UN CORAZÓN A PRUEBA DE "BALAZOS"

Hoy me levanté preguntándome qué podríamos hacer para blindar el corazón a prueba de noticias que lo hieren y, a veces, incluso le hacen desbordarse en lágrimas de impotencia, de dolor, de rabia…

¿Cómo protegerlo para que la sangre no se hiele dentro, después de ver los telediarios?.
Si hemos conseguido blindar coches, vidrios, contratos, chalecos ¿por qué no podemos blindar el corazón a prueba de esos “balazos” diarios?.

Una de las cosas que traspasan el corazón de cualquiera, una de las cosas que más me duelen son los niños. Cualquier noticia en la que haya como protagonista un niño que sufre es especialmente sangrante: bebés abandonados en contenedores, niños maltratados, niños objetos de abusos sexuales, niños asesinados, niños secuestrados por uno u otro progenitor, niños desaparecidos

En este último apartado de niños desaparecidos, el caso de Maddie ya me impresionó en su día, cuando todos los medios de comunicación dieron la noticia, al igual que me impresionaron y lo siguen haciendo cada una de las desapariciones de niños en todo el mundo, por ejemplo en Italia desaparecieron 1.850 niños en 2005, en Bélgica 1.022, en el Reino Unido se contabilizan 7.000 niños desaparecidos cada año. Sólo en España y Portugal están censados por Child Focus, centro europeo para la búsqueda de niños desaparecidos, un total de 20 menores. La interpol ha aunado todos los casos de niños perdidos a nivel mundial en la página web Missingkids con todo tipo de datos de utilidad sobre menores desaparecidos para su localización.

Sin embargo, el caso de Madeleine según avanzan las investigaciones, se hace cada vez más hiriente, solamente la posibilidad de que los padres tengan algo que ver no ya en la desaparición de la pequeña, sino también en su muerte, es algo que pone los pelos de punta, es rizar el rizo de la locura. No sé si serán o no los autores de la muerte de la niña, y si ésta fue accidental o no, no sé si todo lo que ha rodeado este asunto no es más que una gran bola hecha de mentiras y falsedades, cuya puesta en escena, de ser ciertas las hipótesis de la policía portuguesa, habría sido una magistral y macabra actuación que consiguió que todo el mundo se la creyera. Lo que sí es cierto es que Maddie no aparece, ni viva ni muerta, como tantos otros.

Prefiero pensar que aún hay esperanza, prefiero creer que Madeleine no tuvo que contemplar con esos ojos de pupila partida, cuya foto dio la vuelta al mundo, como quienes tenían que protegerla fueron los que le “rompieron” para siempre su mirada.

Definitivamente, no hay blindaje alguno que resista la dureza con que golpean el corazón ciertas noticias, y tal vez sea mejor así, si perdiéramos la capacidad de sufrir con el dolor del otro ¿en qué nos convertiríamos?.

La cosa está en que el hecho de solidarizarnos con esas familias, por sí solo, no es suficiente. Alguien tiene que hacer algo más efectivo.


Imagen: "Corazón blindado" de Fabiana Valgiusti