viernes, 24 de diciembre de 2010

NAVIDAD. ¡¡BIENVENIDO, SEÑOR, DE NUEVO!!


Porque creo en Él y creo que un día de hace muchísimos años, y que esta noche conmemoramos todos los cristianos, nació para cambiar el rumbo del mundo, para cambiar nuestras vidas, mi vida, creo también en que Él nos guiará en el Camino con su luz, nos dará esa esperanza que muchas veces nos falta para seguir paso a paso su senda, que es senda de amor. Es el agua para mi sed y el alimento para mi alma.

Siempre que me caigo extiende su mano y me levanta y cuando le llamo me escucha. Aunque no venga cuando le espero, cuando yo creo que tiene que venir, nunca ha llegado tarde. Porque aunque su amor es firme y seguro, nunca es previsible, ni sigue patrones fijados, ni cabe en los compartimentos que le prepara mi mente, pero es capaz de llenar y rebosar cualquier corazón.

La Verdad puede tener muchas caras, muchos lados que reflejar, la verdad puede ser la de cada uno, la tuya y la mía, pero hemos de aprender a respetarlas todas, porque la vida es corta para malgastarla en lejanías y en frías soledades, porque la vida es difícil para añadir nuevos obstáculos, porque es más fácil acoger y amar y compartir la alegría, que albergar odio e inventar maneras de herir al otro y vivir en la continua desavenencia.

Esta es mi verdad y la celebro, y espero que no te hiera, ni sea para ti motivo de desunión. Deseo que la tuya tenga su espacio y se respete, yo la respetaré siempre que no hiera a nadie.

Feliz Navidad a todos. Bienvenido, Señor, de nuevo.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Todo el mundo NO es bueno SIEMPRE


Recién salidos de un puente, que la gran mayoría nos prometíamos feliz, y en el que algunos afortunados lo hemos conseguido, ha habido otros muchos, también, que han mentado a las señoras madres de unos pocos, entiéndase las de los controladores aéreos y, por supuesto, las de los miembros del Gobierno, pero estos últimos deben estar ya muy acostumbrados. Caos en el espacio aéreo y caos en la tierra con el agua desatada desbordando los ríos. Si unimos todo esto al caos que desde hace tiempo provoca la crisis económica en nuestras vidas, parece improcedente hablar de la Navidad, pero la tenemos a la vuelta de la esquina y me temo que, hasta en eso, también apunta el caos.

Llegando a este punto, a esta altura del calendario en la que tan pocos días quedan para llegar al final del taco donde se asoma tímido el mes de enero de 2011, con sus treinta y un días, con la empinada cuesta que sin hacer falta mucha imaginación intuimos, con sus festivos en rojo, por cierto, solamente veo, fuera de los domingos, el día 6, día de la Epifanía, salvo error u omisión, que más bien me inclino por la omisión decidida de los que abominan de la Iglesia y sus festividades, pero omisión a la celebración y no al festivo en sí, ¡claro!. Bueno, para mí ese día es el de los Reyes Magos, que los demás celebren lo que buenamente puedan o quieran;

Decía que, llegando a este punto, uno se siente más inclinado a dejarse llevar por el ambiente festivo, cantarín, bailarín y ligeramente impregnado de un almibarado amor fraternal, que, lamentablemente, no es siempre sincero y puro, sino que muchas veces precede a los cantos regionales y es propiciado, digamos, por los chupitos que en estos días se sirven en tantas comidas de trabajo, en una pre-Navidad oficiosa, precursora de lo que nos espera, del tiempo regado de ósculos y felicitaciones, abrazos y buenos deseos que nos lanzan como dardos, algunos envenenados, a la diana de nuestros corazones.

Sí, lo sé, no soy nada benévola, tengo tantas dudas respecto a los buenos deseos recibidos en estas fiestas, que solamente los provenientes de los amigos que han demostrado serlo de verdad, de corazón, y de los que sé que me quieren, los creo a pies juntillas. Los otros, los recibo con la sonrisa puesta, esa sonrisa hipócrita, desarrollada para escudar a los sentimientos contra malas vibraciones, farios y negatividades, porque con el tiempo, con los años, me he dado cuenta que no todo el mundo es bueno o, al menos, no todo el mundo es bueno siempre, o incluso, todo el mundo no es bueno siempre.

Como ejemplo de lo que he dicho anteriormente pondré a los controladores, estoy segura que tienen familia, amigos, vecinos que, al preguntarles, jurarán que son unos buenos tipos, sí, buena gente que, sin embargo, junto con los colegas han sido capaces en solo unos días de fastidiar (por usar una palabra suave) a miles de viajeros, de provocar pérdidas de 300 millones de euros según hoteleros y comerciantes y de que se marque un hito histórico como es el hecho de que se haya decretado por primera vez el estado de alarma en la historia de nuestra democracia. Efectivamente, no todo el mundo es bueno...siempre.

Yo me empecé a mosquear el día 26 de noviembre cuando el anunciante oficial de la Navidad, el adelantado de las fiestas, El Corte Inglés, cambió este año la iluminación y decoración de sus centros, quitó de un plumazo los Nacimientos con José y María y el Niño Jesús, y llenó las fachadas de bombillas blancas donde aparecía y desaparecía la palabra Felicidades, así como suena, aséptica, impersonal, ambígua e indeterminada, un Felicidades lacónico que nada nos dice o que, quizás, quiere decirnos todo, aún no lo he averiguado.

Me pregunto si nos felicita por algo, si nos desea felicidades múltiples y variadas en cualquier época del año, o si tendrán que darse por aludidos los que cumplen años por estas fechas, se casan, les ascienden o les toca la lotería...¡vaya usted a saber!. El caso es que no hay un “Feliz Navidad”, ni existe ya el portal de Belén, y eso me inquieta porque El Corte Inglés es como la bruja Lola que prevé las cosas y las anuncia, lo hace con la Primavera y con el Otoño, lo hace con el Día de la Madre y con el Verano, cuando nos hace temblar de frío viendo a la modelo en bikini cuando aún llevamos abrigos, y ahora...ahora... nos deja esto. Era un referente, era el iniciador, era la puerta luminosa de la Navidad, y ahora...ahora...la Navidad llegará, por supuesto, pero por primera vez, El Corte Inglés habrá perdido la oportunidad de anunciarla. Y es que, ni siquiera El Corte Inglés puede ser bueno siempre.