Bienvenidos a mi otro lado del espejo, donde la realidad que me acaricia o me sacude, se transforma en palabras.
domingo, 3 de abril de 2005
¡Felicidades, Mercedes!
Un 3 de abril se cumplió por primera vez el sueño más grande que he tenido: ser madre.
Hasta ese día, a lo largo de mi vida, alimenté la espera de diversas maneras; Cuando, aún siendo niña, jugaba, lo hacía entregando mimos y nanas a muñecas a las que acunaba, lavaba, vestía y sacaba a pasear en cochecitos con lazos; luego, más tarde, los primitos más pequeños, los hijos de los vecinos, los sobrinos, cuando llegaron, se llevaban los cuidados de aquella "pequeña mama", con vocación de madre.
Y, durante los nueve meses antes de aquel 3 de abril, escribí una serie de cartas a mi futuro retoño, aún sin saber si sería niño o niña. Nació Mercedes, mi hija, tan soñada, deseada y esperada que cuando la ví sobre mi pecho, donde me la pusieron nada más nacer, sintiendo su calor que aún era mi calor que lo llevaba consigo, viendo sus manitas cerradas y su cabecita ladeada, tranquila por escuchar aún el latido de mi corazón, que seguro iba más deprisa, lloré, lloré de alegría, y a la vez sonreía, feliz, y también interiormente daba gracias a Dios, porque me había regalado, al fín, lo que tanto había soñado.
Mercedes, cuando eras una bebita, qué fácil era controlar, saber, proteger, incluso, achucharte contra mi pecho y llenarte de besos. Todos los cumpleaños que vinieron eran una fiesta para todos, llenos de imaginación de globos y sorpresas que te preparaba con todo mi cariño, tartas con las figuras de tus animales preferidos, teatro de guiñol, piñatas, payasos...
Ahora que has crecido, ahora que estás lejos de mí, aunque siempre tan cerca, en mi corazón, tanto tú como tu hermano, ahora que tus alas se despliegan para volar sola poco a poco, me vienen a la cabeza las palabras de khalil Gibran: "Vosotros sois el arco desde el que vuestros hijos, como flechas vivientes, son impulsados hacia delante." ahora que estás sembrando lo que será mañana tu vida, quiero decirte algo, hija mía, algo que te he dicho ya muchas veces, pero que hoy, por ser tu cumpleaños, de una manera especial quiero decírtelo en esta tribuna pública, para que tú lo aceptes como pequeño regalo de tu madre.
Me siento orgullosa de tí, siempre me sentí orgullosa de tí, Mercedes, desde que eras pequeña, por tus preguntas, a veces díficiles de contestar para mí, por lo originales e inesperadas, por esa gracia que tenías cuando cantabas imitando a Azucar Moreno con tan sólo 4 años con un arte y un salero que no se podía aguantar! Por tu magnífico expediente académico, plagado de matrículas de honor, antes y ahora, por ser como eres, cariñosa, buena, obediente. Sí, no es que no tengas defectos, que también los tendrás, pero no creo que el peso de los mismos, incline la balanza del orgullo que siento por tí, hacia su lado.
También quiero decirte que nunca, desde el día en que naciste, mi amor hacia tí y aquél sentimiento que tuve al verte por primera vez, siendo tan sólo una pequeña silueta dentro de mí, en la primera ecografía, y más tarde cuando te pude tocar, ha variado jamás lo más mínimo, sino que, al contrario, ha crecido día trás día, incluso en los momentos difíciles, en los momentos en los que, tal vez, no era fácil para tí comprender algunas decisiones mías y nuestras palabras chocaban en el aire intentando encontrarse.
Este es mi regalo de ahora, porque estás lejos, pero cuando vengas aquí, tengo otro, creo que ha llegado el momento de entregarte todas las cartas que los meses previos a tu nacimiento escribí con todo mi amor, como el que hoy te mando.
Felicidades, hija mía, mi bebita, te quiere
Mamá
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Me ha encantado esta carta; también yo querría decirte que eres la mejor madre que una hija puede soñar. Me he sentido, me siento y me sentiré muy unida a ti;
ResponderEliminarla distancia no supone nada... sólo kilómetros de carretera que ves a través de los cristales empañados del tren en el que os vais.
Kilómetros que no nos separan.
Tienes todas las cualidades que día a día lucho por conseguir; espero, en algún momento de mi vida, ser aún siquiera un reflejo tuyo y transmitirlo a mis hijos y éstos a los suyos.
Me has enseñado las cosas más bonitas que se pueden alcanzar en esta vida terrenal: el amor, la humildad, la sencillez, el respeto, el trabajo, el luchar por la vida... Espero saber transmitir y vivir acorde con todos estos valores y las convicciones religiosas inculcadas de las cuales estoy completamente orgullosa y convencida y más hoy en día...
Por todo ello quiero decirte que te QUIERO muchísimo!!!!!!!!!!!