jueves, 6 de agosto de 2015

SE HARÁ LA LUZ







Se despejarán las incógnitas de todos los silencios que, a veces, habitan en el bosque de nuestras palabras, se apartarán las ramas de frases vacías y de la risa torpe que juguetea en las voces. Se hará la noche y el día y sentiremos en la cara la brisa inconfundible del recuerdo.


Se volverán aves las manos aleteando sobre nuestros cabellos y anudándose a los cuerpos como hiedra. Será la vida, tan sólo, el espacio que abarque nuestra mirada y el latir apresurado de nuestros corazones.


Se irá, poco a poco, el miedo a sentir la caricia del alma del otro en la piel desnuda, el beso y la lágrima, la cercanía descarnada de nuestra respiración. Vendrán de golpe los días y las horas compartidas, saliendo de la memoria para sentarse a nuestro lado.


...Y, entonces, será el momento del adiós a las verdades a medias, a las pequeñas insinuaciones, a las indirectas lanzadas como saetas para romper la barrera, queriendo mostrar y escondiendo al mismo tiempo lo que el corazón contiene.


En esa hora, quizás mis uñas se claven en las palmas de mis manos, quizás se seque mi garganta de golpe y no pueda pronunciar ni una palabra, o me crezca o me rompa... Por eso ahora, que el alma serena espera, que se detiene la noche, que callaron los pájaros y la luna es mi testigo, dejo estas palabras prendidas al momento preciso en que las leas: Ojalá se convierta el agua de los sueños, en el vino rojo que bebamos juntos.

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