sábado, 29 de octubre de 2011

ANTES DE LOS BESOS DE INVIERNO



Casi tres meses es demasiado sin asomarme a este balcón donde, echando a volar las palabras, vuelan en ellas mis sentimientos y esos trocitos de alma que siembro esparciéndolas al azar, por si alguna se hace fruto que otro pueda recoger y aprovechar.

En tantos días como he estado sin escribir caben muchas cosas, pero, en el fondo, continua todo como siempre. Personalmente, novedades pocas, salvo el pasar del tiempo con sus múltiples ofrendas, unas veces tristezas antiguas de un pasado que se niega a marcharse y otras, las alegrías nuevas de un futuro cargado de promesas que son incógnitas y que vienen envueltas en ese papel que yo pinto de uno u otro color, según el día. Justo entre unas y otras cosas, está mi presente y el presente de todos los que comparten espacio, tiempo e Historia conmigo. Un presente repleto de noticias; nuevas, que no son, lamentablemente, todas buenas.

Pasó el verano y ha llegado este otoño trayendo las uñas de la crisis y del frío largas y afiladas, arañando con ellas los días, los bolsillos, la esperanza y hasta las gargantas dejándolas con sabor a ibuprofeno, así no hay besos que aguanten hasta el próximo verano, ni esperanza, ni optimismo que resista el embate traicionero de la inflación o de cualquiera de los últimos acontecimientos que asolan España, lo mejor será inventar besos de invierno cálidos, suaves y tiernos, esos besos que van unidos a largos y apretados abrazos que te transporten a aquel lugar seguro de tu niñez, donde pensabas que nada ni nadie podían hacerte daño; Lo mejor será pensar en experimentar nuevas fórmulas que curen, de una vez por todas, la imbecilidad de algunos políticos, a los que dan ganas de mandar a tomar....vahos de eucalipto.

Inventar también un ibuprofeno especial para la hinchazón de las narices de todos los que están hartos de tantas cosas, de engrosar esa interminable lista ya de cinco millones de parados, hartos de que el Gobierno actual, en un alarde hipócrita e indignante reclame memoria histórica unas veces, y otras, ejercite la desmemoria más indignante, olvide y quiera hacernos olvidar, que una banda de asesinos mataron a casi mil españoles, y que comulguemos con ruedas de molino, haciéndonos ver que esos asesinos son héroes llegados de una guerra imaginaria en la cual ninguna de sus víctimas participaba, hartos de que en su desmemoria convierta en “buenos” a los malos y a aquellos a quienes les arrebataron sus vidas, traten de esconderles tras el muro vergonzoso del olvido.

En esas estamos y estoy, ¡qué fácil sería todo si hubiera alguna medicina que curara el dolor del alma de igual manera que quita el dolor del cuerpo!. Pero resulta que no, que la vida duele, y se espera de nosotros que seamos fuertes para vivirla, sin dejar de luchar por lo que creemos y lo que queremos. Habrá que serlo, porque detrás de nosotros vienen nuestros hijos y algún día vendrán los hijos de nuestros hijos, y no quiero que haya un solo momento en el que piensen que yo me rendí.

A la espera de los besos del invierno, nos vendrá muy bien ese abrazo cálido y apretado que nos transporte al lugar de nuestra infancia donde nada ni nadie puede hacernos daño, aunque sea por un momento, lo justo para tomar fuerzas y seguir viviendo.