lunes, 17 de diciembre de 2012

SU NOMBRE ES EL SEÑOR



¿Cómo fue...?

...Y aconteció que estando ellos allí, se cumplieron los días de su alumbramiento. Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón”.

Estas palabras son para ti que dices tener fe y te llamas cristiano, para ti que vas cada domingo al templo y eres Iglesia porque estás bautizado, y siendo para ti, también lo son para mi que me llamo todo eso contigo.

Pero si tú no eres cristiano, ni tienes fe, ni vas a celebrar la Palabra al templo, ni estás bautizado, o estando te sientes ajeno a Cristo, quizás también sean para ti inspiración de algo bueno, porque hablan el idioma universal del amor, y el amor no tiene color, ni raza, ni religión, aunque yo ahora te hable desde la mía.

Son las palabras del Evangelio según San Lucas, donde narra cómo vino Jesús al mundo. ¡No había lugar para ellos!, nos dice, nadie quería acogerlos, y resulta paradójico que habiendo pasados tantos siglos, aún no hayamos podido encontrar un lugar donde acoger al Señor. Aún no sabemos muy bien donde colocarlo y lo que hacemos, sencillamente, es decirle que no hay sitio, cerrar puertas y ventanas. Tenemos el alma herméticamente cerrada, Jesús no encuentra donde nacer.

Y es que buscamos para Él tronos tapizados de ricas telas, o rincones tan alejados de la luz del día que hay que poner luminarias, lo hemos elevado a lugares donde la mano no alcanza, ni la vista apenas puede ver las heridas eternamente sangrantes de sus manos y pies, de su costado.

Y ese bebé recién nacido que es el Jesús más amable a la vista y a la conciencia, esa imagen del niño que hemos pintado según nuestras costumbres y culturas, cambiante según el rincón del mundo donde llegue, esos innumerables ropajes que le hemos puesto y la multitud de rostros que le hemos dado al Señor, apenas dibujan la infinitud de los que realmente tiene.

Porque Él es todas y cada una de las caras que nos cruzamos por la calle, porque su mirada son todas las miradas y su voz todas las voces, siente el frío y el calor y el hambre, siente la guerra y la sed; Siente cada día cómo el sol se pone y aún hay niños que mueren porque no nos acordamos de darles de comer, porque aún nuestra conciencia no grita lo suficientemente alto para que la escuchemos. Siente que estamos construyendo un mundo en el que los niños matan a los niños, ¿qué clase de sociedad destruye la esperanza de su futuro como estamos haciendo nosotros?. Cristo siente que no hay espacio para el amor porque tenemos ocupado todo con la ira y el odio que nos enfrenta.

El auténtico brillo de la Navidad, las luces y las sombras de este acontecimiento que queremos celebrar, son nuestras propias luces y sombras. Vendrá cuando dejemos que el Amor venga, vendrá cuando queramos de verdad darle cobijo, porque, mientras tanto, está y no le vemos, está y no sabemos cómo llegar a Él, mientras no sepamos como llegar al prójimo. ¿Recordáis esta canción que cantamos los Domingos en el templo?

Con vosotros está 
y no le conocéis. 
Con vosotros está, 
su nombre es el Señor. 

Su nombre es el Señor y pasa hambre, 
clama por la boca del hambriento, 
y muchos que lo ven pasan de largo 
a caso por llegar temprano al templo. 
Su nombre es el Señor y sed soporta, 
está en quien de justicia va sediento, 
y muchos que lo ven pasan de largo 
a veces ocupados en sus rezos. 

Su nombre es el Señor y está desnudo, 
la ausencia del amor hiela sus huesos, 
y muchos que lo ven pasan de largo, 
seguros al calor de su dinero. 
Su nombre es el Señor y enfermo vive, 
y su agonía es la del enfermo, 
y muchos que lo saben no hacen caso: 
"tal vez no frecuentaban mucho el templo".

Su nombre es el Señor y está en la cárcel, 
está en la soledad de cada preso, 
y nadie lo visita y hasta dicen:
"Tal vez no era uno de los nuestros". 
Su nombre es el Señor, el que sed tiene, 
quién pide por la boca del hambriento, 
está preso, está enfermo, está desnudo, 
pero Él nos va a juzgar por todo eso.




sábado, 3 de noviembre de 2012

CORAZÓN ENAMORADO




¡Qué cosa tan rara es el amor! Y qué grande y bella, y qué desconcertante, y que....

¿Cuántos adjetivos más, inventados o no, podrían definirlo?. Todos tenemos una historia de amor, una historia que hemos vivido, vivimos o esperamos vivir, una historia única que, sin embargo, son muchas, porque el amor se multiplica y crece en ese preciso instante en el que se cruzan dos miradas, se rozan unas manos, se siente el aliento del otro al escuchar el susurro leve de las palabras soñadas.

