
Me gusta mi barrio los sábados de primavera, en las mañanas soleadas. Cuando me levanto, lo primero que hago es asomarme a la terraza y echar una ojeada al hormiguero de gente que entra y sale de El Corte Inglés, con bolsas, bolsones o bolsitas, también sin bolsas, la crisis supongo que se tendrá que notar.
Un ir y venir de gente que es la savia que circula por las venas o calles, la vida que se mueve, es lo que tiene vivir en el Centro, que tomas el pulso a la ciudad con una simple ojeada, claro que también tiene la desventaja de no poder aparcar en la puerta de tu casa, ni salir a tirar la basura de trapillo porque las terrazas de los bares, se van llenando de gente.
Hay un cierto frenesí en el ambiente y se ven colores fuertes y alegres en la ropa que llevan los viandantes, observo el look en la gran pasarela de las aceras y me doy cuenta que hay un totum revolutum, sobre todo entre las féminas, botas altas, las primeras sandalias, mangas cortas de camisetas se cruzan con parkas, chaquetas y jerseys. Los hombres, en esto de dar con las prendas adecuadas para los cambios de estación, creo que lo tienen más fácil, al menos hay mucha más uniformidad, quitan o ponen jersey.
Me siento tan bien que sería capaz de comerme un pollo asado entero, teniendo en cuenta, eso sí, que soy heterosexual y luzco una hermosa melena, que no quiero jugármela por un quítame allá una alita. No es que quiera desacreditar al bueno de Evo pero lo que no me pondría hoy, ni en pleno diciembre tampoco, sería la horterada de jerseys que luce el gachó. Eso tiene que afectar a las neuronas, me parece a mí.
¡Ay! Qué ganas también de ir a la Feria de Sevilla, con lo cerquita que me queda y que no puede ser este año tampoco, ¡a ver si el año que viene!…Para ver si se me pasa este deseo de echar a correr tras el pescaíto frito y el fino de las casetas, la visión de los farolillos y el revuelo de los trajes de gitana al bailar las sevillanas, me voy a poner mi delantal de flamenca, rosa roja de tela en el pelo, voy a abrir de par en par las ventanas que entre el aroma del azahar de los naranjos de la acera y voy a dejar el pollo para otro día, porque hoy me voy a comer unos gambones a la plancha para entrar en materia regados con un blanco de la tierra, de esta tierra por la que le doy gracias a Dios, ese Dios, que según mi enemigo íntimo Pantagruel, es la eterna pregunta, y para mí es la respuesta, que en eso también hay opiniones. Gracias por todo esto, mi barrio, el sol, la primavera, la gente, el humor y el amor, el azahar y los gambones, también por mis amigos y mis “enemigos”, sólo los íntimos, y gracias porque hoy, aunque no esté allí físicamente, hay una parte de mí que bailará paseíllos, pasadas, careos y remate.