
Las relaciones humanas, qué complicadas parecen, ¿no? Y, sin embargo, bastaría con tener un poco, o un mucho dependiendo de con quién se trate, de empatía, para que nuestras relaciones mejoraran bastante. No lo pienso yo solamente, sino también algunos psicólogos; Ponernos en el lugar del que tenemos enfrente, “calzar por un momento sus zapatos”, nos daría una perspectiva clara de lo que piensa y siente el otro. No es el simple “caernos bien” o la simpatía que podamos sentir hacia él, no. Es ponernos en su lugar, ser capaces de reconocer los sentimientos de los demás, comprenderles cuando se sienten tristes, contentos, defraudados, dolidos, solos, etc... En Psicología seguro que se darán otras definiciones mucho más amplias y científicas.
Parece fácil pero no lo es, porque habrá muchos que no despierten nuestra simpatía, ésta al parecer es un simple componente emocional de la empatía, según los psicólogos y, por lo tanto, no nos sintamos motivados para utilizar esa empatía con ellos. Ese es nuestro reto, el escollo que debemos salvar para conseguir interrelacionarnos perfectamente, ser capaces de olvidar esa falta de "feeling" y de modo altruista, conseguirlo. Es más cómodo no tener relación con gente que nos resulte antipática, sin más, pero hay veces que obligatoriamente tenemos que relacionarnos con ellos, así que si podemos hacerlo de la mejor manera posible, pues mejor para todos.
Una condición sine qua non para alcanzar esa empatía es conocer al otro, saber de él, cómo piensa y siente. La capacidad de establecer esa relación de empatía es directamente proporcional a la información y conocimiento que tengamos de esa persona con la que queremos ejercerla, por eso tendemos más a empatizar con amigos que con extraños.
Para ello, contamos con unas valiosas herramientas: la comunicación en todas sus manifestaciones, la conversación, los gestos, las palabras, todos ellos vehículos, en definitiva, donde transportamos nuestras ideas y sentimientos.
Esto me lleva a una práctica que nos es muy común a todos, conversar, el arte de la conversación como le han llamado muchos. Ese intercambio de ideas, de opiniones, de vivencias y deseos, intercambio de sentimientos, que debía ser, he oído siempre, como un partido de tenis, donde la palabra va y viene como la pelota, de jugador a jugador.
Sin embargo hay algo que está cambiando, no sé si vosotros lo habéis experimentado, pero yo sí, he llegado a la conclusión de que últimamente la gente tiene una necesidad acuciante de ser escuchados, tal vez debiera meterme en ese grupo también. Nos gusta que nos escuchen, o que nos lean, como es el caso aquí en la blogosfera. Ponemos nuestros sentimientos, ideas, anécdotas, vivencias, al alcance de todo aquél que quiera leernos, o, mejor dicho, “escucharnos” leyéndonos. Nos desnudamos ante el teclado, en una especie de streaptease emocional, dando de nosotros esa parte que queremos comunicar o hacer pública o, simplemente, sacar fuera. Muchas veces incluso, escondiéndonos detrás de un nick. Sin un rostro que identifique nuestra verdadera personalidad, sin datos sobre nuestra vida.
¿Es ese un modo válido de darnos a “conocer”, para lograr la empatía del que nos lee? ¿O simplemente lo que nos importa es hablar, decir, contar, para liberar todo lo que llevamos dentro, sin importarnos demasiado si los demás se meten o no en nuestros zapatos?
Viene al caso, respecto a esto, lo que he leído en
la revista consumer donde refiriéndose a las relaciones virtuales apunta lo que Sócrates afirmó:
"Voy a hablar con la cabeza tapada, para que, galopando por las palabras, llegue rápidamente hasta el final, y no me frene, de vergüenza, al mirarte". Escuchado esto, su discípulo Platón, en uno de sus diálogos escritos, demostró que es más fácil entablar una relación, y mantenerla durante un cierto tiempo, con una persona a la que no ves, a la que no has visto nunca y a la que probablemente nunca verás, que con una persona a la que ves, aunque Platón se refería más bien a los sentimientos amorosos, también sería válido para otro tipo de sentimientos que queramos transmitir.
Aunque estos filósofos de la Antigua Grecia no conocían las tecnologías de comunicación del siglo XXI, sus palabras ayudan a entender el fenómeno de las relaciones personales remotas que se valen de la palabra escrita para comunicarse.
Me gustaría saber vuestra opinión y desearos un feliz fin de semana a todos.