Entonces, es cuando el corazón se pone su mejor túnica, se viste con el mejor color, despliega toda la magia y la esencia concentrada en su interior y se convierte en el número uno de todos los corazones posibles, en el ¡corazón enamorado!.

Y esa túnica que viste el corazón enamorado le da los superpoderes más grandes, puede salvar obstáculos de incomprensión, saltar vallas de aislamiento, subir montañas de imposibles, y cruzar valles de soledades infinitas, para llegar a otros. El corazón enamorado, sabe volar por encima de las nubes, atravesar los océanos, correr bajo la lluvia y trepar por los muros más altos.

Ese corazón es el que mejor sabe asomarse a los ojos de quienes lo poseen, sube e inunda la mirada de una luz tan hermosa, que delata su presencia al mundo. Acaricia la garganta y hace que nazcan las palabras más bellas, suban y se asomen a la boca y salgan volando como minúsculas mariposas con alas hechas de sonidos.

El corazón enamorado es el que regala amaneceres dorados, busca y encuentra los rincones donde los besos viven eternamente y elige la canción precisa que acaricia y emociona el alma. Pinta con acuarelas los almendros en flor y el azahar de los naranjos, con el mismo blanco azulado con que pinta la nieve en la cima de la montaña y hace que parezca un inmenso pastel de chocolate coronado con un chorreón de nata.

Pero lo que mejor hace el corazón cuando está vestido con la túnica del amor, con la misma que le hace ser, mi...tu....vuestro....nuestro....corazón enamorado, lo que borda como nadie, lo que le hace elevarse por encima de lo mortal, revestirse de una luz que se enciende y apaga a lo largo de la vida, mientras vamos caminando, es amar, amar sin descanso, sin límites, sin tregua; amar sin hora ni fecha, amar sin nombres ni apellidos, sin cifras ni estadísticas, sin distancias. Amar por amar a quien amas.

Este corazón enamorado, que parece que estrenamos, cada vez que el amor nos toca y trastoca nuestra vida, poniendo todo al revés....o al derecho, es el mismo corazón que late apresurado cuando ves que se acerca el amado o la amada, es el mismo que enciende las mejillas y acelera la respiración, el que nos hace sentir vivos. Bendito corazón enamorado.


DEDICATORIA:

(A los que esperan que el amor llame a su puerta, a los que se levantaron y fueron en su busca, a los que el amor les sorprendió mientras luchaban, a los que tantas veces le dieron la bienvenida y le regalaron adioses, y a ti, mi héroe de gestas cotidianas, que me enseñaste a creer en los milagros , en esos que son obra de quien ama)


sábado, 1 de septiembre de 2012

DE LUNAS Y PARAÍSOS






Anoche soñé con la luna. No era azul, ni blanca, tenía el mismo color de tu mirada en ese preciso, minúsculo instante que media entre el deseo y el beso, cada vez que me besabas.

¡Cómo se quedan los colores en la memoria! Igual que se quedan los paisajes, los sabores de nuestra infancia y los olores...recuerdo el olor de la colonia que usaba mi madre en los días especiales, cuando era fiesta y mis hermanos y yo subíamos en el Seat 600, que mi padre conducía como si fuera el último modelo de Fórmula 1 para familias, y acudíamos a algún evento familiar: Bodas, comuniones, bautizos, de esos eventos en los que las mujeres de la familia, abuelas, tías, primas, te dejaban la huella de sus besos en las mejillas con distintos tonos de carmín. Un carmín, por cierto, mucho más permanente que el que usamos ahora, ¡tardaba siglos en quitarse de la cara!.

Pues eso, que anoche soñé con la luna, con una luna que no era, desde luego, la que pisó Armstrong, que ahora probablemente la esté viendo desde una perspectiva desconocida, para él y para todos, allí donde pueda estar.

¡Cómo cambian los lugares donde ponemos el espíritu de los que ya se han ido, según nuestras preferencias!. A mí me gusta pensar que todos los seres que he amado y ya se han ido están en el mismo lugar, incluso aunque entre sí no se conocieran.

Un lugar evanescente, de suelos blandos y ligera brisa, un lugar con hilo musical en el que suenen, no las arpas que tan poco me dicen y me son tan desconocidas, sino aquella música que me llena, me eleva y hace vibrar mi espíritu. ¡Quién sabe! Lo mismo Frank Sinatra o Loreena Mckenitt, o los mismos Panchos, con algún bolero romántico.

Quizás es una manera cómoda de imaginarlo, reunir mis afectos en ese lugar común facilita en mi pensamiento el hecho de que, cuando yo llegue, todos estarán ahí esperándome, sin que tenga que dispersar el amor que les tenía.

¿Y en la luna? ¿habrá gente que coloque sus muertos en la luna, aunque sea con el pensamiento?. Desde luego, si yo lo hiciera, si pensara en la luna como ese lugar acogedor de las almas, me gustaría pensar que era una luna azul, o de un blanco inmenso, puro.

