EL CANTO DEL GALLO

El horno no está para bollos, anda la cosa calentita. Este país ¿o debería decir países? ha tenido una “vuelta al cole” agitada, se empiezan a escuchar los cantos, muy desafinados ciertamente, de los mismos “gallitos” de siempre.

La “Guerra de las Banderas”, por ejemplo, tristemente conocida ya por todos, comenzó a principios de septiembre, pretexto: las fiestas patronales de muchas localidades del País Vasco, donde los nacionalistas manifiestan así su negativa a ser españoles. En Bilbao, en agosto de este año, “se permitió” a la bandera de España ondear durante veinte minutos.

Los independentistas catalanes no se quedan atrás y han comenzado a quemar retratos del Rey. En Villafranca del Penedés, por cierto cuna del cava, tampoco ondeará la bandera de España gracias a que unos treinta miembros de la izquierda independentista asaltaron el salón de plenos del Ayuntamiento, durante la sesión del pasado martes, con pancartas dónde se podía leer “Española? No. Catalana? Sí”. Me pregunto si también rechazarán a los consumidores españoles de cava del mismo modo que rechazan e insultan nuestra bandera.

En esa misma tónica La Corporación Catalana de Radio Televisión, que ha hecho efectiva su Carta de Principios, establece que sus periodistas y tertulianos sólo pueden hablar en catalán y como consecuencia de esta medida la escritora Cristina Peri Rossi ha sido despedida de Catalunya Radio por hablar en castellano.

Por si fuera poco todo lo anterior, la guinda de todas estas sinrazones la pone el lehendekari Ibarretxe diciendo que convocará un referéndum sobre la determinación de Euskadi ¡toma ya!. Y digo yo que en ese órdago que propone este “gallito” tendremos algo que opinar el resto de españoles, porque o envidamos todos o rompemos la baraja, que España que yo sepa, aún, no está rota.

No quiero terminar sin manifestar mi admiración, mi agradecimiento como española y mi solidaridad con Regina Otaola, alcaldesa de Lizarza (Guipúzcoa) que con valentía y coraje defiende diariamente la democracia poniendo en peligro lo más preciado que tiene un ser humano: su vida. Para ejercer sus obligaciones como alcaldesa electa ha de acudir al Ayuntamiento escoltada por la Ertzaintza y enfrentarse diariamente a coacciones, amenazas e insultos.

Me surge la siguiente duda: si se produjera el referéndum anunciado por Ibarretxe, ¿Los votantes acudirían a las urnas con la misma libertad con la que cuenta la Sra. Otaola para acudir a ejercer su alcaldía, o ese día, no sólo por veinte minutos sino durante todo el tiempo que duraran las votaciones, ondearía la bandera de la libertad en el País Vasco...?