sábado, 31 de diciembre de 2011

FELIZ AÑO NUEVO


¡Qué poco falta ya!, este año 2011 da sus últimos coletazos, cansado, viejo, gastado. Todo lo que ha dado de sí ya está hecho, la tela que había que cortar está cortada, para bien o para mal, sólo quedan unas horas para que nos diga adiós.

¡Ay! Cuántas cosas hemos vivido en cada uno de sus días, 365 razones para salir corriendo, para gritar, para vivir, para amar, para olvidar; 365 razones para desear que se vaya de una puñetera vez, o, tal vez, 365 razones para llorar su marcha. Es lo que tienen los años, que no para todos son iguales, y hay quien gozó de manera especial y quien derramó lágrimas, quien perdió su trabajo, quien tuvo que cambiar el rumbo de su vida, quien marchó lejos o quien llegó de otras tierras, quien se enamoró perdidamente, y quien perdió para siempre su amor. Porque la vida no es una fórmula matemática y ni siquiera se reparten equitativamente los momentos alegres o tristes o el gozo y el sufrimiento para que a todos toque un poco de cada.

Desde esta fina frontera que separa el año que acaba y el que empieza, tratando de hacer un resumen de los días que se van, me doy cuenta que siempre prevalecen y tienen brillo especial aquéllos en los que la familia, nuestros seres queridos, son protagonistas, porque todo lo referente a los que queremos es lo que nos pellizca el corazón, lo que nos alegra y lo que nos duele, lo que impulsa nuestros latidos y lo que da color a nuestra vida.

Al final, siempre, si queremos hacer memoria de cada día de este año, recordamos todo aquello que afecta, toca o incluso roza a nuestra familia, porque de ella tomamos la fuerza, en ella crecemos y vivimos.

Si tuviera que formular un deseo para el año nuevo, no podría desear nada que no comenzara con lo mejor para mi familia, mis hijos, mis padres, los que forman parte de ese círculo mágico construído día a día con amor, y por supuesto para los que sin ser familia, nos profesan y a los que profesamos el cariño como si lo fueran.

En realidad, formularía tres deseos, uno ya lo he dicho: lo mejor para mi familia, otro: la salud. Ambos, curiosamente, no son cosas que se puedan comprar con dinero. Ayuda, desde luego, tener las necesidades cubiertas, no tener preocupaciones económicas, por eso dejaré el tercer deseo para que no nos falte nunca la comida ni el techo. Pero, sobre todo, que no nos falte tampoco la fe, sin ella no somos nada.

Feliz año nuevo, amigos, y que se cumplan vuestros deseos, aunque recordad lo que decía Voltaire: Sólo es inmensamente rico aquel que sabe limitar sus deseos.




2 comentarios:

  1. Felicidades Shiki y que tus deseos se cumplan, que sigas rodeada con el amor de tus hijos, de tus padres, de tu familia y que con esa fuerza maravillosa, camines confiada y alegre por este año.

    Besos de siempre y renovados.

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  2. Olvidemos lo malo pasado y esperemos lo bueno que nos aguarda.

    Un besazo, Shikilla.

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