Aunque, si he de ser sincera, si fuera mi alma la que tuviera que acomodar en la luna, me gustaría que fuera de ese color, indescriptible, maravilloso, unión de todos los colores de mis recuerdos infantiles, de todos los vuelos que emprendió mi alma desde que lo vi, ese color con que he dibujado desde entonces el Amor...ese color de tu mirada, en el minúsculo instante que mediaba entre el deseo y el beso, cuando me besabas.




viernes, 13 de julio de 2012

¡AY, ESTE CORAZÓN FUNCIONARIO!




Hoy tengo el corazón...¡no!, no lo tengo en carne viva, lo tengo a 0 grados, pero los 0 grados que son ni frío ni calor, ni chicha ni limoná, ni triste ni alegre, ni fu ni fa. Bombea lentamente, para no gastar energía, creo que está empezando a ahorrar sangre para cuando vengan las estrecheces del invierno.

Los recortes le han hecho indolente, ni siente ni padece, ni se conmueve, ni aflige. Insensible al frío y al calor, se ha quedado como quien oye llover, al margen de todas las cosas. Yo creo que todo eso lo hace para ahorrar sangre, ya sabéis, esa sangre que corre por las venas llevando la pasión y los sentimientos a cada célula de nuestro cuerpo. Quiere dejarme en un limbo cómodo de venda en los ojos y oídos tapados. Me recuerda a mi hijo cuando se coloca los cascos en los oídos con la música a tope, para no escuchar lo que no quiere, para aislarse de las órdenes y recados que yo le mando a gritos y ¡no hay manera de que oiga!

Este corazón mío de hoy, es un corazón avestruz, hundiendo la cabeza en un agujero, bajo la tierra, para no mirar cara a cara lo que se nos viene encima, o lo que ya tenemos, que no es poco.

Pero ¡ojo! Que no es un corazón cobarde, no confundir las cosas, por favor. Este corazón que ha vivido muchas cosas, buenas y regulares, este corazón mío que ha vivido despedidas hirientes, bienvenidas maravillosas, idas y vueltas, besos, lágrimas, deseos, amor y desamor, y tantas y tantas cosas, no puede ser cobarde ahora, porque no se lo puede permitir.

Este corazón está por un tiempo fuera del espectáculo, instalado en el ambigú cómodamente, esperando que termine el intermedio que se ha dado, ¡¡tan sólo un fin de semana!!, para ahogar los gritos, malas caras, insultos, palabrotas, juramentos y todo ese tipo de cosas que malgastan la sangre, las energías, las fuerzas y nos dejan hechos unos zorros, aunque liberen esa adrenalina acumulada que deseamos liberar de vez en cuando.

El lunes, este corazón, de nuevo, recobrará el palpitar diario, y subirán sus grados, poco a poco....recuperará la pasión, los sentimientos, y se convertirá en ese músculo activo que yo espero sea por muchos años el que me mantiene viva. Porque, vivir, mejor o peor, con mayor o menor estrechez, ya seas funcionario o no, vivir, es la prioridad en mis planes a corto, medio y largo plazo.  



domingo, 27 de mayo de 2012

A CAL Y CANTO


He decidido cerrar el corazón a cal y canto. Cualquier cartel que los años hayan puesto en él, será quitado o quedará en el olvido. Ni se vende, ni se alquila, ni traspaso, este corazón que siempre estuvo y está, que va conmigo.

Tan sólo será un músculo que late, una fuente de donde mana la vida, pero ya no albergará otra cosa que la sangre que va y viene por mis venas.

Tantas veces le he puesto en peligro y abrí de par en par sus puertas, dejando que se colara la lluvia a veces de promesas, a veces de esperanzas baldías, dejando que el invierno le helara con la nieve del adiós inoportuno.

Tantas veces le hice saltar de gozo y la locura le exprimió con todas sus fuerzas, o le expuse a las miradas de extraños que encontré en mi camino. Tantas veces le doblé para entregarlo como regalo de algún aniversario, que ya no tiene protección ninguna, se le fue la capa de cordura que protegía sus paredes y ahora el engaño, el dolor, el desgaste con el paso de los años, están logrando empañar su antigua belleza y la inocencia va perdiendo su brillo.

A cal y canto, a buen recaudo, ni siquiera una rendija que deje entrar el sol de primavera, o la lluvia en las tormentas de verano, ni la nieve de tristes despedidas, pero tampoco entrará la alegre canción del amor nuevo o el brillo de una ilusión recién llegada. Aquellos sueños que aún están por cumplir o los deseos que albergaba hasta ahora, se quedarán ahí, esperando que algún día caduquen y desaparezcan. Toda moneda tiene una cara y una cruz y hay que elegir cuál nos hace más felices o, al menos, cuál nos hace menos daño.

