lunes, 14 de junio de 2010

LA DANZA DEL TIEMPO


La semana pasada he tenido un Curso en Madrid y, a pesar de que siempre me gusta volver a mis orígenes, ya que soy madrileña, a pesar también del paisaje urbanita que me sume en ese anonimato que es sinónimo de libertad, a pesar de todo eso, cada vez que retorno a esta pequeña capital de provincia donde resido, Badajoz, vengo con la convicción renovada de que la fortuna, a veces, o quizás siempre, se convierte en tiempo y es el oro del que se va enriqueciendo la vida.

El tiempo para vivirlo, moldearlo a nuestra manera, regalarlo a los que quieres; el tiempo para ralentizarlo en imágenes y recuerdos, el tiempo para grabarlo en el corazón y en la cabeza; tiempo del alma que espera que se realicen sus sueños, tiempo que bate sus alas y levanta el vuelo, un vuelo sin retorno. El tiempo que atesoras como dueña y señora de cada segundo con el que forma sus horas, el tiempo, incluso, para perderlo a tu antojo.

Porque en Madrid, como en cualquier capital grande, ese tiempo se llena de pasos ejecutando idas y venidas que se cruzan rápidas y anónimas en las calles, pasos acompasados todos, bailando al ritmo de semáforos y cláxones. Es una gigantesca puesta en escena de una danza futurista donde los que venimos de pacíficos remansos provincianos parece que llevamos el paso cambiado.

A fuerza de entrenamiento, uno acaba por acompasar su paso al del resto de bailarines, yo justo he cogido el ritmo cuando tenía que volver a mi ciudad.

Siempre que vuelvo a casa el primer impacto es la sensación de quietud y silencio, aqui está el tiempo adormecido, sesteando en el calor del hogar, esperándome. Me pregunto qué hago con ese regalo diario que me da la vida y del que tomo conciencia cada vez que regreso, en qué invierto el oro descubierto, por enésima vez, bajo la losa pesada de una ceguera constante, de una búsqueda sin pausa de motivos o razones por las que quejarme, incluso, de la falta de ese mismo tiempo.

Solamente hace falta volver la cabeza, abrir los ojos, cambiar por unos días tu vida, para tener la perspectiva suficiente y descubrir lo que poseemos, todo aquello que la cotidianeidad no nos deja ver. Y es que vivimos tan obsesionados pensando en lo que nos falta que no podemos apreciar y valorar en su justa medida aquello que ya tenemos.

15 comentarios:

  1. Que sí, chiquilla Shikilla, que si la vida es tiempo, al fín, desperdiciarlo es morir a destiempo. Por lo menos esa es la sensación que tengo yo cuando acudo a la gran ciudad que me queda próximal.

    Prefiero aprovechar el tiempo con la gente de mi elección... por ejemplo...

    Besos.

    ResponderEliminar
  2. Rematas tu escrito de forma magistral y llena de razón.
    Madrid "me mata" ¿recuerdas aquella frase?
    Me gusta tanto Madrid que estoy deseando residir en un pueblecito para añorar sus pasos. Sigo mintiendo, me iría de Madrid en busca de la tranquilidad.
    Besos.

    ResponderEliminar
  3. No hay que obsesionarse con lo que nos falta, pero tampoco despreciarlo, o hacer como que lo despreciamos, como hizo la zorra de la fábula con las uvas. Lo que ya tenemos es la tranquilidad, lo que nos falta es el estímulo. Besinos.

    ResponderEliminar
  4. Anónimo2:08 a. m.

    Hola shikilla, para gusto los colores. Yo por ejemplo, me quedo con Madrid, para toda la vida: ¡de Madrid al cielo!. Tengo mis puntos de referencia, mi vida, mis sitios, mi gente, mi familia y encima me gusta, qué mas se puede pedir?.

    Tengo la suerte de vivir donde quiero.

    Yo no noto ese agobio -aunque se que lo hay-, porque he vivido siempre en él, forma parte de mi. Es más, hecho de menos Madrid cuando estoy tiempo fuera de él.

