hombros en un masaje que le hace dormirse, con el deseo de que su piel recuerde al mismo tiempo que su corazón, que las manos transmiten cariño y ese cariño se transforma en caricia y, algún día, cuando sea mayor, sepa revertir ese sentimiento en aquellos que compartan su vida.

Y es que la piel también tiene sus necesidades. Más que una crema hidratante, más que el agua y el jabón, la piel necesita ser acariciada, abrazada, besada, porque a través de la piel nos llegan también los sentimientos de los demás.

En este mundo de hoy, tan liberado en otras cuestiones, tan moderno y desarrollado en tantos campos, aún no nos hemos liberado de viejos tabúes, aún sentimos un pudor malinterpretado en el momento de dar y recibir caricias; he llegado a la conclusión de que, a pesar de lo que se pueda creer, ¡nos tocamos poco!.

Quizás suene absurdo, pero hemos revestido las caricias con el traje de lo “sexual”, de lo “erótico”, y las hemos despojado de su túnica original, blanca e inmaculada, de la simple comunicación, de ese transmitir al otro nuestro afecto y nuestro calor, nuestro apoyo y solidaridad. En una palabra, transmitir al otro que no está solo.

Es una pena que, merced a las miradas sucias de algunos, y a las intenciones retorcidas de otros, algo tan necesario para nuestro crecimiento personal, tan beneficioso para nuestro organismo, tanto física como psíquicamente, al liberar endorfinas que nos proporcionan bienestar, es una pena, repito, que no seamos capaces de transmitir libremente al otro, sin falsos prejuicios, ese “contacto sanador”, que, siempre, y mucho más en los momentos difíciles, le harían y nos harían, tanto bien.

De todos modos, abogo por las caricias, por el contacto, porque nos desatemos las manos y, al menos de vez en cuando, en lugar de utilizar sólo palabras para consolar a nuestros seres queridos, amigos, compañeros... les demos un abrazo, porque, a veces, eso es lo que necesitamos de verdad.

4 comentarios:

  1. ¡Si señora! un diez en lo que dices.

    Es tan importante que nos toquemos... Es una muestra de estar VIVOS. El que da la caricia o el abrazo, el que lo recibe y, claro está, el que lo ve, aunque este último se muera de envidia.

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  2. El recibir una caricia, aún sin que tenga un motivo, por el hecho de hacerla, mira que es realmente fácil, y cuánto cuesta hacerla, narices!!!
    Acertadísima en todo. Besos Shikilla

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  3. Estoy totalmente de acuerdo. Nos tocamos poco.

    Muchas gracias por visitar mi blog. Me encanta el tuyo. Se ve que está muy currado. Lo seguiré.

    wwwjesusdominguez.blogspot.com

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  4. Anónimo6:53 p. m.

    Las caricias muchas veces, expresan nuestros sentimientos mejor que las palabras y también expresan muchos significados, por ejemplo, en amistad nos unen y hacen cómplices.¡Vivan las caricias!Sin eso, ya eres una buena amiga.
    Un besote muy fuerte

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