BODA
Su prima Victoria se casaba, ¡al fin!, como repetía incansablemente su tía, después de ocho largos años de aburrido noviazgo, no es que su prima le hubiera dicho que su noviazgo fuera aburrido, pero no hacía falta, sólo tenía que mirarles a la cara cuando estaban juntos, no había ni rastro de esas chispas que saltan, o deberían saltar, cuando dos personas se aman y, además, deciden unir sus vidas, cuerpo y alma, para siempre.
Había seguido tan de cerca los preparativos para la Boda y colaborado tan activamente en los mismos, que prácticamente era como si se casara ella, como si ella fuera la que estaba camino del altar del brazo de su tío Carlos que, por otra parte, se parecía muchísimo a su padre, por algo eran hermanos.
La larga cola del traje de novia de su prima, en cuya elección también pesó mucho su opinión, era arrastrada hasta el altar por la alfombra roja, al compás de Arribal of the Queen of Sheba de Häendel, ella misma le había sugerido esta pieza para la entrada, una novia tiene que sentirse como la Reina de Saba el día de su Boda, en su caminar hacia el amado.
Vivió con atención todo el ritual del Sacramento del Matrimonio, escuchó las lecturas y, tras ellas, la Cantata 147 de Bach. Eludía mirar a los ojos de los contrayentes, sabía que sus miradas eran frías, distantes, mecánicas. Ni siquiera el aria de Locatelli, tras la entrega de las alianzas y de las arras, hizo que las caras de los novios se transformaran en otras mucho más expresivas. Lo intuía, lo sabía, aunque seguía sin mirarles a la cara.
Algo hizo que sintiera un ligero temblor en las piernas, un sudor frío por el cuerpo, fue en el momento de darse todos la paz, vio acercarse sus caras y rozar apenas las mejillas con sus labios, mientras sonaba Lascia ch´io Pianga, otra pieza de Häendel que eligió personalmente, y la cual agradeció su prima, reconociendo que era preciosa. Entonces, no pudo dejar de mirarles, les veía muy lejos de aquel lugar, dos extraños embarcados en una nave que ninguno quería tomar.
Estaba ensimismada experimentando en su corazón cada una de las partes de la Ceremonia. No recordaba quien sugirió Benedicat vobis para el rito propiamente dicho del matrimonio, pero estaba sonando, llenando el templo con un ritmo rápido y alegre, y luego el silencio, roto tan sólo por los flashes de los fotógrafos y la voz del sacerdote: "¿Estáis decididos a amaros y respetaros mutuamente, siguiendo el modo de vida propio del Matrimonio, durante toda la vida?": No, no podían estar dispuestos porque no se amaban, tal vez al principio se quisieron, como se quieren los novios en la adolescencia, con esa sensación de estreno y novedad, con cosquillas y suspiros que se escapan, pero ahora ya no, ahora no podían quererse.
Sin embargo, como largos cuchillos afilados, las palabras se convirtieron en armas desgarradoras, al unísono, el eco de los dos se unió entrelazándose en el aire y, por primera vez, se dio cuenta “Sí, estamos decididos”, estaba decidido, había elegido, “Yo, David, te quiero a ti, Victoria, como esposa y me entrego a ti, y prometo serte fiel...”. La fidelidad es mucho más fácil cuanto más amas, ¿cómo podría mantener su promesa, en esa existencia gris y mediocre junto a Victoria que auguraban sus presentimientos?.
La Serenata Nocturna de W.A. Mozart le inundó el alma, la cual anegaba sus ojos en forma de lágrimas: “Tú también te emocionas, ¿verdad hija?”, le dijo su madre ofreciéndole un pañuelo. Deseaba con todas sus fuerzas, con el alma entera, estar allí...con él: “...Y así amarte y respetarte todos los días de mi vida.”
Entonces, la Marcha Nupcial de Wagner envolvió sus sentimientos como el papel de aluminio, listos para congelarse en el tiempo, como la sonrisa que sus labios dibujaron.
Muy bueno tu relato, amiga. Besos y bien fin de semana,
ResponderEliminarV.
Me quedo con la frase "la fidelidad es mucho más facil cuanto más amas". Y que duro el amor no realizable que brinda los deseos a la quimera.
ResponderEliminarPrecioso retazo de arte, doliendo el alma y viendo como se escapa el amor en medio de tanta pasión. Eso pasa en tantas parejas, que aceptan un amor mediocre por no saber hasta donde te puede llevar el amor verdadero.
Mucho estilo en tu escritura Shikilla, se nota que te gusta y plasmas en ello el alma.
Un abrazo
Estupendo relato, real como la vida misma.
ResponderEliminarLa inercia es aplicable en la física y en los sentimientos, siendo peligrosa en ambos...
¿Y porqué? por apariencia... por no defraudar a ?¿..... por miedo a no encontrar a nadie más...
ResponderEliminarEl caso es que están sentenciando sus vidas. Qué pena... nunca conocerán la felicidad.
Besote Shikilla, feliz semana ;)
Pues no sé uno con vocación de Salomón (Brynner), qué va a hacer con tanta Reina de Saba...
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