    Conozco Badajoz, una ciudad, sin ninguna duda, donde se vive fenomenal, para pasar unos días genial, pero para vivir...; no porque se este mal, sino simplemente porque yo necesito más marcha, bueno no más marcha, sino Madrid.

    Saludos

    ResponderEliminar
  5. Yo he pasado en Madrid años de juventud inolvidables, los recuerdo con gran cariño y nostalgia, pero conozco muy bien las ciudades de Extremadura y añoro con gran nostalgia su forma de vida, sus gentes y el tiempo, que da de sí como una goma elástica, solo hace falta querer tirar de ella.
    Un beso.

    ResponderEliminar
  6. Juan, me encanta eso que has dicho, "desperdiciarlo es morir a destiempo", tienes mucha razón, y creo que es pecado grave desperdiciar el tiempo.

    Gracias por esa reflexión.

    Besos

    ResponderEliminar
  7. Jesús, tú de vez en cuando tienes tu paraíso verde para acudir a él a tomar fuerzas. Pero, te confieso que a mi me encanta Madrid, pero para vivir me parece muy estresante.

    Besos

    ResponderEliminar
  8. Te entiendo yo vivo en la tercera capital de España y tengo la suerte de que por tamaño aun la considero habitable, aun no es un mounstruo como Madrid y Barcelona, es mucho mas dulce y llevadera. Solo en las distancias te permite disponer de algunos minutos mas, soy urbanita, pero ante una megaciudad, me quedo con Badajoz.

    ResponderEliminar
  9. Panta, cierto que todo no puede ser tranquilidad, también necesitamos ese estímulo diario que nos empuja a hacer cosas, salir de casa, iniciar proyectos, etc... Lo ideal sería una mezcla de una cosa y de la otra.

    Un beso

    ResponderEliminar
  10. Anónimo, a mi me encanta Madrid, soy también urbanita, pero el tiempo me obsesiona, no sé por qué, pero es así, y me da la sensación de que en Madrid ese tiempo se me hace pequeñito.

    Lo cual no quita para que me guste, como he dicho.

    Saludos y gracias por comentar, aunque me gustaría poder dirigirme a alguien con nombre o nick :)

    ResponderEliminar
  11. Terly, querido amigo, los años de juventud se han alargado como una goma elástica contigo. Extremadura es lo que tiene.

    Un beso :)

    ResponderEliminar
  12. Carlos, yo también me quedo con Badajoz, pero de vez en cuando me gusta ir a Madrid, aunque sea para correr de un lado a otro.

    Un saludo

    ResponderEliminar
  13. Hola Shikilla: Primera vez que entro aquí y creo que arrimaré una silla y me quedaré, si me lo permites.
    Me gusta lo que dices y cómo lo dices. Regresar a las raices, es reencontrarse, tomar aliento para poder seguir.
    Un abrazo
    BB

    ResponderEliminar
  14. BB, gracias por tu visita y comentario, aqui siempre tienes una silla, voz y, si alguna vez hacemos elecciones de cualquier naturaleza, también un voto :).

    Reencontrarnos siempre viene bien y las raíces nunca hay que olvidarlas porque siempre ayuda a crecer saber de dónde vienes, asi que te doy toda la razón en eso que dices.

    Saludos y bienvenida :)

    ResponderEliminar
  15. Anónimo8:39 p. m.

    Me ocurre lo que a ti,soy de Madrid pero no puedo con las prisas ni con el run run constante, doy gracias a la vida que me trajo a la ciudad en que vivo en donde aún se puede disfrutar de otra tranquilidad, en donde el tiempo adquiere otra dimensión.
    Madrid, en la lejanía, para disfrutar todo lo que ofrece de vez en cuando para ponerse al día...pero para vivir vivir lo que se dice vivir...yo en Madrid se que ya no podría.Un saludo

    ResponderEliminar

Gracias por dejar tu opinión.