Somos supervivientes de nuestras propias historias, cada uno tiene sus motivos para seguir adelante, para luchar, incluso para quedarse a esperar que la vida se detenga.
No es el lugar lo que nos da la
fuerza, ni siquiera el aire que respiramos, ni el color de sus
paisajes, ni las gentes, ni las calles, ni el sonido de los pasos
cuando andamos. La fuerza va con nosotros envuelta en cada enseñanza
recibida, en cada mirada de reproche cuando defraudamos la esperanza,
en cada mano extendida para cruzar las calles, en la dulzura de la
caricia cuando estábamos enfermos, en el beso cálido que apartaba
el miedo y las pesadillas.
Somos el fruto de lo que otros
fueron antes que nosotros, y en la masa de la sangre vive todo lo que
nos dejaron. Pero también somos lo que oímos, lo que nos dijeron,
lo que vimos, lo que pensamos y sentimos....Somos fuerza por nosotros
mismos, siempre que sepamos y nunca olvidemos de dónde venimos,
aunque no siempre tengamos claro hacia donde vamos.
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