La vida es como el amigo bromista
que todos hemos tenido o tenemos entre nuestro grupo de amigos, el
graciosillo de la clase, el burlón, chuletilla, que se enfrentaba a
todo con ese gracejo propio de los bromistas y hacía chistes de lo
que al resto de los compañeros, como poco, les quitaba la sonrisa y
les ponía serios.
La vida es así. Cuando menos lo
espera uno, te eleva por encima de las nubes, o te deja caer de
golpe. Te quita lo que más quieres o te deja una sonrisa al doblar
la esquina. Te ofrece un corazón donde han grabado tu nombre o se
lleva el tuyo y lo pisotea por gusto.
La vida, algunas otras veces,
quizás gracias a los ruegos anónimos al cielo, que rezan para que
se haga justicia en la Tierra, nos devuelve, como hace el mar,
aquello que nos quitó a traición, sin preguntar ni mirar siquiera a
nuestros ojos, para ver en ellos el dolor que causaba...
...Y entonces, nos descoloca de
tal modo, que no sabemos cómo reaccionar, ¿Por qué vuelven
aquellos que nos dejaron, los que se fueron voluntariamente de
nuestro lado, aparcaron la amistad, el amor, la relación que fuera
que tuvieran con nosotros. ¿Por qué vuelven?.
Debe haber una razón en el
cosmos, para que el pasado vuelva a ti con la fuerza de un volcán y
arrase en un minuto con los sentimientos acumulados durante toda la
ausencia. Pero la razón última sólo la sabe la vida, nosotros tan
sólo somos aprendices que no dejamos de sorprendernos por ella.
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