jueves, 5 de febrero de 2009

PEQUEÑOS DETALLES



Los pequeños detalles, esos detalles que nos abren los ojos, nos indican el camino a seguir o encienden las alarmas; la vida es un cúmulo de pequeños detalles, avisadores de lo que ocurre dentro y fuera de nosotros. Y si no, nada más tenemos que pararnos a pensar en qué preciso instante dejamos atrás la niñez para empezar a ser adolescentes, o en qué momento nos plantamos en la juventud, cuándo nos hacemos adultos y cuándo podemos llamarnos maduros, en qué momento pasamos a ser ancianos.

En realidad, lo que nos hace darnos cuenta que hemos traspasado esos imaginarios límites, esos puentes que nos llevan de uno a otro estadio de nuestras vidas, son los pequeños detalles.

Desde hace un tiempo, cada vez que leo algún libro, documento, revista o folleto, trátese de lo que se trate, se repite un pequeño detalle en mi comportamiento, algo insignificante, automático, que, sin embargo, me ha puesto en alerta. Resulta que voy alejando, por medio de mis brazos, la lectura de mis ojos de una manera proporcional al tamaño de la letra y, como resulta que leer con los brazos estirados es bastante incómodo, he decidido ir al oculista.

Después de sentarme en un sillón con una especie de gafas prehistóricas a las que iba cambiando las lentes mientras me acercaba un escrito con diferentes letras, ha dado su veredicto: ¡presbicia!, suena fatal, lo sé, pero si eso suena mal su traducción al lenguaje del vulgo es aún peor: vista cansada. Cuando me lo han dicho en la consulta, aunque solamente tengo media dioptría, inmediatamente han pasado por mi mente la cantidad de abusos a los que someto a mis pobres ojos: leer con poca luz, muchas horas trabajando delante del ordenador y, además, en muchos de mis ratos de ocio, seguir escribiendo y leyendo delante de la pantalla.

Ya me estaba yo culpando por no haber cuidado de mis cristalinos decentemente, cuando me ha dicho la doctora que la presbicia es casi normal con el paso de los años, en una palabra, lo de la vista cansada es literal. Ahí recordé el pequeñísimo detalle de mi estiramiento de brazos para poder ver con claridad las letras de lo que leía, lo cual, me estaba avisando de que había cruzado la línea imaginaria, ese puente del tiempo que hace que mi vista se canse.

No creo que me canse nunca de mirar a mi alrededor con ojos nuevos, los que pienso estrenar cada mañana, sin cristales o tras ellos, que para eso me he comprado tres pares de gafas preciosas, de colores vivos y con mucho glamour, que yo tendré presbicia pero sigo igual de presumida que cuando mi vista, lejos de cansarse, saltaba y corría de mirada en mirada, buscaba, descubría, lloraba, reía y hasta besaba con besos que volaban a un destinatario, seguramente grabado en la retina....Es lo que pienso seguir haciendo, mientras sigan vivas las ilusiones, así que, la vista ya puede descansar enmarcada en mis gafas de colores, porque la necesito y, además, aviso: le voy a dar caña.

13 comentarios:

  1. No pasa nada... ánimo.
    Lo malo es que a lo peor sólo es el principio... que no aumente, cuídatelos.
    Un beso,

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  2. Los ojitos, los ojitos... Es que son dos diamantes que van cambiando ¡sólo eso!
    ¿Hay remedio? ¡sí! pues se pone y solucionado. Con vista cansada o sin ella seguirás teniendo esos dos luceritos en la cara.
    Besos

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  3. ¡Ay Shikilla! con media dioptría de cansancio lo que estás es fresca y vistosa como una amapola en el verde trigal. Eso no es ni "vista cansada" ni "na de na" Debes tener un sexto sentido para darte cuenta de este "pequeño detalle"
    Eso sí, a cuidárselo que tu vida está en pañales.
    Un beso.

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  4. Si la vista cansada es de leer y de mirar la vida con atención, han merecido la pena esa gafas.
    Son los detalles los que nos hacen caminar a un lado y a otro, tenemos que estar pendientes, conscientes de nuestras opciones y decisiones.

    Un saludo

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  5. ¿Solo prebícia...? ¡A mí me han encontrado hasta canas en la retina...! Me dijo el oculista que son debidas a la pila...
    ¡A la pila de años que voy teniendo...!
    ¡Cuídate niña!

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  6. Aguijón, si ya sé que no pasa nada...sólo el tiempo y los años!! :)

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  7. Ay! Jesús, tu visión de poeta hace hermosa hasta la presbicia!! Gracias

    Un beso

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  8. Terly, ¿Cómo decir que eres un encanto dando ánimos?, no te preocupes, son licencias de escritora, sé que solamente es un "pequeño detalle" que me dice que estoy viva y voy teniendo ya un rodaje!!

    Besos!

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  9. Anuskirrum, bienvenida a mi casa que es la tuya, y sí, mucha culpa la tiene mi afición desmedida a la lectura durante toda mi vida, ahora tengo menos tiempo, pero también leo.

    Estoy contigo en que los pequeños detalles son los que nos inclinan la balanca hacia uno u otro lado, hacia uno u otro camino.

    Un abrazo

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  10. jajajaa, Pedro, la pila de años que tienes (según tú, que yo te veo genial, mentirosillo) es prueba
    de que uno va viviendo.

    Una amiga mía dice que si pasando los 40 años, un día te levantas de la cama y no te duele nada....es que estás muerta. Así que ¡venga presbicia!

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  11. Yo no sé cuando se dan eso cambios. Probablemente no sean tales, sino un proceso de la evolución personal normal: ¿te gustaría tener el cabezón que tendrías de bebé? Pues bien, si presbicia viene etimológicamente de πρεσβύτερος, (más anciano), será tan natural como el dejar de ser cabezón/a.

    Sigamos con la vida, tal como es, Shikilla.

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  12. Shiki, me han enviado un "meme" -seguro que tú sabes como funciona- y te he nombrado a ti y dos más. En mi blog tienes la información.

    Espero que aceptes, hay un libro, con autógrafo, en juego.

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  13. Me encanto tu blog, primera vez que lo veo, un beso desde Miami...

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