Cerraré el corazón a cal y canto, y trataré de llevarlo escondido, para que no le rocen las miradas, ni las palabras, ni el aroma de las flores, ni el color del cielo en las puestas de sol. Protegiendo con mis manos y mi cuerpo ese trozo de mí repleto de vivencias, que ahora disfrutará su retiro, una cura de olvido, de silencio, adiós a la odiada lejanía, a la cruel ausencia, a todas las cobardías que arañaron sus paredes. A cal y canto, queda mi corazón a la espera de que llegue la cabeza hasta su altura.

miércoles, 23 de mayo de 2012

QUESO PARA TODOS



Me pregunto por qué los sindicatos se movilizan justamente ahora que vamos de culo y cuesta arriba, como suele decirse. Pasean banderines, camisetas de colores, pancartas, etc..todo lo cual,  por lo visto,  quieren amortizar sacando a la calle día sí, día también.

Todo eso es muy respetable, no digo yo lo contrario, pero a mí estas salidas y reivindicaciones,  no pueden dejar de parecerme ahora fuera de lugar.

Es como si, cuando un barco se estuviera hundiendo y,  todos los pasajeros estuviéramos con el agua al cuello, las ratas se amotinaran masivamente pidiendo queso de bola porque el de Gruyére tiene demasiados agujeros. Pido que, por favor,  este ejemplo se lo tomen como lo que es, solamente un ejemplo, no es mi intención llamar ratas a los que asisten a las manifestaciones, pero sí, desde luego, a los Sindicatos.

Hemos estado creyendo durante años que la bodega del barco estaba llena de queso, que podíamos derrochar no solamente ese queso, sino el que ni siquiera teníamos, incluso gastamos de manera absurda e inconsecuente en frivolidades y delicatessen sólo al alcance de los barcos más lujosos, nos sentíamos los reyes del Mambo.

A  toda esa locura colectiva, contribuyó, sin duda,  la palabra de ánimo,  optimista, confiada y exultante de triunfalismo de la antigua tripulación del barco, encabezada por su capitán que, emulando al flautista de Hamelin, hipnotizaba a todos con la flauta de sus palabras,  enarbolando con alegría la bandera de la modernidad y el progreso ( iniciales ZP rampantes sobre fondo rojo),  exhibiendo fotografías de los quesos más hermosos, hologramas apetecibles que bautizaba con nombres rimbombantes, como la denominación de origen “Alianza de las Civilizaciones”;  haciendo márketing eficaz y continuo de la Igualdad, rayando en lo cómico su obstinación en este apartado (o apartada),  y otras,  que no voy a enumerar y que luego,  tristemente, hemos podido comprobar que sólo existían en su imaginación o que únicamente han contribuido a abrir viejas heridas o confundir al personal con promesas incumplidas.

Hemos creído que todo ese queso ¡que  no veíamos!, era además,  lo mejor de lo mejor, hasta que ya, imposible de ocultar la realidad  con esperanzas vanas y, aún peor, falsas,  la embestida feroz del gran tsunami de la crisis,  nos ha hecho abrir los ojos de repente, despertar de ese sueño inducido en el que estábamos,  y nos hemos dado de bruces con la realidad, y ésta consiste en que todo lo que tenemos son unos quesitos en porciones que  ni son las maravillas que siempre nos dijeron que teníamos, ni son de  El Caserío (ojalá).

Hay mucho que cambiar en este país para que las cosas nos vayan medianamente bien, tanto en Educación, pilar fundamental y que debería ser el caballo de batalla de esta sociedad, como en Sanidad, en Comunicaciones, etc...mucho por hacer, ¿quién lo duda?.

Pero, amigos, cuando el barco se hunde y es vital que nos mantengamos a flote, no podemos ser tan mezquinos de aprovechar la coyuntura para reivindicar, como decía al principio, unos derechos,  privilegios, mejoras etc.. que hemos dejado dormir, relegadas, mientras comíamos todos del queso, y soñábamos con lo que aún teníamos en la bodega.

Ahora no es el momento, ahora lo que hace falta es que todos, y cuando digo todos, quiero decir desde el primero hasta el último, desde el político hasta el empleado, desde el autónomo hasta el funcionario, desde el más joven hasta el más viejo, todos, en la medida de las posibilidades de cada uno,  unamos nuestro esfuerzo y podamos achicar el agua que anega este barco.  Ahora la tripulación es otra, tenemos otro capitán, aún no sabemos si ellos nos sacarán a flote o terminarán por hundirnos del todo, pero lo que sí sabemos es que hay que ponerse manos a la obra urgentemente en lo que ya he dicho, achicar el agua, unir fuerzas. Tengo fe en que algún día, hasta las ratas tendrán su queso de bola, pero lo más importante es sobrevivir y que haya queso para todos.

lunes, 23 de abril de 2012

SIEMPRE ABRIL

Siempre Abril,  Abril y tú...y  yo bañada por la lluvia de tus besos. Ya se sabe: “En abril,  besos de lluvia,  mil”.  

