
Me gustaría contaros una anécdota familiar en la que intervino mi hermano pequeño cuando éste contaba unos 3 años y, acompañado de mi madre, subía en el ascensor de casa junto con otra señora desconocida. La buena mujer, según testimonio de mi madre, tenía un mostacho digno de un sargento de la guardia civil, dicho con todo el respeto, y no es de extrañar que mi hermano, un niño que no entendía de diplomacia y, todavía no había entrado en el mundo de las “mentiras piadosas” o del “saber callar a tiempo”, con su dedito levantado hacia el bigote de la señora dijera: “mamá, esta señora tiene bigote”.
Tras el comentario, y después de un tenso silencio, donde se podía cortar el aire del pequeño habitáculo del ascensor, y de que mi madre deseara que se la tragara la tierra, la señora bigotuda en cuestión increpó a mi hermano casi gritando diciéndole que era un maleducado y un niño “muy malo”, a lo que mi madre, repuesta como por resorte del sentimiento de vergüenza ajena y defendiendo a su cachorro le contestó a la señora queriendo apaciguarla: “señora, el niño no dice nada más que lo que ve”.
Al oír luego la anécdota en boca de mi madre siempre añadía: “menos mal que el ascensor se paró, no pasé más vergüenza en toda mi vida”.
Y es que, la buena educación es algo, no solamente relativo a las circunstancias, sino tan frágil como la verdad, la dignidad, la hipocresía, el eufemismo y la mentira, y todo ello se tambalea si se dan las coordenadas adecuadas.
Sirva esta introducción para comentar el gesto que se ha dado en llamar la “peineta” de Aznar que, por cierto, es un corte de mangas de toda la vida, quizás un poco abreviado (le faltó la parte del levantamiento del brazo) pero eso de “peineta” ¿de donde viene?.
Considerar si fue afortunada o no la respuesta que el ex Presidente del Gobierno dio a los jóvenes que le increpaban llamándole “asesino”, “terrorista”, “cabrón”, "mentiroso” y otra serie de improperios más, no viene al caso, creo que hay unanimidad en que no fue de ningún modo afortunada, sobre todo teniendo en cuenta que había fotógrafos, (sí, con todo el sentido hipócrita de la frase), y si fue afortunada para alguien, fue sin duda para todos los detractores de Aznar incluyendo los miembros del Gobierno;
Para mi el gesto es, sin embargo, comprensible, humano, lógico e incluso lo dulcificó la sonrisa que mostró en la cara mientras lo hacía, no me digáis que no. Una servidora no hubiera sonreído en su lugar y quizás hubiera redoblado los insultos hacia quien los profería, todo ello por varias razones: porque una está harta de ofrecer las otras mejillas, sí, porque ya no vale con ofrecer “la otra”, sino que tienes que tener guardadas muchas y muchas más. Porque hay gente que no entiende los razonamientos verbales, porque defender la dignidad propia y la de los demás, si se tercia, siempre es una buena justificación para saltarse “la buena educación”, y por una última razón, para mí la más convincente, para devolver los continuos cortes de mangas, peinetas, o como se le quieran llamar de las que los ciudadanos en general y la oposición en particular estamos siendo víctimas constantemente por parte de este Gobierno que sí es desafortunado, hipócrita, eufemístico y lo más suave que podría decírsele es que es maleducado.
Ya he criticado en muchas ocasiones desde aquí lo que podríamos considerar los cortes de mangas del Gobierno, esas “peinetas” que lucen con toda naturalidad, como folklóricas en cualquier escenario, paseándolas con talante e insolencia, de manera tan eufemística que nadie diría que son lo que son, una manera de hipnotizar al personal mientras lo van sodomizando "educadamente", así como suena.
La última “peineta” que nos ha colocado el Gobierno haciendo un descomunal corte de mangas a los Derechos Humanos, concretamente al artículo 3 que dice: “Todo individuo tiene derecho a la vida, a la libertad y a la seguridad de su persona”, ha sido la aprobación de la llamada eufemísticamente “Ley de Reproducción Sexual y Reproductiva y de la Interrupción Voluntaria del Embarazo” o sea una licencia para matar.
El Gobierno se ha limpiado literalmente el culo con la lista del millón de firmas de ciudadanos recogidas en contra de esta Ley.
Un corte de mangas, con todas las de la “ley”, nunca mejor dicho, ha supuesto el espectáculo vergonzoso de las imágenes de Bibiana Aído, Leire Pajín y otros miembros del Gobierno, abrazándose y felicitándose por la aprobación de la Ley, de igual manera que si hubieran descubierto la vacuna para curar cualquiera de las enfermedades incurables existentes hoy en el mundo.
¡Y aún le llaman maleducado a Aznar! Vamos a apearnos de esa hipocresía de una puñetera vez, a desmarcarnos de esta tónica actual de disfrazar la verdad con vestimentas tan frágiles que son solamente harapos que se deshacen en cuanto les llega una ráfaga de viento.
Gandhi decía: " La verdad nunca daña una causa que es justa", entonces ¿por qué se empeña el Gobierno en maquillar todo y ver la paja en el ojo ajeno desdeñando la viga en el propio?.
Al pan, pan y....volviendo a la anécdota del principio, ¡al bigote, bigote!.