domingo, 31 de julio de 2011

BADAJOZ EN JULIO


Badajoz en julio, así en principio, suena a martirio chino de calor inagotable e insufrible, a encierro en casa con la compañía del aire acondicionado, a buen recaudo del asfalto caliente; Pero afortunadamente los tópicos no son siempre verdad y este verano, además de tantas otras cosas, he descubierto otro agosto y otro Badajoz, otras gentes y otros lugares, éste tiene el encanto de las cenas bajo las estrellas y a la luz de las velas, la conversación tranquila, inteligente, pausada. Unas veces profunda y otras con esa dulce superficialidad que pasa rozando todos los temas, acariciando la actualidad, pero siempre amenas y divertidas. El cambio del abanico por el chal sobre los hombros cuando pasa la una de la madrugada y el chupito de vodka caramelizado poniendo punto final a la cena, y siempre un punto y aparte en la noche.

Los paseos por la parte antigua, plaza alta, alcazaba, etc.. descubriendo rincones aún, inexplicablemente, desconocidos para mí, a pesar de haber vivido aquí durante muchos años y descubriendo también otra luz, la luz que se derrama en rojos y naranjas al ponerse el sol en el horizonte, quizás ya vistos en algún momento, pero reinventados para mí ahora, hacen que, por unas horas, el universo se concentre en ese punto preciso que vivo y comparto con quienes están conmigo.

Badajoz y el mes de julio ya no son una pareja imposible, un maridaje imperfecto o una opción desechable, Badajoz y julio ahora son como esas parejas de las que nadie da un duro por ellas y siguen ahí, a pesar del tiempo, saltando obstáculos y baches, sobreviviendo y alimentándose del amor y de los besos inventados por y para ellos. Badajoz y julio solamente necesitaban un cambio, el cambio de horizonte y de color, una mano de pintura nueva y otros cristales tras los que mirar sus días.

Lo mejor, como siempre, la compañía, aquellos con los que compartimos tiempo y palabras, miradas y sonrisas. Compartir nuestra vida es siempre un acto de generosidad, el tesoro de nuestro tiempo, que vamos repartiendo como semilla que algún día será grano, a lo largo de los años, se sembró, se siembra y se sembrará en los otros con distintos resultados, el fruto no siempre será aquel que esperamos....o sí, pero no será culpa o mérito sólo del que puso la semilla, sino de la tierra donde ésta cayó y cómo y cuánto la regamos.

Hablando de amistad, me encanta esta frase de Khalil Gibran “No busques al amigo para matar las horas, sino búscale con horas para vivir”.

Y en eso estoy ahora, intentando vivir este agosto del mismo modo en el que he vivido julio, hasta que mis vacaciones lleguen y el mar recoja mi canción o mi lamento, dependiendo del día, dependiendo del espíritu y, sobre todo, de esta vida que me sorprende, cada día, con sus cosas...

domingo, 10 de julio de 2011

LA LOCA Y SABIA MADUREZ





Cumplí años hace unos días y, reflexionando después sobre la edad acumulada, que ya no es una carga ligera como antes, quise, en un primer momento, acallar los pensamientos que derivaban hacia derroteros algo pesimistas, con los mismos tópicos de siempre, a saber: madurez, experiencia, sabiduría, etc...palabras que me son ajenas totalmente, que se me hacen grandes y demasiado valiosas como para adornar con ellas una verdad impepinable e ineludible, pensé : ¡me estoy haciendo mayor!.

Siempre, la primera idea que se me viene a la cabeza cuando despunta el 8 de julio es la alegría, la expectación, la misma ilusión de cuando tenía diez, once, doce años..... pienso en la fiesta, en los regalos, en las felicitaciones, etc. Si soy sincera, también ha sido así este año, y prefiero esa inocente despreocupación, espontánea y sin adulterar, el primer sentimiento que me embarga, a la reflexión taciturna, melancólica y con visos de “sabia madurez” (sí, ¡qué horror!), que me obliga a replantearme mi alegría inicial y echar un vistazo, aunque sea de reojo, a mi DNI, para evaluar objetivos, asuntos pendientes, metas, un examen en toda regla a mis logros o proyectos....todo eso que quiero hacer antes de ser “mayor”, si la vida tiene a bien darme tiempo y ganas.