En ese fondo de armario de la memoria, cuando llega este tiempo, siempre me visto con aquél abril primero que  mató las soledades y abrió ventanas al mundo, aquél que iba dibujando en las paredes corazones y en los  papeles alas  que luego yo  recortaba y prendía en mi espalda, para ensayar vuelo tras vuelo.  Aquellas  primaveras que se iban y venían y dejaban tras de sí la caricia del naranjo en gotas blancas de azahar y un latir apresurado del corazón que encendía el rubor en mis mejillas  y secaba la garganta.

Añorado Abril, dulce deleite de las horas plenas,  hasta que un día,  ¡ay! la memoria,  que es  una mala vecina y aprovecha las ausencias  para meternos bajo el felpudo todos esos recuerdos que queremos olvidar,  abre las cartas de ayer con pensamientos afilados, rasgando  las palabras hasta hacerlas sangrar y trae frente a tu puerta fantasmas del pasado vestidos de domingo para que el susto no sea tan grande, luego les quita la careta a manotazos y se quedan indefensos a merced de nuestro perdón. ¡Si yo fuera tan mala como mi memoria ¡mala!...

¡Mala! esta memoria mía, mi mala memoria ¡mala!,  vecina mala de arriba, que deja los grifos abiertos para que se desborde el sentimiento e inunde las paredes del alma,  hasta que salen goteras difíciles de tapar, calando los huesos de melancolía en las noches largas y frías, frías…aunque sea Abril y sea primavera, si el alma se inunda, a veces, se hiela y no hay calor humano, ni fuego de hoguera, ni palabra buena, ni mirada tierna, ni el son de otras canciones, ni otros abriles nuevos, que quiten el hielo que deja la ausencia.

Siempre Abril, Abril y tú…y yo escuchando una canción que  despierta los sentidos  a golpe de nota y letra, tan conocida y tan mía,  ¡tan nuestra!.

¡Qué empeño el mío! en guardar los viejos calendarios con las hojas arrancadas, con los días ya tachados y aquellas notas festivas de  las cosas importantes con la tinta desvaída,  de citas, de cumpleaños, de idas y venidas…¡qué empeño en recuperar todas las hojas de Abril!, si ya ni es Abril, ni es mío, ni de nadie, que se ha ido, ni está vivo, ni está muerto. Abril, el definitivo, ya no es un vestido nuevo, ahora es un mes perdido.





lunes, 9 de abril de 2012

REFLEXIONES CON SABOR A MAR




Siempre que llego a este rincón del mundo y me alejo del paisaje cotidiano, siempre que huelo el salitre y veo el azul del mar, siempre que mis ojos vuelan queriendo escudriñar más allá del horizonte; En el punto donde se funden mar y cielo en un beso intenso, perfecto, intemporal; siempre, indefectiblemente, tengo la sensación de que los sentimientos que traigo conmigo, sean los que sean, llegan aquí desposeídos de toda capa y ornamento inútil, en toda su realidad, en la majestuosidad, sencillez o crudeza de los mismos, bueno o malo, aquí lo que uno siente, viene envuelto en su propia desnudez, es decir, tal y como es.

Me asombra cada vez que sucede este milagro, porque no por esperado y conocido, deja de sorprenderme esta capacidad de la mente de “limpiar” y ofrecerme en toda su esencia, cada sentimiento que oprime o libera mi corazón. Con qué claridad puedo contemplar las pequeñas y grandes cosas, tan sólo con salir un poco de la espiral que nos agobia, con escapar de esa montaña de cosas inútiles y vacías con las que nos cargamos; Fardos de absurdos problemas, nimiedades que son como espinas diminutas que llenan de pequeños agujeros nuestra alma, dejando escapar por ellos las cosas que realmente son buenas, las que nos hacen bien.

Hemos perdido nuestra capacidad natural para reconocer lo que queremos de verdad, lo que necesitamos realmente y necesita nuestro corazón. Hemos llegado a un punto en el que nuestros pensamientos, nuestros sueños y deseos, se pierden en un maremagnum de impulsos y deseos “controlados y teledirigidos”, un totum revolutum en el que nos sumergen los medios de comunicación, parece como si debiéramos querer, creer, soñar, perseguir, pensar y amar....aquello que se ajuste a los parámetros que otros marcan, a lo que está de moda, o a lo que es conveniente incluso para “ciertas edades”. ¿Qué saben los demás lo que nosotros queremos y soñamos?.

 El tema del amor, por ejemplo, es algo que cada uno gestiona y maneja como quiere, puede o le dejan, pero no creo que haya dos personas que se enamoren de la misma manera y vivan ese amor igual. 

