miércoles, 25 de marzo de 2020

ANIVERSARIO DE SHIKIHOUSE, FELICES 15!!





Hace 15 años, nada más y nada menos, que empecé a escribir mi blog SHIKIHOUSE. Ha tenido épocas de mucha actividad y otras más tranquilas, pero, a pesar de ello, quiero recordarlo, y he querido publicar también este aniversario en él, por muchas razones. Primero porque cuando aún muchos no conocíamos Facebook, que se creó tan solo un año antes, en 2004 y twitter ni se había creado, que fue un año después, en 2006, los blogs eran la plataforma que recogía en su mayoría, las opiniones de todo tipo de sus autores. Alli nos explayábamos, criticábamos y también creábamos. Muchos de los amigos que tengo en mi lista de amigos de Facebook, provienen de aquellos años, de aquellos blogs, en los que formábamos una gran familia, mucho menos masificada entre los conocidos, de los que aquí estamos. Quiero, en medio del caos que hoy vivimos, en medio de este doloroso lapsus, "celebrar" aunque sea solamente con la palabra, mis 15 años en las redes, mis comienzos y mi blog, cuyo nombre proviene también de un amado pasado que hoy se hace presente de nuevo. SHIKIHOUSE, felicidades!!

DESDE MI VENTANA

Hoy, que la palabra es abrazo y el sonido de las voces amadas, a través del auricular, se han convertido en el pan nuestro de cada día, alimentándonos el alma y, a veces, hasta dibujándonos una sonrisa, para no perderla en el olvido, en las puertas de las casas se han levantado fronteras que guardan y protegen la esperanza para que no se contagie, para que nadie la toque, para que no se nos muera.

El corazón se nos ha hecho tan grande que se ha ido a vivir a la terraza, a los balcones, al alféizar de las ventanas, porque ya no nos cabe en el comedor, y casi, ni en el pecho, porque sus latidos ya no son solamente nuestros, ahora son y suenan como uno solo. Late con los de fuera, con los que nos salvan la vida, la protegen y nos cuidan. Allí donde florecen las margaritas y las begonias, entre macetas, regamos esos latidos con el sonido de nuestras manos. juntándose, tocando palmas muchas veces acompañadas de lágrimas, por todos ellos.

Homenajes sonoros, siempre fieles a la cita, a las ocho de la tarde, donde dejamos que vuele con los aplausos nuestro grito al mundo de que estamos aquí, sobreviviendo, resistiendo, como soldados de un inmenso ejército cuya arenga más efectiva, como un mantra, se repite desde todos los sitios: ”#Quédateencasa”, nosotros también
luchando en esta guerra contra el maldito virus. Claro que siempre hay algún desgraciado insolidario que se salta a la torera no solo las normas, sino también el civismo y hasta la sensatez. Gilipollas hay en todos los sitios, y perdonad la expresión.

Pero nosotros, ahí, reportándonos ante el mundo, somos la resistencia frente al virus, al menos, eso nos dicen, y también somos, al parecer, la vacuna, así que nos quedamos en casa, por mí, por ti y por todos los compañeros y por mí el primero! y por nuestros mayores. Obedientes y responsables, confiamos y aquí estamos, de pie aún, manteniendo el tipo. 

Izamos la bandera de la solidaridad cada mañana al levantarnos, tratando de que siga la vida y engañando al cuerpo y a la mente con las rutinas nuevas que hemos creado y, cada tarde, la arriamos entre aplausos cuando el balcón se cierra. Os confieso que, a veces, se me van las horas no sé en qué, y hasta se me hace corto. ¡Esta imprevisible naturaleza humana!

Pero no siempre es fácil, porque esa bandera, a veces pesa mucho y duele demasiado, cuando no puedes besar a los seres queridos, lejos de ti, o cuando caen enfermos en la batalla y no puedes tomar su mano para que sientan que no están solos; E imagino que, sobre todo, cuando mueren y no puedes despedirles.

Nadie nos ha preparado para esto pero aquí estamos, ahí estáis, allí están, los soldados que libramos las batallas desde las ventanas, entre el comedor y la cocina, esos cuarteles que se levantan tras la frontera de la puerta de entrada, ese pequeño universo donde guardamos la esperanza de que pueda reanudarse la vida, de que llegue nuestro resurgir, como aves fénix, dentro de este estado de alarma que, en principio, acaba, casualmente ¿o no?, el Domingo de Resurrección.

#COVID19 #Quédateencasa #coronavirus

domingo, 8 de marzo de 2020

DÍA INTERNACIONAL DE LA MUJER


8 de marzo, Día INTERNACIONAL de la mujer.

Confieso que  no me gusta nada eso de celebrar días especiales para la reivindicación de derechos  que deberían ya estar conquistados en pleno Siglo XXI, tanto en la sociedad como en el mundo laboral.

Estos "Días Internacionales de..."  me parecerían fuera de lugar si no fuera porque aún hay mucho que hacer por los derechos de la mujer en todo el mundo y, como muestra pequeña,  el artículo que os acompaño.

Frente a las reivindicaciones de andar por casa que, francamente, en la sociedad en la que vivimos  parecen muchas veces una auténtica frivolidad, (haciendo la salvedad de cualquier tipo de violencia que un ser humano inflija a otro ser humano, aprovechando su superioridad, sea la que sea),  se levanta esa voz silenciosa, ese grito ahogado de  muchas mujeres que luchan por la supervivencia en tantos lugares del mundo, contra leyes y costumbres realmente machistas que anulan su espíritu e impiden su desarrollo personal, mujeres que luchan contra enemigos como  la hambruna, la violencia, el fanatismo, etc. defendiendo como pueden también la supervivencia de sus hijos...y sólo por tener la mala suerte de haber nacido mujer.

Este día vuelvo a dedicárselo a todas ellas, como ya he hecho algunas veces y, lamentablemente, nadie hace nada para que se puedan despertar las conciencias del mundo y se convenzan de que la conquista más grande que puede lograr una sociedad es el respeto a la vida, a una vida digna.

Es vergonzoso que en muchos países,  por el hecho de nacer mujer, la vida no valga nada, y los derechos sean poco menos que metas inalcanzables. A todas ellas va mi recuerdo hoy.
Que este día sirva para darnos un toque de atención y que perdure durante todo el año, hasta que la voz, el dolor, el silencio resignado de ellas llegue a todos, hasta que el corazón se rebele y pongamos manos a la obra.!

Por otra parte, siento vergüenza ajena de que en la sociedad privilegiada en la que vivimos y de boca, nada menos, que de una Ministra de Igualdad, no tengan otro grito para reivindicar derechos que el de: "Sola y borracha quiero llegar a casa", aunque quieran darle todos los significados, simbólicos o no, del mundo, como mujer libre que soy,  sigue dándome vergüenza.  A mí, no me representan.