sábado, 27 de febrero de 2010

CORTES DE MANGAS



Me gustaría contaros una anécdota familiar en la que intervino mi hermano pequeño cuando éste contaba unos 3 años y, acompañado de mi madre, subía en el ascensor de casa junto con otra señora desconocida. La buena mujer, según testimonio de mi madre, tenía un mostacho digno de un sargento de la guardia civil, dicho con todo el respeto, y no es de extrañar que mi hermano, un niño que no entendía de diplomacia y, todavía no había entrado en el mundo de las “mentiras piadosas” o del “saber callar a tiempo”, con su dedito levantado hacia el bigote de la señora dijera: “mamá, esta señora tiene bigote”.

Tras el comentario, y después de un tenso silencio, donde se podía cortar el aire del pequeño habitáculo del ascensor, y de que mi madre deseara que se la tragara la tierra, la señora bigotuda en cuestión increpó a mi hermano casi gritando diciéndole que era un maleducado y un niño “muy malo”, a lo que mi madre, repuesta como por resorte del sentimiento de vergüenza ajena y defendiendo a su cachorro le contestó a la señora queriendo apaciguarla: “señora, el niño no dice nada más que lo que ve”.

Al oír luego la anécdota en boca de mi madre siempre añadía: “menos mal que el ascensor se paró, no pasé más vergüenza en toda mi vida”.

Y es que, la buena educación es algo, no solamente relativo a las circunstancias, sino tan frágil como la verdad, la dignidad, la hipocresía, el eufemismo y la mentira, y todo ello se tambalea si se dan las coordenadas adecuadas.

Sirva esta introducción para comentar el gesto que se ha dado en llamar la “peineta” de Aznar que, por cierto, es un corte de mangas de toda la vida, quizás un poco abreviado (le faltó la parte del levantamiento del brazo) pero eso de “peineta” ¿de donde viene?.

Considerar si fue afortunada o no la respuesta que el ex Presidente del Gobierno dio a los jóvenes que le increpaban llamándole “asesino”, “terrorista”, “cabrón”, "mentiroso” y otra serie de improperios más, no viene al caso, creo que hay unanimidad en que no fue de ningún modo afortunada, sobre todo teniendo en cuenta que había fotógrafos, (sí, con todo el sentido hipócrita de la frase), y si fue afortunada para alguien, fue sin duda para todos los detractores de Aznar incluyendo los miembros del Gobierno;

Para mi el gesto es, sin embargo, comprensible, humano, lógico e incluso lo dulcificó la sonrisa que mostró en la cara mientras lo hacía, no me digáis que no. Una servidora no hubiera sonreído en su lugar y quizás hubiera redoblado los insultos hacia quien los profería, todo ello por varias razones: porque una está harta de ofrecer las otras mejillas, sí, porque ya no vale con ofrecer “la otra”, sino que tienes que tener guardadas muchas y muchas más. Porque hay gente que no entiende los razonamientos verbales, porque defender la dignidad propia y la de los demás, si se tercia, siempre es una buena justificación para saltarse “la buena educación”, y por una última razón, para mí la más convincente, para devolver los continuos cortes de mangas, peinetas, o como se le quieran llamar de las que los ciudadanos en general y la oposición en particular estamos siendo víctimas constantemente por parte de este Gobierno que sí es desafortunado, hipócrita, eufemístico y lo más suave que podría decírsele es que es maleducado.

Ya he criticado en muchas ocasiones desde aquí lo que podríamos considerar los cortes de mangas del Gobierno, esas “peinetas” que lucen con toda naturalidad, como folklóricas en cualquier escenario, paseándolas con talante e insolencia, de manera tan eufemística que nadie diría que son lo que son, una manera de hipnotizar al personal mientras lo van sodomizando "educadamente", así como suena.

La última “peineta” que nos ha colocado el Gobierno haciendo un descomunal corte de mangas a los Derechos Humanos, concretamente al artículo 3 que dice: “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona”, ha sido la aprobación de la llamada eufemísticamente “Ley de Reproducción Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo” o sea una licencia para matar.

El Gobierno se ha limpiado literalmente el culo con la lista del millón de firmas de ciudadanos recogidas en contra de esta Ley.

Un corte de mangas, con todas las de la “ley”, nunca mejor dicho, ha supuesto el espectáculo vergonzoso de las imágenes de Bibiana Aído, Leire Pajín y otros miembros del Gobierno, abrazándose y felicitándose por la aprobación de la Ley, de igual manera que si hubieran descubierto la vacuna para curar cualquiera de las enfermedades incurables existentes hoy en el mundo.

¡Y aún le llaman maleducado a Aznar! Vamos a apearnos de esa hipocresía de una puñetera vez, a desmarcarnos de esta tónica actual de disfrazar la verdad con vestimentas tan frágiles que son solamente harapos que se deshacen en cuanto les llega una ráfaga de viento.

