viernes, 22 de noviembre de 2013

RED



Quedó atrapado en la red de su sonrisa, en el abismo de sus grandes ojos negros que, al cerrarse, apagaban las luces de la noche y despertaban todos los vientos dormidos.

Quedó atrapado en el rojo de sus labios, que prometían paraísos escondidos; los dulces besos del árbol del deseo, fruta madura por su boca recogida.

Quedó rendido ante la piel contemplada, tratando de adivinar la suavidad de su tacto. Pensó cómo sería saborearla, posar sus labios sobre ella o recorrerla con la punta de sus dedos.

Tejió una red con las horas de la noche, una red de palabras envolventes, para echarla al mar de su hermosura y quedarse con la dulzura de un beso.

Pero la luna, al fín mujer celosa, brilló como nunca en su universo y, robando cada uno de los besos

los convirtió en estrellas luminosas.

martes, 19 de noviembre de 2013

CARACOLA



Quiero una caracola, donde, además de oírse el mar con el ir y venir de olas besando la orilla, se escuchen aquellos sonidos que se quedaron enganchados en el tiempo, en nuestros recuerdos. Aquellos queridos sonidos que sabemos de memoria y conocemos tan bien.

El sonido de mamá llamándonos por la ventana, cuando éramos niños, y el de las carreras hacia donde estaba ella para coger el pan y el chocolate de la merienda.

El sonido de la lluvia en las tormentas de verano, viendo tras los cristales como corría el agua calle abajo, y el chof chof de los charcos al pisarlos con nuestras botas katiuskas.

El sonido de campanillas del tiovivo de la Feria y el de las bocinas de los coches de choque.

El sonido del primer beso, el del primer te quiero, y el de aquella canción que nos hacía estremecer recordando algún amor imposible o platónico.

El taconeo de nuestros primeros zapatos de tacón, queriendo pisar fuerte y, sin embargo, conteniendo el aliento para no perder el equilibrio y caer al suelo.

El del llanto de mis hijos al nacer, y aquel primer “mamá” o “papá” que salió de sus bocas causando sorpresa y alegría inesperada.

El sonido de la voz de mi madre cuando las pesadillas me despertaban, ese sonido que quitaba los miedos y traía y sigue trayendo la paz a mi corazón.

Quiero una caracola donde el mar suene de fondo y hablen nuestras vivencias, para poder escucharlas cuando los días se nos hagan cuesta arriba, y recordar todo lo bueno que llevamos a la espalda, que sigue ahí en nuestra memoria, empujándonos a seguir dando sentido a nuestra vida.

Caracolas, caracolas........que traigan y lleven el sonido de la vida en las olas.






sábado, 16 de noviembre de 2013

DETALLES




¡Qué importancia le damos a los detalles!. Tienen el poder de hacernos sentir seguros de nosotros mismos. A veces, un bolso, un collar, unos zapatos... te colocan por encima de los demás mortales ( nunca mejor dicho en el caso de los zapatos de tacón.

Hay complementos que con sólo ponerlos, nos hacen sentir "citius, altius, fortius" más rápidos, más altos, más fuertes...y yo añadiría........más guapos.

Pero, en el fondo, los detalles son solamente eso, pequeñas pinceladas en la pintura final que somos cada uno de nosotros; son marcos donde se encuadra la obra, lucecitas que adornan ese universo especial que somos, sí, que todos somos, tú y yo, y aquél y aquella....

Y la confirmación de que somos especiales, grandes y bellos por nosotros mismos, es que, lo que llena el bolso son nuestras cosas, al vestido le damos nuestras formas, al collar le prestamos nuestro cuello, y los zapatos, esos de vertiginosos tacones que estilizan y elevan, no pueden andar si no les prestamos nuestros pies....

Los detalles son importantes, pero sin nosotros, no tienen razón de ser. El problema es que hay personas que no se acaban de creer que la pintura es más importante que el marco, si nos creyéramos de verdad que somos una obra original hecha por Dios, única e irrepetible, no daríamos tanta importancia a lo que, en realidad, no la tiene.

