No podemos desperdiciar el regalo que nos hace la vida. Racimos de horas
recogidos, siembra del tiempo en la tierra removida. Germinarán los
sueños, tan sólo si los regamos con el agua de la fe en el futuro.
¡Pisaremos el fruto redondo de los años y saldrá el vino, sangre y agua,
savia viva , para brindar por todos los momentos compartidos!
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