domingo, 4 de octubre de 2015

OTOÑO



Otoño, vienes y pintas de ocre la muerte de las hojas, alfombrando de silencio la casa de la risa y la alegría, tendiendo sábanas hechas de remiendos de hojarasca para esconder la ilusión, ahogando la esperanza. Lloran los cielos un leve llanto de eterna despedida obligando al corazón a caminar a oscuras, persiguiendo la luz de los recuerdos.

La tarde sangra por la herida de las horas, buscando respuestas en las palabras no dichas, deshilvanando madejas de verdades y mentiras, escudriñando tras el muro del silencio. El pensamiento se pierde en laberintos absurdos, dando pasos incoherentes, sin sentido, no hay razones suficientes que avalen la cobardía de un corazón que huye, de una boca que enmudece, de una mano que se cierra, de unos pies que pisotean las flores  recién nacidas.

Podemos no amar, no sentir, dudar, soñar, errar en nuestras acciones, ser felices, vivir, morir, crecer o hacernos pequeños, ahogarnos o respirar, reir, llorar, sentir, volar, tener miedo, siendo el verbo la vida que elijamos...podemos hacer y ser las mil cosas que queramos, pero siempre deberíamos asumir nuestras acciones con valentía, dando la cara, aun a riesgo de vergüenza, de olvido y de abandono Porque no habrá nada que nos exima del delito de cobardía...aunque, como el otoño, cubramos de hojarasca la tierra que pisamos.

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