Lo habitual es que en un año no se produzcan grandes cambios en cualquiera de nosotros, trescientos sesenta y cinco días no es un período tan largo como para eso, pero a veces sí, excepcionalmente, se alinean los planetas y los astros y todo lo que tu mundo encierra juega a las cuatro esquinas y cambia de lugar o se esconde... o desaparece.

Entonces, el tornado del tiempo, caprichoso y juguetón, levanta una polvareda que lo envuelve todo, esparce moléculas con sus cargas eléctricas por todos los rincones y ese mundo conocido, amable o no, querido o temido, banal o profundo, sufre transformaciones que el alma tiene que asimilar y el corazón ha de acomodar en los espacios vacíos que quedan entre los recuerdos y afectos, obligando a apretarse a las costumbres y rutinas contra los sueños por cumplir y los besos que aún no hemos dado y esperan su turno, pacientemente.

¡Qué poco es un año¡ y, sin embargo, ¡cuantos trocitos de vida en cada uno de sus días, de sus horas y minutos!, qué poco es un año y, sin embargo, cuánto nos cuesta confesarlo abiertamente, coquetería femenina que, tal vez, no lo he pensado nunca, no le haga ninguna gracia a la vida, que generosa nos regala cada uno de ellos. ¡Cuesta tanto decir la verdad, en estos casos!. ( A mí, por lo menos).

Seguramente, cuando el tornado pase, nos encontremos con un espectáculo nuevo de confusión total en esta casa nuestra de amor y desamor, miedo y cansancio, silencio y palabra, un revoltijo en el que lo viejo, lo nuestro de siempre, se mezcla con cosas que el mismo tornado trajo, nuevas y de otros lugares y descubramos que, como dice un mantra de Swami Tilak “En lo más profundo de la noche, empieza la madrugada”. Ahí es donde tenemos que dar la talla, organizando de nuevo las cosas y el espacio donde hemos de vivir a partir de ahora. Bueno y malo conviven bajo nuestro cielo, duermen sobre nuestro lecho, cobijándose en nosotros.

Reflexionando sobre todo esto, descubro que definitivamente no es malo pensar que me hago mayor, no es malo cambiar de rumbo si las circunstancias de la vida así te obligan, no es malo despedir sin rencor aquello que ahora es un lastre, aunque antes no lo fuera, un lastre al que nos habíamos acostumbrado y que incluso queríamos, no es malo que otras cosas nuevas ocupen el lugar de lo que ya sólo es recuerdo, porque a lo mejor ése es el camino hacia la madurez. Y madurez no tiene por qué ser sinónimo de vejez, hasta el diccionario de la RAE lo dice: 3. f. Edad de la persona que ha alcanzado su plenitud vital y aún no ha llegado a la vejez...Aún no ha llegado a la vejez!!


Anoche cometí locuras, y mañana, tal vez, las cometa nuevamente. Ayer amé y anteayer, y puede que pasado mañana siga amando, y el amor no cambia ni se hace mayor en mi corazón, tiene el mismo brillo que siempre tuvo, me da la misma fuerza de siempre, porque, como decía Gandhi “Un cobarde es incapaz de mostrar amor, hacerlo está reservado a los valientes”.

Pues aquí estoy, con un año más, y algunas cosas y gentes de menos, pero también con cosas y gentes nuevas. A los que se fueron por propia voluntad, mi adios agradecido, a los que yo despedí, también mi gratitud por el ayer compartido, a los que han llegado nuevos, mi bienvenida calurosa, entusiasmada, ilusionada, sonriente y feliz de hallarles. A los que siempre están ahí, el cariño y la promesa de un intento constante de no defraudarles. ¡Ojalá lo consiga!.

DEDICATORIA: Para Ottokar, para que, año tras año, conserve el cetro de su imaginación, siempre exista un Castillo de Kropow donde perderse y un reino de Syldavia que cuidar..Aún existe una Bianca Castafiore para los que se sienten capitanes Haddock.