
Esta noche al ponerme delante del ordenador para escribir mi entrada, tenía una idea preconcebida sobre el tema que iba a comentar: el bilingüismo en Cataluña, tenía noticias recientes en la cabeza amén de testimonios reales y que se pueden constatatar, tenía mi propia experiencia y un montón de argumentos para defender mi idea. Pero, a medida que iba hilándola, a medida que escribía las frases, también iba teniendo más rabia dentro de mí porque, de repente, me di cuenta del absurdo que estaba haciendo.
Tener que argumentar, tener que defender la necesidad de que en Cataluña no se arrincone el castellano, no se pongan multas por no rotular en catalán y que los niños puedan estudiar en el idioma oficial del Estado, perdonadme, pero me parece de ciencia ficción.
Sé que en Barcelona, donde he vivido, la gente por la calle habla lo que le da la gana, así como suena, sé que si tú hablas en castellano a un catalán, si éste es educado y ve que no hablas catalán, te contesta en castellano. Pero también sé que en Cataluña es más fácil que tus hijos puedan estudiar en inglés o alemán en un colegio que en castellano, claro que eso es solamente en exclusivos Colegios, como a los que acuden los hijos de Montilla, o los hijos de los Duques de Palma que lo hacen en el Liceo francés.
Sé que si tienes un comercio o empresa y no pones los carteles en catalán te pueden multar, como también lo sabe el autor del Blog La otra cara de la moneda que el pasado Viernes 19 de Septiembre recibió una carta de la “Agència Catalana de Consum” fechada el 16 del mismo mes en la que le decían que habían recibido una denuncia de un ciudadano/ana en la que se ponía de manifiesto que los rótulos o carteles de información de carácter fijo no estaban redactados, al menos, en catalán. Más adelante, como dice el autor del blog, que os animo a visitar, le adviertían que si no los pone "al menos" en catalán, procederán a imponerle una sanción que podría llegar a 3000 euros.
¿Es absurdo o no? ¿Es de ciencia ficción o no?. Pienso en la actitud que promueven desde el gobierno catalán de convertir a los ciudadanos en una especie de espías de sus conciudadanos, delatando algo que es, simple y llanamente, hacer uso de su libertad de expresión y, además, en el idioma oficial, repito, de su propio país.
En la Ley 1/1998, de 7 de enero, de Política Lingüística, aprobada por el Parlamento de Cataluña, en su artículo 32.3, dice: "La señalización y los carteles de información general de carácter fijo y los documentos de oferta de servicios para las personas usuarias y consumidoras de los establecimientos abiertos al público deben estar redactados, al menos, en catalán. Esta norma no se aplica a las marcas, los nombres comerciales y los rótulos amparados por la legislación de la propiedad industrial".
Yo, que no entiendo mucho de leyes, me pregunto: ¿Si una marca comercial tiene el amparo de la Ley de Propiedad Industrial, por qué cualquier ciudadano español que, dentro de su propio país, quiera expresarse, rotular, o educar a sus hijos en el idioma oficial del Estado español no puede tener el amparo de la Constitución que es la norma jurídica suprema (o máxima) del ordenamiento jurídico de España?
Incongruencia o ciencia ficción, esto es lo que se está viviendo actualmente en Cataluña.