Bienvenidos a mi otro lado del espejo, donde la realidad que me acaricia o me sacude, se transforma en palabras.
domingo, 17 de enero de 2010
LA SOLEDAD DE LOS VIVOS
El doce de enero, la naturaleza desatada, enloquecida, alcanzó 7 puntos en la escala de Ritcher y sacudió la tierra en Haití, pero nos estremeció a todos, o al menos, debería haber sacudido también nuestras conciencias, porque cuando todavía se oyen las voces de los niños sepultados bajo los escombros de las escuelas o cuando tres millones de haitianos han sido afectados por el seísmo, todo lo que no sea pensar en ayudarles en la medida de nuestras posibilidades, como ya se está haciendo, con personal, material, donativos, oración, etc... parece frívolo y superficial.
Confieso que no quería escribir sobre este tema, más que nada porque, después de ver las imágenes totalmente desoladoras y leer las noticias y testimonios de los supervivientes, a una se le queda el corazón tan hecho trizas, que cualquier palabra que pueda salir de sus labios, cualquier frase que pueda escribir para intentar expresar el sentimiento que nace de tal desolación, sería minúscula al lado de la inmensa tragedia y, en su propia pequeñez, no sería capaz de transportar ni siquiera un ápice de ese horror que siento. No puedo ver las noticias del terremoto en la televisión sin derramar alguna lágrima. A veces, soy tan cobarde que he de cerrar los ojos.
Pero ojalá con no verlas bastara para que no se hubieran producido nunca, ojalá con cerrar los ojos desapareciera el dolor y fueran mentira esas miradas clavadas en la cámara fotográfica o de televisión, como puñales, que te parten el alma, de los que sobreviven vagando de un lado para otro buscando a su familia o una razón, o un por qué, o algo que llevarse a la boca, y se dan de bruces con la muerte y de bruces, también, con la vida, su vida, para llevarla a cuestas. Castigo y suerte para llorar al ausente y consolar al que queda, para enterrar a los muertos y curar a los heridos. Contradigo a Bécquer y grito: Dios mío, ¡qué solos se quedan los vivos!.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
El niño, Shikilla, el niño solo de grandes ojos sentado en el suelo, entre escombros y muertos, mirando a la nada, al todo, que no entiende y que ya ni llora.
ResponderEliminarEsa es la imagen más impactante.
Ahora ¿qué ocurrirá con todas esas criaturas que se han quedado solas?
Tienes razón, Jesús, los niños, que son el futuro, con la imagen de la desolación en sus ojos, son una gran incógnita y, sin embargo, la esperanza para la resurrección de Haiti.
ResponderEliminarUn abrazo
Tú lo dices, querida amiga. Tampoco yo soy capáz de mirar esas noticias y esas imágenes sin derramar mis lágrimas. Pero algo más tendremos que hacer por estas pobres gentes que derramar nuestras lágrima, aunque ello sea muy noble.
ResponderEliminarUn beso.
Por supuesto Terly, y eso va en la conciencia de cada uno incluidos los gobiernos.
ResponderEliminarUn beso
Pues hagamos lo posible para que noten nuestra cercania. Muchas veces solo será posible un acto vivido en el silencio, pero ofrecido con amor. El rechazo de un capricho para dar su importe a una ONG. Ayudar al pobre que vemos en la calle en solidaridad con os sufrientes. En fin tantas cosas a nuestro alcance y que muchas veces no nos paramos a pensar. Me asustan las generosidades solo para cuando ocurren las desgracias. Hay que ir practicándolas día a día, solo así podremos aportar con amor nuestra entrega. Y para los que tenemos fe, muchas son las cosas que podemos ofrecer. Yo viví un terremoto hace años en en L´acquila, donde el año pasado murieron italianos, sé el miedo que se siente durante mucho tiempo. Yo estuve un año que no podía subir a más de un piso de altura y ví como mi hermano se libró por un segundo de caerle una gran pared. Puedo entender el miedo de muchos y la soledad de los que hablas. Un beso
ResponderEliminarSiempre tienes las palabras justas para cualquier tema, me encanta tu forma de escribir y tu sensatez.
ResponderEliminarAngelo, sin duda hay muchas maneras de ayudar en Haití, lo principal es querer hacerlo, por supuesto.
ResponderEliminarQué experiencia la tuya también con el terremoto, qué miedo. Gracias a Dios puedes contarlo.
Un abrazo
Antonio, no te creas que soy tan sensata como aparento, aunque te agradezco que lo digas, casi, casi me lo creo.
ResponderEliminarLa sensatez, tal vez, es una de las cosas que nos dejan los años, ¡ojalá! porque si no nada más nos dejarían arruguitas.