NOCHE DERRAMADA



Hay noches, como ésta, que se cuelan por mi ventana, y me dejan la casa llena de estrellas. Se derraman en mi pequeño universo y alfombran de nubes blandas mis pasos por los recuerdos. Entran sin pudor en mis sueños y se dejan encendida, fuera, la luna, (imagino que será para no perderse y que al llegar el día, no las encuentre fuera de su sitio).

Suelen ser esas noches en las que tú vienes y me tomas de la mano para pasear por los viejos caminos conocidos, los que llevan a ninguna parte y nacen y mueren en tu nombre y en el mío. Esas noches en las que no te tengo y, sin embargo, te siento, como siento las estrellas y la noche derramada y hasta la luna, conmigo.
 
Hay noches, como ésta, que se cuelan por mi ventana y, al irse, me dejan en las mejillas, pequeñas, diminutas, gotitas de rocío.


martes, 12 de noviembre de 2013

LA SOLEDAD




­“La soledad es muy hermosa... cuando se tiene alguien a quien decírselo”. (Gustavo Adolfo Bécquer)

Estas palabras de Bécquer nos llevan a pensar que la soledad deja de ser bella cuando no hay nadie a nuestro lado, no sólo para comentarle eso, sino otras muchas cosas.

Cuando ésta es elegida, buscada, la soledad puede ser el refugio donde nos instalemos cómodamente para reflexionar, relajarnos, leer, etc. Pero siempre durante cortos espacios de tiempo y con la seguridad de que, una vez conseguido nuestro objetivo, saldremos de ella y encontraremos a aquellos que nos esperan, pareja, hijos, familia, amigos, etc... Cosa distinta es, esa soledad impuesta por la vida y las circunstancias que, poco a poco, se convierte en una pesada losa que puede hundirnos y meternos en un pozo sin fondo, del que será difícil salir, si no le ponemos remedio urgentemente.

No es fácil engañar al corazón, pero tampoco lo es engañar a la cabeza y al cuerpo, ellos saben que, a partir de cierta edad, hay una sucesión de cambios en nuestra vida que conllevan, entre otras cosas,  pérdidas que son irrecuperables: movilidad, reflejos, etc... Pero las que más nos influyen y condicionan, con toda seguridad, sean las de los seres queridos. ¡Cuantas viudas y viudos en la flor de la vida! Cuando era llegado el tiempo del descanso y disfrute; o ¡cuantos hombres y mujeres separados viviendo una soledad que tarda poco en emerger, tras la separación. Cuantos ancianos sobreviviendo entre recuerdos en sus casas.

Los médicos coinciden en que la soledad es una enfermedad que cada día toma más fuerza, afecta a personas cada vez más jóvenes y pone en riesgo la vida de quienes la padecen, provocando distintas enfermedades.

A diferencia de otras enfermedades, con la soledad, nosotros tenemos el poder en nuestras manos de, si no hacerla desaparecer por completo, sí ayudar a que muchos no la sientan o padezcan. Además, la sociedad en la que vivimos también nos proporciona herramientas para combatir esta soledad que se instala en el alma poco a poco, o de golpe, o se cuela por las rendijas del sueño y hace que se despierten de madrugada y espanten los miedos y la melancolía, a base de radio, rezos o paseos...

Las herramientas son muchas, desde Internet con sus mil posibilidades de relaciones personales, hasta los innumerables clubs de caminantes, de singles, de aficionado a.....lo que sea!, el caso es que las usemos, que no nos dé miedo lo desconocido, hay que lanzarse a mitigar ese sentimiento de vacío y abandono que produce la soledad.

La otra gran herramienta, son nuestras manos, nuestros pies, nuestros ojos, nuestra lengua....la otra gran herramienta, somos nosotros mismos, no permitamos que nadie a nuestro lado pueda sentirse solo, si estamos ahí. Hablemos con quien parezca sentirse desvalido, ofrezcamos nuestra palabra, nuestra compañía, todo aquello que les haga ver que no están solos. Porque, tal vez, algún día, seamos nosotros los que estemos al otro lado de la línea divisoria entre la vida y ese pozo negro de la soledad.