Me subleva mi impotencia para sujetar las bridas de este espíritu mío que se deshace en recuerdos. ¡Cómo quisiera poder manejar a mi antojo el momento de la resurrección de lo vivido, de la añoranza, de la tristeza e incluso de la alegría!
Su libertad me exaspera. Esa independencia rebelde e indomable de su vuelo, ajeno totalmente a mi vida, a la tierra que piso, a mis problemas… Esa facilidad para desprenderse del lastre de mi cuerpo y volar, volar…entre las nubes del tiempo.
Y luego viene, de vuelta de ese mundo hecho de jirones de mi misma, y
me trae este “hoy” construido de ayeres, un hoy que no es hoy solamente,
que es el día en que te conocí, el que me besaste por primera vez, el
día de la rosa azul y aquél otro, en el que bajo la lluvia, volví a
creer en los milagros. Hoy es el día del adiós que no quería nacer y,
sin embargo, nació sin pronunciarlo y el otro en el que los brazos no
se abrieron y quedaron cerrados por un tiempo todos los puentes que
unían nuestras almas.
Trae también en sus alas la herida abierta de otros ayeres perdidos, el aroma del azahar, frases entrecortadas llenas de diminutivos, promesas hechas añicos y la ausencia afilada que mató nuestra esperanza.
¡Hoy te extraño tanto! No recuerdo a qué sabían tus besos, y se me pierde en la memoria el tacto de tu piel...pero laten en mi, todavía vivas, cada una de las horas que compartimos juntos.
Trae también en sus alas la herida abierta de otros ayeres perdidos, el aroma del azahar, frases entrecortadas llenas de diminutivos, promesas hechas añicos y la ausencia afilada que mató nuestra esperanza.
¡Hoy te extraño tanto! No recuerdo a qué sabían tus besos, y se me pierde en la memoria el tacto de tu piel...pero laten en mi, todavía vivas, cada una de las horas que compartimos juntos.
Me gusta lo que dices y como lo dices....¡Te amenazo muy seriamente con volver!
ResponderEliminarAndré
Muchas gracias, te visitaré en tu blog también.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu blog. Sigue así
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