Tengo
una amiga, lectora y seguidora de mi blog, que me anima siempre a
escribir y a no dejar pasar tanto tiempo entre una entrada y otra, lo cual le
agradezco pero, obviamente, no cumplo, muy a mi pesar; A esta amiga
no le gusta nada cuando escribo sobre “política”. dice que le
gusto más cuando lo hago sobre sentimientos, y reconozco que no es
la única, pero yo creo que la política lo inunda todo, tiene unos
largos tentáculos que llegan a todos los rincones de nuestra vida,
nos influye y condiciona de tal manera nuestra existencia que puede
trastocar, y de hecho lo hace, los sentimientos.
Por
eso hoy,
después de publicar la presente entrada, la llamaré por teléfono
para decirle que no se equivoque, que aunque parezca que hablo de
política, en realidad no es así, porque de lo que quiero hablar en
esta entrada, es de puros sentimientos. Estaréis de acuerdo conmigo
en que la crispación es un sentimiento que últimamente la mayoría
de nosotros experimentamos muy a menudo.
Seguro
que esa palabra ha sonado y suena sin parar en vuestros oídos en los
últimos tiempos. La
crispación se extiende como la pólvora y va haciendo mella en
nosotros. Sólo hace falta echar un vistazo a nuestro alrededor,
poner un poco de atención a lo que se comenta, encender el
televisor, abrir un periódico o mantener abiertos ojos y oídos para
poder sentirla. No se ve, ni se toca, pero se huele, se hace
notar.
La
crispación nos acompaña como una sombra pegada a nuestros talones y
nos hace saltar a la mínima de cambio, en cuanto se nombran
determinadas cosas: paro, sindicatos, huelga, copago, impuestos, y
una serie de innombrables que tienen la facultad de destapar pequeñas
cajas de Pandora que, al parecer, y aunque a algunos les haya cogido
por sorpresa, todos tenemos en nuestro interior.
En
medio de una crisis a la que, por cierto, empiezo a pensar que ese
nombre le queda tan sumamente pequeño que parece un cruel eufemismo,
nos dedicamos a malgastar energías en exasperarnos con el gobierno
actual, con el anterior, con el jefe en el trabajo, con los
compañeros, con el vecino, con el tendero, con el conductor del
autobús, con el de al lado, con los amigos, etc..Estamos divididos,
continuamente cabreados y enemistados con todo aquél que no piense
como nosotros, pagamos nuestra irritación con los que tenemos más
cerca y nos hemos vuelto tan suspicaces que tenemos la confianza
completamente minada.
Un
panorama desolador, aunque nadie pueda decir que no tengamos razón,
es más, si no nos comportáramos de ese modo quizás no seríamos
nosotros, genuinos españoles, ya sabéis, aquello de la sangre
caliente que nos sirve para justificar, en cierto modo, la
visceralidad de nuestras acciones.
A
pesar de todo, personalmente he comprobado que después de enzarzarme
en discusiones apasionadas defendiendo mi postura, de despotricar
contra lo que no creo justo, poner verdes o justificar a los
políticos, renegar de sus decisiones o apoyar otras con
determinación, etc... después de haber malgastado mi tiempo en
irritarme, enfadarme y crisparme hasta la extenuación, lo que he
conseguido es: NADA.
No
existe la menor posibilidad de que los criterios de los demás
cambien sólo por el hecho de que yo defienda otros, por muy
argumentados que estén, del mismo modo que yo tampoco lo haría.
Pero lo que cada vez tengo más claro es que la crispación nunca nos
llevará tan lejos como la solidaridad en arrimar el hombro para
salir de esto, una solidaridad de TODOS, incluidos los mismos
políticos objeto de nuestras críticas y motivo de la crispación.
Mi amiga estará contenta porque esta entrada está plagada de sentimientos, de todo aquéllo que alberga el corazón y nos hace vibrar, que puede herirnos o nos alegra, nos enfada o nos sorprende, nos entristece o hace que nos sintamos eufóricos, nos machaca o nos asfixia como la crispación.
Gracias por la genial definición, de algo que todos tenemos, o tuvimos en algun momento de nuestra vida "Crispación".P.D. La crispación es algo innato en el individuo como los el sentimiento......
ResponderEliminarGracias a tí por comentar mi entrada, últimamente son escasas las opiniones que se vierten en en ellos, por culpa del facebook o twitter que es donde me comentan. Un saludo, Antonio.
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