jueves, 24 de enero de 2008

AQUELLOS VERANOS


Veranos de Castilla.
El sol pinta de oro el trigo,
los girasoles ensayan
poses para los pintores.
Sonrojada, la amapola,
se esconde entre las espigas.
Mientras, se yerguen ufanas,
ebrias de aroma y belleza,
todas las flores de espliego.
¡Festival de los sentidos!.








Generosa en su frescura,
la vega me ofrece sombra
cuando paso junto al río.
Abierta el alma al sosiego,
en la quietud complacida,
oigo el murmullo del agua
llevándose leve el tiempo
por el cauce de la vida.
Hay juncos en la ribera,
en mi cabeza… otros días.

Otros veranos pasados...

Veranos adolescentes
del pueblo de mis abuelos,
de los baños en la alberca;
de prolongados paseos
en la vieja bicicleta.

De furtivas incursiones
en los huertos más cercanos
donde peras y albarillos
cogíamos a dos manos
para llenar los bolsillos,

y en infantil algarada
huíamos muertos de miedo
de las iras del huertano,
que nos gritaba de lejos
con la garrota en la mano.

Aquéllos veranos...
de tranquilas siestas
y odiados suspensos,
de noches llenas de estrellas;
veranos del primer beso,
donde la luna,
la misma luna de ahora,
parecía más grande, más blanca,
más dada a guardar secretos.

Cálidos y largos
veranos de aquél pueblo,
huella del tiempo
entre sus piedras detenido,
vivo recuerdo
arraigado en sus rincones,
cual cancerbero
protector contra el olvido.
Fiel Paraíso
que espera mi retorno
para ofrecerme
el recuerdo apetecido.

Copyright © Shikilla

Imagen:
Charo Agraz

13 comentarios:

  1. HOla:
    Me has trasladado al pasado. A los veranos en el campo. En el mío no había girasoles pero sí una hierba alta y vacas, muchas vacas pastando. No se el motivo pero a mucha gente, las vacas, nos dan paz. ¡Ah! si, si, leche también.
    Gracias por hacerme viajar.

    ResponderEliminar
  2. Dulce Shiki, yo soy de Cuenca y recuerdo con añoranza los veranos que he pasado allí, las incursiones a las huertas...donde mis amigos y yo cogíamos tomates y pepinos y nos los comíamos debajo de la higuera, bajo el frescor que nos daba su sombra y la fuente que manaba al lado. Recuerdo noches que...,mi padre y yo, nos íbamos a mirar las estrellas y...él me contaba historias sobre ellas....Recuerdo, esos amaneceres, que me llevaban a trillar y...a mitad de mañana nos tomábamos las migas que nos traían de casa...¡pufff, cómo he disfrutado!.
    En fin,...veranos en la tierra bermeja de mi pueblo...
    ...para ti...

    ResponderEliminar
  3. Hermoso recuerdo de adolescencia en el marco de la naturaleza del pueblo donde se nace con abuelos incluidos.Me hubiera gustado nacer ahi ya que naci en un ambiente urbano.
    Te envio un abrazo desde Santiago de Chile con 6 millones de habitantes , demasiada locomocion colectiva,autos particulares,mucho ruido y contaminacion.
    La verdad es que dan ganas de ir a Castilla nuevamente(estuve en 1996).

    ResponderEliminar
  4. Qué poema tan bonito, sencillo y evocador, como deben ser las cosas bellas.
    Gracias amiga por lograr que mis recuerdos se anclaran hoy en la nostalgia de unas tierras parecidas a las tuyas pero que nunca olvidaré ni renegaré de ellas.
    Un beso y claro que me encantaría recitar tu poema si me dieras permiso.

    ResponderEliminar
  5. ¡Precioso Shikilla! me ha encantado,son los poemas que da gusto leerlos y cuando acabas de hacerlo, te entran ganas de escribir...¡algún día me lanzaré a la piscina, mientras seguiré con mis rimas y te leeré con sana envidia...!
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  6. Gracias, Chechu, sea como sea el paisaje de nuestra niñez o adolescencia, siempre son gratos los recuerdos, en general. Aquellos veranos en los que volvíamos a nuestras raíces, o a las raíces de nuestros padres, porque yo, que soy madrileña, tengo un punto de referencia precioso en el pueblo de mi madre que es de Cuenca, de un pueblo llamado Barajas de Melo, donde vivi todo eso que describo.

    ResponderEliminar
  7. Dulce luna, curiosamente describo, como decía, un pueblo de Cuenca, me halaga que mi poema te haya trasladado precisamente a ese mismo lugar. Un beso, guapa.

    ResponderEliminar
  8. Mónica, aunque yo también soy urbana de nacimiento y casi diría que de vocación, adopté el pueblo de mis abuelos y madre, porque allí era donde pasábamos los largos veranos, de julio a mediados de septiembre, por tanto mis recuerdos más hermosos son de alli. Besos para Chile y para tí, por supuesto.

    ResponderEliminar
  9. Jesús, puedes recitar mi poema, precisamente este mismo lo ofrecí en un recital que di hace un año y pico aqui en Badajoz. Me gustará oirlo en tu voz.

    Gracias y un beso.

    ResponderEliminar
  10. Mari Carmen, te agradezco especialmente, ya que leyéndote a tí, tantas veces evoqué lugares y momentos de mi vida, tú sabes mucho de evocaciones, das forma de un modo maravilloso a tus recuerdos.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  11. Pedro, estoy segura que merecerá la pena leer tus poemas, tanto como las rimas con las que nos diviertes en tu blog, además tú que eres un hombre lleno de vivencias a lo largo de tus viajes por el mundo, nos transportarás a otros lugares a golpe de versos. Anímate y saca fuera ese tesoro que guardas.

    Un beso

    ResponderEliminar
  12. Qué poema tan bello. Me ha encantado regresar a la niñez, de tu mano.

    Del verano de mi niñez, lo que más recuerdo es la hora de la siesta, cuando las calles ardían. Y las noches, hasta la madrugada la gente sentadas en las puertas para paliar el calor insoportable.
    Qué bonitos recuerdos.

    Besos
    http://poemasdeshanna.blogia.com

    ResponderEliminar
  13. Bellisimo poema, bellisimos recuerdos a los que nos has llevado, a ese pueblo "prestado" en el que pasamos muchos veranos y decimos "prestado", porque los que venimos de varias generaciones en este Madrid inmenso, tenemos la gran desgracia de no haber tenido nunca pueblo propio.

    Besotes,

    Ana y Víctor.

    ResponderEliminar

Gracias por dejar tu opinión.