 A este respecto, una amiga mía opina, con muy buen criterio, que enamorarse después de los cuarenta años puede despertar una adolescencia que creíamos lejana y hacernos experimentar las mismas sensaciones y cometer idénticas tonterías que cuando teníamos quince años, en contra de todo pronóstico y de lo que se podría esperar de seres adultos y con un historial repleto de hechos “serios” en su vida, una vida que muchos pudieran pensar "hecha".

Como prueba irrefutable de esto que os digo, mi amiga me ha contado su última experiencia, que no tiene desperdicio: se ha matriculado en un curso al que acude dos veces por semana, y está como loca, exultante de alegría, con una belleza especial que le sale de lo más hondo del alma, y que, lógicamente, no es por el bagaje extra de cultura que pueda aportarle el curso mencionado, sino porque cree que le hace tilín a un compañero.

¿Cómo ha llegado a esa conclusión? ¿porque se lo ha dicho él, se lo ha insinuado invitándola a comer, al cine, a su casa? ¡NO! Sería demasiado obvio, ha sido de otro modo más sutil y al mismo tiempo mucho más divertido y estimulante: se sienta en el mismo pupitre, salen juntos del aula y, a veces, toman un café, él, que va en bicicleta a clase, acompaña andando a mi amiga, llevando la bicicleta rodando al lado, mientras charlan animosamente. No cabe la menor duda de que está viviendo los mismos sentimientos y sensaciones que vivió en la adolescencia, es más, yo añadiría en la más profunda adolescencia.

Para algunos, este cortejo en el que los gestos, las palabras, las miradas, el lenguaje corporal, etc. toman tanta importancia y juega un papel protagonista, quizás pudiera parecerles una inútil pérdida de tiempo a ciertas edades.


Para otros, este despliegue de sutilidades, tiovivo de sensaciones que altera los nervios y desboca el corazón, es, sin lugar a dudas, un revivir sentimientos perdidos o, quizás, experimentarlos por primera vez de ese modo; Puede ser, incluso, la manera más perfecta, delicada, serena, de acercarse dos seres, antes extraños, y ahora, unidos por ese revoloteo de mariposas dentro dos almas que se encuentran.

Claramente, cada persona vive el amor a su manera, y la vida, y el miedo, y la amistad, y el odio, y el rencor, y la aventura, y.....etc. No hay fórmulas mágicas, de ningún tipo, para intentar capturar la felicidad, pero sí que podemos perseguirla sabiendo lo que queremos, lo que soñamos, sin dejarnos atrapar en los “parámetros”, “conveniencias”, “barreras”, y todo aquello que no sólo encorseta el corazón sino que lo agujerea con minúsculas espinas. Nadie tiene que decirnos lo que tenemos que querer y mucho menos, soñar.

A lo mejor, algún día, dejamos de preguntarnos qué es lo que esperan los demás de nosotros, para empezar a cuestionarnos si lo que hacemos es verdaderamente, no sólo lo que queremos, sino lo que esperamos de nosotros mismos para que nuestra vida tome un sentido. Decía Rainer Maria Rilke: “Querido amigo: ¿usted no ve como todo lo que sucede es siempre un comienzo? ¡Y comenzar, en sí, es siempre tan hermoso! Deje que la vida le acontezca. Créame: la vida tiene razón en todos los casos.”

sábado, 17 de marzo de 2012

LA CRISPACIÓN



Tengo una amiga, lectora y seguidora de mi blog, que me anima siempre a escribir y a no dejar pasar tanto tiempo entre una entrada y otra, lo cual le agradezco pero, obviamente, no cumplo, muy a mi pesar; A esta amiga no le gusta nada cuando escribo sobre “política”. dice que le gusto más cuando lo hago sobre sentimientos, y reconozco que no es la única, pero yo creo que la política lo inunda todo, tiene unos largos tentáculos que llegan a todos los rincones de nuestra vida, nos influye y condiciona de tal manera nuestra existencia que puede trastocar, y de hecho lo hace, los sentimientos. 

Por eso hoy, después de publicar la presente entrada, la llamaré por teléfono para decirle que no se equivoque, que aunque parezca que hablo de política, en realidad no es así, porque de lo que quiero hablar en esta entrada, es de puros sentimientos. Estaréis de acuerdo conmigo en que la crispación es un sentimiento que últimamente la mayoría de nosotros experimentamos muy a menudo.

Seguro que esa palabra ha sonado y suena sin parar en vuestros oídos en los últimos tiempos. La crispación se extiende como la pólvora y va haciendo mella en nosotros. Sólo hace falta echar un vistazo a nuestro alrededor, poner un poco de atención a lo que se comenta, encender el televisor, abrir un periódico o mantener abiertos ojos y oídos para poder sentirla. No se ve, ni se toca, pero se huele, se hace notar.

La crispación nos acompaña como una sombra pegada a nuestros talones y nos hace saltar a la mínima de cambio, en cuanto se nombran determinadas cosas: paro, sindicatos, huelga, copago, impuestos, y una serie de innombrables que tienen la facultad de destapar pequeñas cajas de Pandora que, al parecer, y aunque a algunos les haya cogido por sorpresa, todos tenemos en nuestro interior.


