jueves, 10 de marzo de 2016

HOY NO ES HOY


Me subleva mi impotencia para sujetar las bridas de este espíritu mío que se deshace en recuerdos. ¡Cómo quisiera poder manejar a mi antojo el momento de la resurrección de lo vivido, de la añoranza, de la tristeza e incluso de la alegría!

Su libertad me exaspera. Esa independencia rebelde e indomable de su vuelo, ajeno totalmente a mi vida, a la tierra que piso, a mis problemas… Esa facilidad para desprenderse del lastre de mi cuerpo y volar, volar…entre las nubes del tiempo.

Y luego viene, de vuelta de ese mundo hecho de jirones de mi misma, y me trae este “hoy” construido de ayeres, un hoy que no es hoy solamente, que es el día en que te conocí, el que me besaste por primera vez, el día de la rosa azul y aquél otro, en el que bajo la lluvia, volví a creer en los milagros. Hoy es el día del adiós que no quería nacer y, sin embargo, nació sin pronunciarlo y el otro en el que los brazos no se abrieron y quedaron cerrados por un tiempo todos los puentes que unían nuestras almas.

Trae también en sus alas la herida abierta de otros ayeres perdidos, el aroma del azahar, frases entrecortadas llenas de diminutivos, promesas hechas añicos y la ausencia afilada que mató nuestra esperanza.

¡Hoy te extraño tanto! No recuerdo a qué sabían tus besos, y se me pierde en la memoria el tacto de tu piel...pero laten en mi, todavía vivas, cada una de las horas que compartimos juntos.

jueves, 3 de marzo de 2016

UNA HISTORIA DE AMOR (Relato)



Comenzó con una mirada. Iba ya mediado  octubre  y no pudo imaginar que era el principio.

 Pero no,  aquel día no fue el principio. Ella andaba ya dentro de él, en ese rincón que la memoria tiene para las personas especiales que nos cruzamos y nos traspasan la piel, que nos atraen con su magia y parecen inalcanzables  en ese momento.

 El origen de su historia de amor, se perdía en el tiempo, ni él ni ella  sabían entonces que el amanecer les encontraría algun día juntos, si, abrazados y ...juntos!

 El momento fue el día en el que ella le miró por primera vez de otra manera, y él, devolviéndole la mirada, tuvo la sensación de que ambos se descubrieron en ese instante.También sus corazones lo supieron.

 Los dos convalecían de sendas heridas, llevaban cicatrices en el alma  que aún no se habían curado del todo. Quizás por eso se apresuraron a sacar sus escudos y se parapetaron tras ellos, casi inmediatamente.

 No querían compromisos, relaciones, ni nada que se pareciera o tocara de refilón el amor. Hicieron una declaración de principios que parecía sentar las bases de aquel encuentro.

 Y asi fue como, sin miedo, se entregaron al juego de la seducción, la risa compartida, el intranscendente abandono. Dejaron a merced del viento sus corazones, como las hojas de un árbol, meciéndose en el dulce vaivén del otoño,  sin el ancla de la razón. Seguros  dentro de sus fortificaciones.

 Pero no contaron con él ni con sus armas, nadie les avisó de la fuerza de su soplido y, noche tras noche, el amor iba convirtiendo la brisa de sus palabras en un huracán imparable de sentimientos. La pequeña chispa de una mirada en el fuego demoledor que arrasó los muros que construyeron entre ellos.

 Entonces, llegó noviembre y les trajo los besos. todos los besos que aguardaban a salir,  los que inventaron nuevos,  a los que les pusieron nombre. Y ni siquiera eso les puso alerta.

 En la ceguera del que no quiere ver, se acostumbraron a aquella peligrosa rutina de entregarse el cuerpo y el alma cada día, durante un tiempo.

 Cuando él supo que la amaba, la vida les alejó por esas cosas que tiene el destino, entonces,  se dio cuenta que se quedaron sin decir las palabras más hermosas, que le quemaban por dentro.

 ...Y allí está él, tragándose el dolor de la distancia... y allá está ella, preguntándose si alguna vez la recordarál, si también, como a ella,  la nostalgia le morderá el corazón cada noche;

 Queriéndose están los dos, sin saberlo, después del vendaval y de la tormenta primera, a pesar de la distancia, de los muros y las razones.

 No fueron el primer amor de cada uno, lo atestiguan las cicatrices,  pero  sueñan cada noche con ser el último y definitivo para el otro. Sueñan por separado con encontrarse.

 Sólo son dueños de sus sueños, en ellos se tienen por entero, y son felices así, él intentando acumular el valor para decírselo y ella rezando para que no la olvide.