Gandhi decía: " La verdad nunca daña una causa que es justa", entonces ¿por qué se empeña el Gobierno en maquillar todo y ver la paja en el ojo ajeno desdeñando la viga en el propio?.

Al pan, pan y....volviendo a la anécdota del principio, ¡al bigote, bigote!.

martes, 16 de febrero de 2010

BIEN COMÚN


Hoy he estado leyendo un artículo que Adolfo Suarez Illana ha publicado en El Mundo acerca de las palabras del Rey y el llamamiento que hace a los partidos políticos para que se llegue a un Pacto social que acabe con esta crisis en la que nos encontramos inmersos. Os dejo el enlace del artículo en el blog de Suarez Illana porque, sinceramente, me parece muy bueno.

Apunta a un deseo que a casi todos, si no a todos, nos gustaría ver realizado: contemplar como nuestros políticos, sin importar el color de sus ideas, trabajan hombro con hombro para lograr eso que parece utópico y suena a ciencia ficción, el llamado bien común, ¿no debería ser uno de los fines de la Política?.

También habla de la figura conciliadora del Rey y de su misión de arbitraje y moderación, como dice el art. 56 de la Constitución española.

Nada que objetar al artículo de Suarez Illana que me parece, como he comentado en su blog y también en su facebook, impecable, tanto en sus palabras como en sus intenciones, en esas intenciones que, repito, son loables y todos firmaríamos. La buena gente tiene buenos deseos. El hecho de que Gobierno y Oposición se pusieran de acuerdo para unir sus esfuerzos y luchar contra la crisis sería, por supuesto, muy bueno.

Pero lejos de esa visión romántica de la Política como instrumento que capacita a la sociedad para trabajar por el bienestar de todos sus miembros por igual, sin desviaciones partidistas o personales, lejos de ese "bien común" que, como se afirma en el Concilio Vaticano II, "abarca el conjunto de aquellas condiciones de la vida social con las que los hombres, familias y asociaciones pueden lograr más plena y fácilmente su perfección propia" (Gaudium et spes, 74); lejos de todo eso, tanto Gobierno como Oposición mantienen su particular lucha, al margen de las verdaderas necesidades de España. Lucha que, en cierto modo, se justifica con las acciones de cada cual.

El Gobierno, con el agua al cuello y no pudiendo salir solo de la crisis, va echando cabos de cuerda, invitando a todo aquél que quiera tomarlos, ya sea la Oposición, ya sea un alma caritativa, para que le eche una mano y puedan tirar de esa soga y salvarles el trasero.

En esa actitud de autosuficiencia y megalomanía de su líder a la que nos tiene acostumbrados no cabe la palabra IMPOTENCIA igual que no cabía, no hace mucho tiempo, la palabra CRISIS, pero sí caben muchas otras palabras y actitudes que no ayudan para nada a salir de la misma.

La Oposición se ofende y hace bien, porque incluso para pedir algo, Zapatero utiliza el eufemismo ridículo y declara que en la ronda de contactos han dejado para el último a Rajoy, no olvidemos que es el líder del partido más importante después del PSOE, diciendo que es "un gesto de deferencia y no de mala fe". No obstante, Rajoy ha pecado de callarse demasiadas veces, peca de discreto y crédulo. Cree más en Zapatero que él mismo, así que yo confío en que no se deje engañar.

¿Quién puede creer ya a Zapatero? y, sobre todo, ¿quién puede confiar en alguien que cada cierto tiempo dice que ya estamos saliendo de la crisis cuando la realidad es dura y se empeña en desmentirle una y otra vez?. ¿Quizás la Monarquía cree en Zapatero más que en Rajoy?, quiero pensar que no, ni en uno, ni en otro, aunque es difícil esa neutralidad si se dan una vuelta por las oficinas del paro.

En cuanto a la neutralidad, arbitraje, conciliación, mediación, etc.. del Rey Juan Carlos, no digo yo que no crea que es su papel, ya sé que lo dice la Constitución y me parece muy bien que el Rey intente todo eso por el bien de España y de los españoles, pero eché y echo en falta ese tipo de actuaciones reales en otros acontecimientos muy importantes para España, quizás menos materialistas, pero vitales para el futuro de nuestro país, para la formación y desarrollo de nuestros hijos y nietos. Sucesos lamentables que cambiaron el rumbo de la Historia de España o que cambiarán, de producirse, el mañana de este país, hay muchos ejemplos, cada cual que ponga el suyo.

