GRACIAS A LA VIDA, POR UN AÑO MÁS

Queridos amigos:

Hoy quiero compartir con vosotros una celebración muy particular, no se trata de ninguna victoria deportiva, ni política, ni social, ni siquiera una celebración que ataña a nadie, al margen de mi misma. Es algo mucho más íntimo, más mío, si me lo permitís; hoy haré honor al carácter de este blog y celebraré con vosotros algo muy personal.

Nací en un 8 de julio y, según marca el calendario, hoy es mi cumpleaños, por eso, quiero celebrar que estoy viva y que me gusta el mundo que me rodea, que me encanta levantarme y descubrir cada mañana que sigo aqui, rodeada de gente que me quiere y a la que quiero y que, aunque a veces critique, proteste y me rebele contra lo que no me gusta y quisiera cambiar, la esencia de las cosas que son importantes me llena cada día.

Tal vez, llevada por coquetería femenina, no haya dicho aqui mi edad, en realidad creo que es tan sólo un dato cronológico que no tendría ningún valor si no fuera porque a través de los años, he tenido la posibilidad de ir aprendiendo a conocerme un poquito más, acumulando esas experiencias de vida que, en momentos determinados, me ayudan a reaccionar ante los hechos que la misma vida me ha puesto delante.

Cuando tenía diecisiete años siempre pensaba que la vida pasaba muy lentamente, demasiado despacio para alguien que quería correr y llegar cuanto antes a lo que creía que era el súmmum de las maravillas, los veinticinco, no sé por qué pensaba que esa edad era en la que una persona se hacía independiente, sabia y completa, en una palabra, mayor.

Luego me dí cuenta de que no existen pautas ni normas, ni barreras, ni límites, en esto de la edad, vamos, que los años no te dan más que lo que tú aproveches de ellos. Un día puedo sentirme novata en esta empresa de vivir, y al siguiente, venir de vuelta de todo, según amanezca. Pero nunca he perdido este interés por seguir adelante, por ir paso a paso recorriendo mi camino y descubrir qué me aguarda en el siguiente recodo.

En realidad, a nadie nos gusta hacernos mayores después de ciertas edades, pero realmente la otra alternativa no me gusta nada, si hay que hacerse mayor para vivir, ¡vivamos!, acojo cada año como un regalo, lo celebro siempre con mis seres queridos y con mis amigos. Y hoy quiero celebrarlo también con vosotros, los que me leéis.

Doy gracias a Dios porque me hace regalos que ni siquiera merezco, también porque en los momentos difíciles nunca me ha abandonado, y siempre me ha ofrecido un rayito de esperanza para seguir adelante. A veces, me ha llevado en volandas, debo confesarlo, porque me han faltado las fuerzas, pero una de las cosas que he aprendido es que, cuanto más escarpado era el camino, más he crecido.

¡Qué lejos y qué cerca me siento de aquella chica de diecisiete años! Ahora no pienso que los años vayan despacio, todo lo contrario, pero al igual que ella, tengo la esperanza de que, algún día, a lo mejor me hago sabia y completa, cuando sea mayor.

Como no puedo brindar físicamente con vosotros, alzo mi copa por la vida, por los años, para que sigan pesando más las ilusiones que los recuerdos, que también hay muchos.

Un beso de una Shikilla un año mayor.