Hoy hablé de ti.
Las palabras se mecieron en mis labios como si fueran lianas uniendo mundos: Nuestro Ayer y Mi hoy.
No estás conmigo y, sin embargo, sentí tu aliento en mi cuello, las yemas de tus dedos corriendo por mi espalda y hasta escuché el sonido de tu risa de domingo.
Hoy hablé de ti.
Dicen que se me iluminaron los
ojos mirando al infinito y esbocé una sonrisa al aire. Luego,
cuando el sol iba cayendo, entorné los párpados hasta cerrarlos,
buscando recuerdos en imágenes de cuando estábamos juntos,
queriendo atrapar las horas que te llevaste contigo y esos jirones de
vida que te regalé entonces.
Hoy hablé de ti.
Creo que dije mil veces: “¡Cuánto
me quería!”. Lo he creído tanto tiempo que no he pensado siquiera
en la posibilidad de que no fuera cierto.
Hoy hablé de ti.
Las palabras se ahogaron en
azúcar, la nostalgia pintó rubor en mis mejillas y se alzaron en la
memoria tan sólo los momentos gloriosos que vivimos.
Pero ahora, que el rumor del ayer
ha callado y me enfrento al hoy, cara a cara, se alza la respuesta ante
mis ojos, tan clara que no admite duda: Si tanto me querías, ¿por
qué no estás a mi lado?.
A veces, nos engañamos, arrojando velos
de colores sobre la verdad que duele.
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