Voltaire decía que el sentido común no es nada común, pues yo creo que hoy en día en la Política el bien común no es nada común.

viernes, 5 de febrero de 2010

OREMOS


¡Vuelvo!, pero no del todo. Mi portátil sigue en la UCI y este ordenador desde el que escribo está para pocos trotes y por si fuera poco se ha quedado obsoleto; en realidad, ambos nos estamos quedando obsoletos, tendríamos que reciclar algunas de nuestras piezas, ampliar memoria e incorporar lo más nuevo de lo nuevo que se invente de hoy a mañana para poder procesar lo que pasa a nuestro alrededor y estar a la altura de los cambios con los que cada día nos sorprenden los políticos, y es que lo que dijeron o hicieron ayer pertenece al ayer, ese ayer del que si no fuera por las hemerotecas no quedarían ni huellas o, como en el caso de Leire Pajín, tratarían de convencernos de que lo que leímos, vimos o escuchamos, no fue ni es lo que ellos dijeron. Vamos, como en el chiste del genial Forges que ilustra esta entrada.




La comprensión de las cosas que me rodean sería mucho más exacta si me hiciera un reciclaje, algo que haga que mis ojos no se queden como platos al leer las noticias y cierre mi boca para que, al menos, no entren las moscas, ya que salir, lo que se dice salir de ella, solamente salen expresiones de esas que se ponen entre signos de admiración, y no precisamente porque admire lo que veo, oigo y siento, sino porque me sorprende y me indigna tanta desfachatez, incoherencia y falta de principios, por cierto, se me deben de haber quedado obsoletos también los principios que siempre creí eran los correctos, o eso o que los cambios en los demás, ya sean de ideas, de actuaciones, de actitudes, de palabras o de creencias, se producen a una velocidad tan vertiginosa como la de la luz.

Será que se aproxima el Carnaval, será que la vida misma es un Carnaval continuo para muchos que viven con la careta puesta constantemente, como una segunda piel. Sea lo que sea, creo que es la hora de quitar las caretas, desenmascarar el propio yo y el ajeno, porque la verdad es lo único que no se queda obsoleto.

Comienzo por mí misma y me quiero quitar la careta del conformismo, de la corrección, del aguante y la resignación ante cosas que me hieren o, cuando menos, me molestan. Estoy harta de ir justificando todo aquello en lo que confío y creo, estoy harta de disfrazar de falsa serenidad lo que me produce un asco nauseabundo, el asco cotidiano de tener que comulgar con ruedas de molino.

Además de la vergüenza propia por lo que he dicho anteriormente, hay una vergüenza ajena que no por ser ajena es menos dolorosa; me duele que haya soldados españoles en Afganistán jugándose la vida y perdiéndola, me duele que los vehículos que usan, los BMR, también sean obsoletos y, de hecho, estén siendo sustituidos por otros más seguros, pero el último soldado muerto (ojalá sea el último), no haya tenido la suerte de patrullar en uno de ellos, ¿cuántos más tienen que morir para sustituirlos de una vez?, a lo mejor no hay dinero suficiente para eso, pero para otras absurdas cosas sí lo hay, como muestra un botón


En esta vida, “que es un Carnaval” para algunos, me pregunto cuándo lleva la careta el Presidente Zapatero: ¿cuando permanece sentado en el desfile de las Fuerzas Armadas ante la bandera de los EE.UU, o cuando pelotea a Obama y mendiga una entrevista como quien mendiga migajas?; ¿cuando arremete contra los católicos y la Iglesia aquí en España, el mismo que se ha autoproclamado abanderado del laicismo y lo lleva a gala, o cuando se une al desayuno nacional de la oración en Washington y cita el Deuteronomio, en una cita incompleta y amputada estratégicamente para no nombrar a Dios?.

Zapatero en el Desayuno de la Oración pidió por los inmigrantes y por los parados, hizo bien, porque es de lo que más tenemos en España. Espero que Dios le oiga, ese Dios al que excluye e ignora en su discurso.


EPÍLOGO.

Cuando era pequeña, en mi colegio se rezaba a todas horas por “la conversión de Rusia”, tanto que yo, hasta bien mayor e incluso después de que Rusia ya se hubiera convertido, gracias a la Perestroika y quiero pensar que a nuestras constantes y reiterativas oraciones, he seguido rezando de vez en cuando por esta digna causa, no sé si por costumbre o porque me parece que “mejor que sobre que no que falte”. Ahora, francamente, Rusia no es quien me preocupa. Me preocupan otras muchas cosas que están más cerca de mí, de mis vecinos y amigos, a la vuelta de la esquina.

Por esa razón, porque hay mucho de qué preocuparse, voy a hacer como cuando pedía por la conversión de Rusia, reforzar la oración de Zapatero, por si no fuera suficiente, y pedir machaconamente, cada día, por la conversión de los votantes que creyeron ver en Zapatero al protagonista de la conjunción interplanetaria que nos llevaría a la gloria, para que abran los ojos y reconozcan las distintas máscaras de Carnaval que se gasta el Presidente.