
Algunos familiares, amigos y conocidos que han hecho el Camino de Santiago han tenido a bien compartir sus vivencias conmigo, relatarme cómo ha sido su caminar y los sentimientos interiores nacidos de esa experiencia personal y hay algo en lo que todos coinciden, algo que en sí mismo podría parecer tan sólo la lógica conclusión a la que se llega una vez comenzado el Camino y visto en qué consiste, pero que encierra el simbolismo y el verdadero sentido, según todo lo que he podido saber, además de los que cada uno quiera darle particularmente) que tiene ponerse en marcha y alcanzar un objetivo, llegar a la meta, en este caso, a los pies del Santo.
Ese algo al que me refería es la necesidad de ir ligero de equipaje, para lo cual, uno va dejando en el camino todo aquello que le estorba, que no le es imprescindible, que llega a convertirse en un peso que crece a medida que se anda. No solamente físicamente esto es cierto, sino que, como decía, se convierte, según los testimonios escuchados, en la base donde se fundamenta el Camino.
No he tenido la suerte de vivir esa experiencia, no sé si algún día la viviré, pero de las palabras de los que me la han contado he podido constatar algo que también te va enseñando la vida, quizás por eso encuentran un paralelismo entre el Camino y la vida: caminar es vivir, y a la vida llegamos ligeros de equipaje, sí, pero a lo largo de los años nos vamos cargando con muchísimas cosas inútiles y entiéndase por inútiles todas aquellas que no nos aportan nada, que no nos dejan levantar el vuelo, que nos aprisionan la imaginación, que ponen vallas entre nosotros y el de al lado, que cierran nuestras ventanas y nos impiden mirar al cielo o nuestras puertas impidiéndonos salir al encuentro de mundos nuevos, de personas nuevas, de otros Universos dentro de éste...
Todas esas cosas que aportan un plus de peso a la mochila del caminante son las que en cada etapa los peregrinos van dejando, quedándose tan solo con lo imprescindible, aquello con lo que llegan al final, a la meta.
Imagino que al llegar a esa meta a uno no le importará no haber llevado consigo otro jersey que el que lleva ni echa de menos otra cantimplora más que la que lleva o cualquiera de esas cosas que dejó por el camino. Lo que importa es estar ahí, haber llegado.
Al margen de lo comentado, me ha llamado la atención, sobre todo, el cambio o transformación interior, que la mayoría de los amigos y familiares con los que he hablado de esto dicen haber experimentado al realizar el Camino de Santiago. Dan ganas de hacerlo al escucharles. Me gustaría que si tenéis vuestra propia experiencia la contéis ¿es cierto que también habéis sentido algo removerse en vuestro interior? ¿que cambia el concepto que uno tiene de la vida? ¿que pierden importancia cosas que antes del Camino absorbían vuestro tiempo y energía y ganan en ella las que teníais casi olvidadas? ¿que ya no dais por hecho aquello que hay que volver a repetir cuantas veces sean necesarias porque es importante que se sepa?.