domingo, 10 de abril de 2005

¡ Santo súbito!

Juan PabloII


Juan Pablo II ha muerto. El Papa viajero ha emprendido su último viaje hacia el lugar donde, quizás, deposite su legendario y repetido tantas veces, beso, aquí en la tierra, en todas las tierras que pisó al llegar.

¿Qué poder añadir a todas las cosas que plumas ilustres han escrito ya sobre su vida, su sufrimiento en la enfermedad y su muerte al final?.

Tan sólo puedo hablar desde la fe que mueve mis dedos al escribir esto, desde el recuerdo de su viaje a España y el discurso que en el Santiago Bernabéu nos dirigió a todos los jóvenes y de cuando le vi pasar delante de mí, entre vítores y gritos de Totus Tuus, y de la sensación indescriptible y emocionada que tuve, de la huella que su figura deja, espiritual y humanamente.

Al Papa se le puede ver bajo distintos prismas, desde la fe, como digo, es decir, como a Juan Pablo II, y también como al hombre que fué, como a Karol Wojtyla. Pero, curiosamente, en este Papa convergen los dos puntos de vista, las dos lecturas que se pueden hacer de su vida, en infinitas ocasiones.

Fué lider como Papa y también como hombre, y para muestra la despedida multitudinaria que ha tenido, la inmensa cantidad de personas que ha movilizado en todos sus viajes, el seguimiento sin precedentes por parte de la juventud. Carismático, sin duda, por ser honesto, auténtico y coherente con la Palabra de Dios. Valiente al proclamarla y al enfrentarse al mundo para defenderla, combatió con firmeza la opresión, con el arma que tenía: la predicación.

Un Papa que quiso seguir al pie de la letra lo que dice la Biblia "Id y Predicad el Evangelio" (Marcos 16:15-16). Llevó su presencia que era la presencia de Cristo en la tierra junto con la Buena Noticia a los lugares más recónditos y sorprendentes, viajes en los que iba sembrando la Palabra de Dios y en los que la paz era, sin lugar a dudas, un denominador común. Pero frente a la firmeza que mostraba en su lucha por la paz se abría su corazón derrochando y pidiendo, también como denominador común, para toda acción, el amor: «Hoy quiero comprometeros a ser operadores y artífices de paz. Responded a la violencia ciega y al odio inhumano con el poder fascinante del amor. Venced la enemistad con la fuerza del perdón».(04.03.03. Visita a Cuatro Vientos).

La sonrisa que mostraba cuando hablaba a los jóvenes podía más que cientos de mítines que hoy podamos escuchar de tantos otros "líderes", ¿por qué?. En mi opinión, creo que era porque él estaba plenamente convencido de lo que decía, de lo que predicaba, de lo que le movía y se movía dentro de él y que supo transmitir tan bien a tantos miles, millones de jóvenes.

No hay duda de que ha sido la figura más importante, para la Iglesia y para el mundo, desde 1978 hasta hoy, y que tardará en salir otra persona con esas características.

Tenía partidarios y tenía detractores, pero no dejaba a nadie indiferente, no hay sitio para la tibieza cuando se habla de Juan Pablo II.

Para millones de no creyentes ha sido un gran hombre y para los millones de creyentes, y trás ver las manifestaciones espontáneas de la gente durante su enfermedad y después de su muerte, Juan Pablo II ha sido un Papa Santo, como decían muchas pancartas en la plaza de San Pedro, ¡Santo súbito! (santo pronto), pidiendo su canonización. Porque nadie como él para serlo.

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