lunes, 8 de mayo de 2006

¡Gracias, mamá!


Si en toda mujer hay un sentimiento común, salvo raras excepciones, ese es el de la maternidad, tanto que, tengamos o no hijos, nuestro afán protector y de ternura hacia los demás, muchas veces lo traducimos en el hecho de convertirnos en “madres” de todos aquellos que, a nuestro entender, necesitan de nosotras.

Las madres somos agobiantes a veces, ya sea con nuestros hijos como con quien creemos tan débil como para hacer de ángeles guardianes suyos, sin que nos lo pidan siquiera. Quizás nos equivoquemos, como también, nuestras propias madres se hayan equivocado alguna vez con nosotros, pero creo que debe pesar más el cariño y el amor que ponemos en ser así, que el hecho de ser tan “pesadas” en muchas ocasiones.

De todos modos, me encanta ser madre, es lo más bello que me ha sucedido, como ya he dicho en otro lugar de este blog. Y por eso ahora, comprendo, perfectamente lo que significa esa palabra hermosa: Madre.

Mi homenaje desde aquí y todo mi amor para mi madre en este día, por enseñarme, inculcarme y educarme en todo aquello en lo que ella creía y, en consecuencia, lo que pensaba era mejor para nosotros, sus hijos.

Por el amor inagotable que siempre me ha demostrado a lo largo de mi vida, en mis alegrías y en mis penas, en mis caídas porque me ayudó a levantarme, en mis errores, porque siempre estuvo allí, infatigable, y nunca me faltó su consuelo. Por mostrarme el verdadero valor de la familia, por ser el punto de encuentro donde convergen nuestros caminos, los de mis hermanos y el mio.

Por arroparme por las noches cuando era niña, por su consejo siempre acertado, aunque entonces no me lo pareciera, por sus besos y abrazos, por tener siempre un lugar dispuesto para mí. Por sus ricas comidas y su buen humor, por su fortaleza a pesar de llorar por todo y ser tan sentimental. Por el gran poder de convocatoria que tiene para todos los amigos, que incluso a los de lejos, logra reunirlos en casa.

Gracias, mamá, por ser como eres! Quisiera que nunca me faltaras, que siempre pudiera acudir a ti y tener tu regazo donde descansar cuando me flaquearan las fuerzas. ¡felicidades, mamá!

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