En medio de una crisis a la que, por cierto, empiezo a pensar que ese nombre le queda tan sumamente pequeño que parece un cruel eufemismo, nos dedicamos a malgastar energías en exasperarnos con el gobierno actual, con el anterior, con el jefe en el trabajo, con los compañeros, con el vecino, con el tendero, con el conductor del autobús, con el de al lado, con los amigos, etc..Estamos divididos, continuamente cabreados y enemistados con todo aquél que no piense como nosotros, pagamos nuestra irritación con los que tenemos más cerca y nos hemos vuelto tan suspicaces que tenemos la confianza completamente minada.

Un panorama desolador, aunque nadie pueda decir que no tengamos razón, es más, si no nos comportáramos de ese modo quizás no seríamos nosotros, genuinos españoles, ya sabéis, aquello de la sangre caliente que nos sirve para justificar, en cierto modo, la visceralidad de nuestras acciones.

A pesar de todo, personalmente he comprobado que después de enzarzarme en discusiones apasionadas defendiendo mi postura, de despotricar contra lo que no creo justo, poner verdes o justificar a los políticos, renegar de sus decisiones o apoyar otras con determinación, etc... después de haber malgastado mi tiempo en irritarme, enfadarme y crisparme hasta la extenuación, lo que he conseguido es: NADA.

No existe la menor posibilidad de que los criterios de los demás cambien sólo por el hecho de que yo defienda otros, por muy argumentados que estén, del mismo modo que yo tampoco lo haría. Pero lo que cada vez tengo más claro es que la crispación nunca nos llevará tan lejos como la solidaridad en arrimar el hombro para salir de esto, una solidaridad de TODOS, incluidos los mismos políticos objeto de nuestras críticas y motivo de la crispación.

Mi amiga estará contenta porque esta entrada está plagada de sentimientos, de todo aquéllo que alberga el corazón y nos hace vibrar, que puede herirnos o nos alegra, nos enfada o nos sorprende,  nos entristece o hace que nos sintamos eufóricos, nos machaca o nos  asfixia  como la crispación.





martes, 14 de febrero de 2012

ESTE SAN VALENTÍN...



Este San Valentín habrá besos sin estrenar y caricias enlatadas, recuerdos gastados y un nombre en la memoria que duele al pronunciarlo.

El corazón bailará con fantasmas del pasado, al son de una vieja canción, tarareada sin límites.

Vendrán a la retina paisajes lejanos y el eco de palabras, antes hermosas, que se han quedado vacías.

Las manos se enlazarán a un viento invisible y frío, y en un invierno distinto, dibujarán contornos de las figuras amadas.

Quedarán las palabras en el filo de los labios, congeladas en el tiempo.

El sonido de unos pasos caminando al unísono se irá haciendo cada día, ruido blanco en la rutina.

Y habrá en la piel otro aroma sobre las antiguas huellas de los besos que nos dimos, caducarán sin remedio, todos los “te quiero” dichos.

Aquél amor obsoleto, macerado en el olvido, hará un intento imposible por aferrarse a la vida, pero irá amarilleando en un rincón escondido, como las fotografías de los instantes vividos.

Mas, aunque otros amores hagan noche en tu morada o se queden a vivir para siempre en ese albergue del alma intercambiador de afectos, siempre existirá un espacio, como homenaje sincero a los amores pasados, porque mientras existieron hicieron vibrar el alma, llenaron nuestros silencios, fueron parte de nosotros e impregnaron nuestro tiempo del aroma indescriptible que dejan siempre los sueños.

domingo, 29 de enero de 2012

EL ¡CLICK!


En algún preciso instante de nuestra vida, algo hace ¡click! dentro de nosotros, un sonido desconocido hasta ese momento, como un subir de persianas, un correr de cortinas, un abrir de ventanas, todo al mismo tiempo. Un ¡click! de interruptor de pared predecesor de la luz; de esos que al sonar te dan la seguridad de que todo se verá bañado por la claridad y se iluminará hasta el último rincón de la estancia donde estemos.

En algún preciso instante de nuestra vida, si no hemos oído ese ¡click! dentro de nosotros, deberíamos pararnos a escuchar, por si lo oímos, rodearnos de silencio y huir del ruido del exterior, que ni siquiera el vuelo de una idea nos interrumpa, ni la brisa del pasado, ni la voz del presente ni los pasos del futuro acercándose. Si hemos de movernos por el tiempo para encontrar ese click, lo haremos de puntillas como haría la Pávlova interpretando la muerte del cisne, con un “pas de bourrée”, deslizándonos suavemente como si fuéramos plumas por los paisajes, con o sin figuras, de nuestro caminar, tratando de estar alerta por si ese click se quedó colgado en algún sueño imposible, en algún recuerdo especial, y no suena a su debido tiempo.

