domingo, 21 de febrero de 2016

ETIMOLOGÍA

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ETIMOLOGÍA
(Origen de las palabras, razón de su existencia, de su significación y de su forma).


¿Qué puede cruzar la distancia y mantener el brillo con el que fue creado? ¿Qué puede entrar en el alma por los ojos, como una saeta disparada  cuyo impulso lo toma de otra alma que tensa su arco con el deseo de alcanzar el blanco? ¿Qué cofre puede contener el amor sin que éste se derrame en su viaje?... ¡Las palabras!

Hoy te regalo palabras, elegidas, sentidas, pronunciadas en silencio, como un eco que resuena en mi mente de aleteo preparando la partida. Palabras nacidas mucho antes de nacer nosotros, antiguas palabras que sirvieron al mismo fin que hoy persigo. Palabras que otros tomaron, escribieron, inventaron… para poner en ellas sentimientos que latían en su pecho y, como si fueran Mercurios alados, envolvían en pergaminos, tatuaban en el lienzo de un papel en blanco o ceñían a una nota en huellas de tinta convertidas para hacerlas  llegar a su destino.

Hoy, siglos después, renacen en mis dedos, en una danza sobre el escenario teclado, de letras encadenadas. Se anuncia el reestreno en la pantalla, sustituta moderna del papel. No hay telón que se abra, ni bambalinas, vuelan a pecho descubierto y descarnado, mostrando en vivo y en directo lo que oculta el corazón.

Hoy te regalo palabras, para que lleguen donde yo deseo estar, para que llamen a la puerta de tu corazón y, a través de tu mirada, se deslicen suavemente y se acomoden en ese rincón dentro de ti donde tantas veces he soñado que durmiera mi nombre.

Nostalgia,  dolor del no regreso, punzada del camino que dejamos a la espalda. 
Memoria, almacén de vivencias, retener el pasado entre los párpados, de todo lo que “volvemos a pasar por el corazón” y, a veces, se desborda en lágrimas o respira en el suspiro que liberamos en el aire.

Palpitar,  agitarse el corazón,  poder tocar con la mano el sentimiento en su galope libre por el pecho,  ser testigo de la vida por el tacto,  en el vaivén entre sístole y diástole.

Paraíso, jardín privilegiado, donde florezcan rosas de mil colores, mimadas por el jardinero, de esas de las que decía Juan Ramón Jiménez que eran la misma rosa, amor, la única rosa.

Hoy te regalo palabras, deseando ser yo misma vocablo que llegara hasta tus ojos y entrar en ti por cada uno de tus poros, inundando de este amor que me desborda, la tierra prometida de mis sueños.


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