jueves, 6 de agosto de 2015

SE HARÁ LA LUZ







Se despejarán las incógnitas de todos los silencios que, a veces, habitan en el bosque de nuestras palabras, se apartarán las ramas de frases vacías y de la risa torpe que juguetea en las voces. Se hará la noche y el día y sentiremos en la cara la brisa inconfundible del recuerdo.


Se volverán aves las manos aleteando sobre nuestros cabellos y anudándose a los cuerpos como hiedra. Será la vida, tan sólo, el espacio que abarque nuestra mirada y el latir apresurado de nuestros corazones.


Se irá, poco a poco, el miedo a sentir la caricia del alma del otro en la piel desnuda, el beso y la lágrima, la cercanía descarnada de nuestra respiración. Vendrán de golpe los días y las horas compartidas, saliendo de la memoria para sentarse a nuestro lado.


...Y, entonces, será el momento del adiós a las verdades a medias, a las pequeñas insinuaciones, a las indirectas lanzadas como saetas para romper la barrera, queriendo mostrar y escondiendo al mismo tiempo lo que el corazón contiene.


En esa hora, quizás mis uñas se claven en las palmas de mis manos, quizás se seque mi garganta de golpe y no pueda pronunciar ni una palabra, o me crezca o me rompa... Por eso ahora, que el alma serena espera, que se detiene la noche, que callaron los pájaros y la luna es mi testigo, dejo estas palabras prendidas al momento preciso en que las leas: Ojalá se convierta el agua de los sueños, en el vino rojo que bebamos juntos.

domingo, 2 de agosto de 2015

HUIR




No vivía, transitaba por las horas, por los días y los años, Como si fueran caminos que no condujeran a ninguna parte. Era una porción de carne y hueso envuelta en el celofán del arco iris de su mundo imposible y perfecto. Respiraba utopías y se alimentaba de pétalos de rosas sin espinas, bebía música con hielo y se vestía con paisajes diseñados por ella misma.

La realidad era un monstruo lejano, con forma de dragón, que lanzaba llamaradas y verdades afiladas que podrían matarla si se dejaba alcanzar. Por eso huía, transitando la vida sin vivirla.

CON NOSOTROS, SIEMPRE




A ese corazón que late lejos y, sin embargo está en cada uno de los que te queremos, porque tú te encargaste de repartirlo entre nosotros. A ese corazón, que lleva un poco de los nuestros...hoy lo he sentido pasar, dejando una estela de paz en mis recuerdos. Mientras miraba al infinito, entre la noche y la luna, su calor ha revivido mi alma y ha hecho que florezca la esperanza. Cada noche miraré al cielo, para sentir la vida que no te arrebató la muerte.