domingo, 27 de mayo de 2012

A CAL Y CANTO


He decidido cerrar el corazón a cal y canto. Cualquier cartel que los años hayan puesto en él, será quitado o quedará en el olvido. Ni se vende, ni se alquila, ni traspaso, este corazón que siempre estuvo y está, que va conmigo.

Tan sólo será un músculo que late, una fuente de donde mana la vida, pero ya no albergará otra cosa que la sangre que va y viene por mis venas.

Tantas veces le he puesto en peligro y abrí de par en par sus puertas, dejando que se colara la lluvia a veces de promesas, a veces de esperanzas baldías, dejando que el invierno le helara con la nieve del adiós inoportuno.

Tantas veces le hice saltar de gozo y la locura le exprimió con todas sus fuerzas, o le expuse a las miradas de extraños que encontré en mi camino. Tantas veces le doblé para entregarlo como regalo de algún aniversario, que ya no tiene protección ninguna, se le fue la capa de cordura que protegía sus paredes y ahora el engaño, el dolor, el desgaste con el paso de los años, están logrando empañar su antigua belleza y la inocencia va perdiendo su brillo.

A cal y canto, a buen recaudo, ni siquiera una rendija que deje entrar el sol de primavera, o la lluvia en las tormentas de verano, ni la nieve de tristes despedidas, pero tampoco entrará la alegre canción del amor nuevo o el brillo de una ilusión recién llegada. Aquellos sueños que aún están por cumplir o los deseos que albergaba hasta ahora, se quedarán ahí, esperando que algún día caduquen y desaparezcan. Toda moneda tiene una cara y una cruz y hay que elegir cuál nos hace más felices o, al menos, cuál nos hace menos daño.

Cerraré el corazón a cal y canto, y trataré de llevarlo escondido, para que no le rocen las miradas, ni las palabras, ni el aroma de las flores, ni el color del cielo en las puestas de sol. Protegiendo con mis manos y mi cuerpo ese trozo de mí repleto de vivencias, que ahora disfrutará su retiro, una cura de olvido, de silencio, adiós a la odiada lejanía, a la cruel ausencia, a todas las cobardías que arañaron sus paredes. A cal y canto, queda mi corazón a la espera de que llegue la cabeza hasta su altura.

miércoles, 23 de mayo de 2012

QUESO PARA TODOS



Me pregunto por qué los sindicatos se movilizan justamente ahora que vamos de culo y cuesta arriba, como suele decirse. Pasean banderines, camisetas de colores, pancartas, etc..todo lo cual,  por lo visto,  quieren amortizar sacando a la calle día sí, día también.

Todo eso es muy respetable, no digo yo lo contrario, pero a mí estas salidas y reivindicaciones,  no pueden dejar de parecerme ahora fuera de lugar.

Es como si, cuando un barco se estuviera hundiendo y,  todos los pasajeros estuviéramos con el agua al cuello, las ratas se amotinaran masivamente pidiendo queso de bola porque el de Gruyére tiene demasiados agujeros. Pido que, por favor,  este ejemplo se lo tomen como lo que es, solamente un ejemplo, no es mi intención llamar ratas a los que asisten a las manifestaciones, pero sí, desde luego, a los Sindicatos.

Hemos estado creyendo durante años que la bodega del barco estaba llena de queso, que podíamos derrochar no solamente ese queso, sino el que ni siquiera teníamos, incluso gastamos de manera absurda e inconsecuente en frivolidades y delicatessen sólo al alcance de los barcos más lujosos, nos sentíamos los reyes del Mambo.

A  toda esa locura colectiva, contribuyó, sin duda,  la palabra de ánimo,  optimista, confiada y exultante de triunfalismo de la antigua tripulación del barco, encabezada por su capitán que, emulando al flautista de Hamelin, hipnotizaba a todos con la flauta de sus palabras,  enarbolando con alegría la bandera de la modernidad y el progreso ( iniciales ZP rampantes sobre fondo rojo),  exhibiendo fotografías de los quesos más hermosos, hologramas apetecibles que bautizaba con nombres rimbombantes, como la denominación de origen “Alianza de las Civilizaciones”;  haciendo márketing eficaz y continuo de la Igualdad, rayando en lo cómico su obstinación en este apartado (o apartada),  y otras,  que no voy a enumerar y que luego,  tristemente, hemos podido comprobar que sólo existían en su imaginación o que únicamente han contribuido a abrir viejas heridas o confundir al personal con promesas incumplidas.

Hemos creído que todo ese queso ¡que  no veíamos!, era además,  lo mejor de lo mejor, hasta que ya, imposible de ocultar la realidad  con esperanzas vanas y, aún peor, falsas,  la embestida feroz del gran tsunami de la crisis,  nos ha hecho abrir los ojos de repente, despertar de ese sueño inducido en el que estábamos,  y nos hemos dado de bruces con la realidad, y ésta consiste en que todo lo que tenemos son unos quesitos en porciones que  ni son las maravillas que siempre nos dijeron que teníamos, ni son de  El Caserío (ojalá).

Hay mucho que cambiar en este país para que las cosas nos vayan medianamente bien, tanto en Educación, pilar fundamental y que debería ser el caballo de batalla de esta sociedad, como en Sanidad, en Comunicaciones, etc...mucho por hacer, ¿quién lo duda?.

Pero, amigos, cuando el barco se hunde y es vital que nos mantengamos a flote, no podemos ser tan mezquinos de aprovechar la coyuntura para reivindicar, como decía al principio, unos derechos,  privilegios, mejoras etc.. que hemos dejado dormir, relegadas, mientras comíamos todos del queso, y soñábamos con lo que aún teníamos en la bodega.

Ahora no es el momento, ahora lo que hace falta es que todos, y cuando digo todos, quiero decir desde el primero hasta el último, desde el político hasta el empleado, desde el autónomo hasta el funcionario, desde el más joven hasta el más viejo, todos, en la medida de las posibilidades de cada uno,  unamos nuestro esfuerzo y podamos achicar el agua que anega este barco.  Ahora la tripulación es otra, tenemos otro capitán, aún no sabemos si ellos nos sacarán a flote o terminarán por hundirnos del todo, pero lo que sí sabemos es que hay que ponerse manos a la obra urgentemente en lo que ya he dicho, achicar el agua, unir fuerzas. Tengo fe en que algún día, hasta las ratas tendrán su queso de bola, pero lo más importante es sobrevivir y que haya queso para todos.