Blaise Pascal (1623-1662), el matemático, físico, filósofo y
teólogo francés, en sus
Pensamientos escribe:
Nadie habla en nuestra presencia del mismo modo que en
nuestra ausencia. La sociedad humana está fundada en este mutuo
engaño.
Si hay algún pecado en el que se cae frecuentemente y se ha
convertido casi en un deporte nacional, ante la pasividad
inexplicable de todos, aceptado incluso en los medios de comunicación
y elevado hasta el punto de hacerlo protagonista de programas de
televisión, revistas, etc...ese es, sin duda, el rumor, o lo que es
lo mismo: la maledicencia, que es a donde nos conduce siempre ese
rumor.
Me pregunto si nos hemos planteado
alguna vez el daño irreparable que puede hacer la maledicencia, que
es sinónimo de calumnia, difamación, engaño, mentira, etc.. en la persona o personas objetos de la misma.
La lengua es un cuchillo afilado
que puede partir en dos la vida de una persona; No es ninguna
tontería lo que digo, porque todo el mundo no posee la misma
capacidad de defensa, de resistencia o de superación de una
situación. Ésta puede llegar en un momento de especial vulnerabilidad para la persona difamada y el daño que podemos hacerle es grande!
Esas personas que concluyen,
después de echar la basura encima de la víctima elegida, con un:
“Me lo dijo una amiga”, “me lo contó un conocido”, “se
habló en una conversación”...están basando su rumor, su
difamación, en algo que ni han contrastado ni saben si es cierto.
Por esa razón, el religioso Francisco de Sales calificaba a la
maledicencia como “una especie de homicidio”, porque con la
palabra se asesina la reputación de una persona, de forma gratuita y
amparado en la más completa impunidad.
Totalmente de acuerdo con lo que
decía Francisco de Sales. No quiero ni pensar lo vacía que ha de
estar la vida de los que critican y hablan mal de otros, y
qué poco tienen que hacer, cuando se dedican a fijar su atención en
la vida de los demás, no sólo juzgándoles, sino inventando y
divulgando mentiras acerca de ellos.
Generalmente, la verdadera razón
de la maledicencia, nace de la envidia encubierta que tienen los difamadores y maledicentes por la valía,
superación, felicidad, etc... de esos a quienes difaman.
Solamente añadir una pequeña
historia para que nos sirva de ejemplo antes de hablar de alguien, y
a ser posible, parar ese pecado que tanto mal ha causado y causa, con
la complicidad de todos nosotros. Quizás después de leerla, nos apuntemos a lo que dice Sócrates y pasemos por las tres rejas, nuestros comentarios sobre los otros, siempre.
Un joven discípulo
de Sócrates llega a casa de éste y le dice:
- Escucha, maestro.
Un amigo tuyo estuvo hablando de ti con malevolencia...
- ¡Espera! –lo
interrumpe Sócrates- ¿Ya hiciste pasar por las tres rejas lo que
vas a contarme?
- ¿Las tres rejas?
- Sí. La primera es
la verdad. ¿Estás seguro de que lo que quieres decirme es
absolutamente cierto?
- No. Lo oí comentar
a unos vecinos.
- Al menos lo habrás
hecho pasar por la segunda reja, que es la bondad. Eso que deseas
decirme ¿es bueno para alguien?
- No, en realidad,
no. Al contrario...
- ¡Ah, vaya! La
última reja es la necesidad. ¿Es necesario hacerme saber eso que
tanto te inquieta?
A decir verdad, no.
- Entonces –dijo el
sabio sonriendo- si no es verdadero, ni bueno, ni necesario,
sepultémoslo en el olvido.