domingo, 26 de abril de 2009

TAL DÍA COMO HOY...


Como dicen los diarios en su apartado de Efemérides: Tal día como hoy, 26 de abril, con la diferencia de un siglo, nacieron dos artistas, Eugéne Delacroix en 1798 y Vicente Aleixandre en 1898. El primero, pintor francés cuya obra constituye un gran exponente del romanticismo del siglo XIX y cuya influencia se extendió hasta los impresionistas. Aleixandre, como sabréis, poeta español, sevillano por más señas, ganador del Premio Nóbel. Pues bien, he querido dedicar esta entrada a ambos, uniendo la imagen de una de las pinturas de Delacroix y las palabras encerradas en los versos de Vicente Aleixandre.

Espero que lo disfrutéis.


DESPUÉS DEL AMOR

Tendida tú aquí, en la penumbra del cuarto,
como el silencio que queda después del amor,
yo asciendo levemente desde el fondo de mi reposo
hasta tus bordes, tenues, apagados, que dulces existen.
Y con mi mano repaso las lindes delicadas de tu vivir retraído.
Y siento la musical, callada verdad de tu cuerpo, que hace un instante,
en desorden, como lumbre cantaba.

El reposo consiente a la masa que perdió por el amor su forma continua,
para despegar hacia arriba con la voraz irregularidad de la llama,
convertirse otra vez en el cuerpo veraz que en sus límites se rehace.

Tocando esos bordes, sedosos, indemnes, tibios, delicadamente desnudos,
se sabe que la amada persiste en su vida.
Momentánea destrucción el amor, combustión que amenaza
al puro ser que amamos, al que nuestro fuego vulnera,
sólo cuando desprendidos de sus lumbres deshechas
la miramos, reconocemos perfecta, cuajada, reciente la vida,
la silenciosa y cálida vida que desde su dulce exterioridad nos llamaba.
He aquí el perfecto vaso del amor que, colmado,
opulento de su sangre serena, dorado reluce.
He aquí los senos, el vientre, su redondo muslo, su acabado pie,
y arriba los hombros, el cuello de suave pluma reciente,
la mejilla no quemada, no ardida, cándida en su rosa nacido,
y la frente donde habita el pensamiento diario de nuestro amor, que allí lúcido vela.
En medio, sellando el rostro nítido que la tarde amarilla caldea sin celo,
está la boca fina, rasgada, pura en las luces.
Oh temerosa llave del recinto del fuego.
Rozo tu delicada piel con estos dedos que temen y saben,
mientras pongo mi boca sobre tu cabellera apagada.

6 comentarios:

  1. Bonito regalo el que hoy nos haces para un relajo total de fin de semana.Recreo para la vista y el pensamiento.
    Un beso.

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  2. Que gran regalo nos dejas. Exquisita la poesía del maestro, así como la pintura del genial francés. Gracias por deleitarnos con estas dos joyas. Quiero agradecerte,además, tu paso por mi blog "Poemas en rebajas", y los alentadores comentarios que me dejaste. Un saludo cordial desde Badadjoz y mi admiración por tus blogs,por tus poemas...

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  3. Eso sí es una fusión artística y no mucho de lo que nos ofrecen con esa etiqueta.

    Artista, que eres una artista de la fusión... entre otras cosas.

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  4. Parece como si Aleixandre se hubiese inspirado en el cuadro para hacer el poema...
    A veces he pensado que Vicente Aleixandre a pesar de su Nóbel, es el gran desconocido de la literatura española. Infinidad de "escritorcillos" de tres al cuarto, son más conocidos por el "gran público" que este maestro de las letras.

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  5. Bonito homenaje a la vida y al amor... al más allá del amor. El arte que plasma la existencia de tan variadas maneras. Es un placer leer hoy tu entrada, como siempre Shikilla.

    Efectivamente ando con muy poco tiempo, y muy a pesar mío, me resulta difícil actualizar. Creo que pasará la racha pronto.
    Muchas gracias por tu empujón.

    Un abrazo

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  6. Salvo Cela -que era famoso ya antes del premio- el Nobel la verdad es que no ha aportado mucha notoriedad a los españoles galardonados con el mismo: Echegaray, Benavente, Aleixandre...
    En todo caso, creo que Vicente Aleixandre es, de estos tres, el más notable en cuanto a calidad. De alguna manera, supongo que con él se premiaba de alguna manera a la Generación del 27, porque no creo yo que Rafael Alberti, o Jorge Guillén (o incluso si me apurais Gerardo Diego o Dámaso Alonso), que entonces vivían, se lo merecieran menos.
    Hermoso poema y hermosa pintura, Shiki.

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