Un saludo, Antonio
Hoy he leido que hay discusiones entre las grandes potencias para ver quien dirige el reparto de las ayudas...
ResponderEliminarAl final, los de siempre se llevarán la parte del león, nacerán cuentas corrientes en paraisos fiscales y los pobres recibirán las migajas...
Y las potencias, peleándose para ver quién sale en la foto...
¡Qué pena!
Excelente y humana entrada Shikilla.
Un abrazo.
Pedro, no quiero ni pensarlo, pero sé que hay gente asi y que hay seres humanos que tienen muy poco de humanos.
ResponderEliminarEsperemos que no sean muchos los que actúen asi.
Un abrazo
¿Recuerdas, Shikilla, el huracán George, que afectó a la Republica Dominicana? Pues con gran esfuerzo y de manera desinteresada un grupo de personas nos involucramos en recoger ayuda; conseguimos gran cantidad de material, ente ellos los que más precisaban que, si no recuerdo mal, eran medicamentos, mantas y víveres. En total unos 500 metros cúbicos, que para ser quienes éramos y con el poco tiempo que disponíamos no estaba nada mal. Conseguimos incluso que nos diesen un nombre a quién enviárselo personalmente, que, curiosamente, viniendo de personas no creyentes, la recomendación recayó en un clérigo. Todo perfecto hasta el momento, en que contactamos con las compañías aéreas, que no nos dieron bola. El caso es que en ese momento otro huracán, más mediático que el George, el Mitch, hizo acto de presencia y todo el mundo pareció volver la mirada hacia éste.
ResponderEliminarNo hay mal que por bien no venga, ya que terminamos donando todo lo que habíamos conseguido a gentes necesitadas de aquí.
Con esto quiero decirte que no es que a uno no le interese lo que le pasa a sus semejantes, pero el corazón se le va volviendo cada vez más correoso y cada vez la implicación en ese tipo de ayudas se hace más de una manera testimonial.
(He omitido el tratamiento mediático de una famosa, casi paisana tuya, que fue de pura vergüenza. Quizá te lo cuente otro día).
URGENTE PETICION DE ORACIONES PARA HOY SABADO 23 DE ENERO.
ResponderEliminarQUE DIOS TE BENDIGA.
FOTELIAS
Juan, he tenido dificultades técnicas, tenía los dos ordenadores estropeados y en la oficina no tenía tiempo material para contestar a nada, pero te contesto ahora.
ResponderEliminarEn realidad, más que contestarte es darte la razón, la intención es buena generalmente en todo el mundo, poca gente ante estas catástrofes se inhibe de ayudar, pero sí que es cierto que también muchos ven en ellas oportunidades para lavar imágenes o destacar, o vaya usted a saber qué cosas más.
A saber quién es esa casi paisana de la que hablas, aunque me parece que tengo una ligera idea.
Un abrazo
Elías, ahí elevaremos nuestras oraciones para que sean recogidas, urgentemente.
ResponderEliminarUn abrazo
Y todo, sin darse cuenta de que, aunque tenga su qué, esto de las catástrofes se nos presentan de una manera que podríamos considerar caprichosa y aleatoria, por lo que en cualquier momento nos puede tocar la china a cualquiera.
ResponderEliminarEsa medio paisana, afortunadamente creo que tiene algo común contigo, Rosa, pero no lo fundametal.
Un beso
Hola Shikilla, me alegro de que al final hayas decidido si escribir sobre la catástrofe, y me alegro porque en muchas ocasiones escuchamos tantas palabras vacías de contenido y de pasión, que leerte es revitalizante.
ResponderEliminarCierto que las imágenes del suceso hablan por sí solas, que decir ante ello... sin embargo, saber y leer lo que otros pensamos y de que manera lo observamos nunca es insuficiente, pues de alguna manera, esta actividad, nos comunica y pone en contacto para unirnos en el dolor. Como dice Fotelias, quizás par rezar, quizás para pensar, quien sabe.
Me gusta sentir a través de tu blog, que estamos unidos en muchas cosas.
Un abrazo
Tienes razón, Juan, nos puede tocar a todos, no hay nadie libre de cualquier catástrofe natural o no tan natural.
ResponderEliminarAlgo común conmigo, pero no lo fundamental, uhmmm ya me estás diciendo quién demonios es!!!
Ana, aunque parezca un tópico, creo firmemente que es más lo que nos une que lo que nos separa, a todos, somos humanos pertenecemos al mismo barco, este viaje lo hacemos juntos, pero lamentablemente hay muchos que viajan en tercera clase, mientras que otros lo hacen en primera.
ResponderEliminarUn beso y espero ponerme pronto al dia en todas las lecturas, cuando arregle mi portátil.