Tras oír ese click, será el momento de hacer una pausa, detener nuestros pasos y contemplar lo andado, todo aquello que los acontecimientos han ido pintando en el lienzo personal de nuestra vida. Y miraremos, como se miran los cuadros, un paso atrás, tomando perspectiva. Quizás haya quien ladee la cabeza, quien guiñe uno u otro ojo, quien dé más de un paso atrás para ver mejor y captar ese lienzo en su totalidad, en toda su dimensión.

Porque es alejándonos del cuadro como apreciamos las luces y las sombras, los colores, las formas, y el conjunto de la obra. Mientras estamos sumidos en los acontecimientos, solamente vemos las pinceladas, apenas distinguimos los colores, ni somos capaces de descubrir la grandiosidad o la pequeñez de lo plasmado.

¡Cuántas veces, tras esa pausa, he visto de distinta manera las cosas a como las vi en su momento! ¿No os ha pasado que mucho de lo vivido, contemplado desde la perspectiva del tiempo, pierde o gana fuerza, brillo, importancia?. La mayoría de nuestros sentimientos son relativizados por el tiempo y, aunque haya algunos que permanezcan inalterables, lo que hicimos y vivimos auspiciados por ellos, se ve de otro modo ladeando la cabeza, guiñando un ojo o, sencillamente, alejándonos unos pasos.

Si no escuchamos el click nunca, deberíamos inventar ese instante.




jueves, 5 de enero de 2012

NOCHE DE REYES MAGOS


Quien pudiera volver a los siete años siendo la noche de Reyes, cerrar los ojos y aparecer en aquella Cabalgata que aún hoy vive en mi recuerdo con los colores alegres y el mismo brillo estelar que se grabaron en mi retina ya para el resto de mis días. Gritar con la misma fuerza con que grité a Baltasar, sentado en el gigantesco elefante plateado, desde donde agitaba su mano enfundada en el guante blanco, tan blanco como sus dientes en medio de aquella cara de chocolate, que hoy sé de falsa negritud y entonces tan real me parecía.

Quién pudiera levantar los ojos y ver a Blancanieves y a las hadas, y al príncipe sonriente en su caballo, y a los pajes y piratas, y a Campanilla volando bajo un cielo iluminado por fuegos de artificio. Quién pudiera tener los ojos abiertos de par en par y la completa seguridad de encontrarse en el paraíso inigualable de un mundo fantástico y distinto que, tan sólo una vez al año, abre sus puertas para todos los corazones infantiles que por ser quienes son, son los únicos que pueden verlo de esa manera que lo ven.

Quién pudiera poner hoy los zapatos con aquella misma ilusión y aquellos nervios, esperando todo... y más, de la magia de los Reyes; quién pudiera esperar y creer en que, tal vez, milagrosamente, llegará lo esperado.

Quién pudiera sentir el corazón palpitar apresurado y no ser capaz de dormir cuando uno quiere pronto y deprisa, aunque apriete los párpados fuertemente para que pase el tiempo y lleguen a casa aquéllas figuras mágicas. Guardando la secreta ilusión de ver de refilón la capa, la silueta, la mano enguantada de alguno de ellos, oler su perfume, sentir su calor.

Sí, volvería, mil veces, volvería, porque hoy sé que toda esa ilusión, toda la magia, todo lo vivido en aquellos años de infancia que hoy recuerdo como la mejor y más pura época de mi vida, fue construida año tras año gracias a la sencilla y silenciosa labor de los verdaderos Reyes, mis padres. Los sueños eran míos y mía la fantasía. La fe y la espera, dulce espera de mi corazón de niña, formaban parte de mí, pero quienes modelaban el barro de la realidad y le daban la forma de lo soñado, eran ellos, la varita mágica eran ellos, la estrella fugaz eran ellos, la mano que colocaba suavemente el juguete junto a los zapatos, siempre era la suya ...y suya era la sombra, la silueta, el perfume, el beso cálido y el susurro en la madrugada de cada cinco de enero.

Lo comprendí el día en que fui madre y acepté con ello la misión de ser un instrumento al servicio de la imaginación, acepté ser la mano que colocara los deseos en el balcón, la que quitara el envoltorio al polvorón y diera un mordisco a la realidad para convertirla en sueño. Y es ahora cuando he comprendido quienes eran los verdaderos Reyes Magos y es ahora cuando he visto por primera vez, lo que escondían los zapatos y no fui capaz de encontrar cuando era niña, porque Dios lo guarda, y nos lo hace ver en el momento en que nos convertimos nosotros mismos en los Reyes y en Magos, y es que el amor no tiene forma, ni ocupa, ni pesa, ni huele, ni tiene sabor....es como la estrella fugaz que nos guía...o debería guiarnos.


Felices Reyes Magos, amigos.